La ciencia responde 3 curiosidades humanas
El bostezo es una acción involuntaria en que inhalamos aire y lo exhalamos. Esta no es una conducta exclusivamente humana. Todos los animales vertebrados bostezan: perros, peces, serpientes, cebras y, por supuesto, nuestros parientes los grandes simios. Todavía no está claro para qué lo hacemos. La teoría más aceptada sostiene que lo hacemos para aumentar la cantidad de oxígeno que llegue al cerebro, y que se hace en momentos de aburrimiento o de sueño para evitar quedarse dormido. Pero solo entre los humanos y entre los chimpancés el bostezo se ‘contagia’. Los perros pueden bostezar si ven a su amo humano hacerlo, pero si ven a otro perro hacerlo, ni se mosquean. ¿Y por qué no podemos evitar imitar a alguien que bosteza?
Algunos investigadores aseguran que se contagia por empatía, es decir cuando nos identificamos con la conducta de otras personas. Para probarlo pusieron en una misma sala a un grupo numeroso de personas. Solo algunas de ellas padecían de esquizofrenia y autismo, 2 condiciones que les impiden identificarse con los otros. A todos se les hizo ver videos con gente bostezando, pero únicamente los autistas y los esquizofrénicos no se contagiaron. Eso probaría que esta es una conducta social que permite compartir las emociones del resto.
Otra teoría va más allá y sostiene que el bostezo tendría un fin social. Se originó hace miles de años cuando los primeros humanos aún no tenían un lenguaje perfeccionado y usaban la mímica. Se comunicaban entre ellos por medio de señas y ademanes. El bostezo habría sido la señal para que el grupo vaya a descansar. Cuando alguien lo hacía, los demás sabían que ya era la hora de irse a dormir y se lo iban transmitiendo en cadena. Con el paso del tiempo este ademán se habría incorporado en nuestra memoria genética hasta convertirse en una conducta inconsciente y automática. Hoy parece no tener ninguna utilidad práctica más que la de avisar al grupo que estamos aburridos.