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Galileo Galilei

Galileo Galilei
03 de mayo de 2015 - 00:00

El caso de Galileo es el más emblemático de quienes padecieron por sus nuevas ideas científicas. Proveniente de una familia de comerciantes de clase media e inclinado desde temprano por la física y las matemáticas, empieza a ser conocido por su trabajo como inventor. Da clases en Pisa, su ciudad natal y por las noches mira el cielo preguntándose qué habría allá arriba….

En 1609, se entera que en París se ha construido un telescopio y con una somera descripción construye el suyo propio. Pero lo hace mucho más potente, y de pronto todo el Universo se abre para él. No sabe por dónde comenzar; descubre que en la Luna hay montañas enormes, que Júpiter tiene varios satélites parecidos a nuestra luna y Saturno enormes anillos. Y decide avanzar aún más. Perfeccionando sus telescopios, constata que algunas estrellas que se ven a simple vista son cúmulos de estrellas o galaxias. Está descubriendo un cosmos asombroso e infinito.

Y cuando finalmente comprueba que Venus muestra fases igual que la Luna, ya no tiene dudas: el sol es el centro de nuestro sistema y los planetas giran alrededor de él. Ya lo había afirmado Copérnico mucho antes, pero Galileo aporta las pruebas. La Tierra se mueve y no es el centro de la Creación como sostenía la Biblia.

Entonces sus opositores comienzan a atacarlo y la Inquisición ordena investigarlo. Durante cinco años defiende sus tesis con argumentos y pruebas cada vez más convincentes. Hasta se gana algunos sacerdotes para su causa haciéndoles mirar con sus telescopios. Pero finalmente los inquisidores lo obligan a decir que lo suyo era nada más que una hipótesis.

Durante otros 16 años seguirá trabajando en más descubrimientos, incluyendo el microscopio, y en 1632 se decide a publicar su obra cumbre, en la que reafirma que la tierra y los demás planetas con sus lunas giran alrededor del sol. Escribe su obra en el lenguaje del hombre común, no en el latín de los eruditos, para así llegar al pueblo.

Eso enfurecerá aún más a la jerarquía de la iglesia, y en junio de 1633 es condenado a prisión por hereje, su obra es prohibida y se lo obliga a renunciar a sus ideas públicamente. La cárcel es luego cambiada por arresto domiciliario y la obligación de rezar todas las semanas. Se dice que después de renegar de su certeza de que la Tierra gira alrededor del sol habría agregado: “…y sin embargo se mueve”. Y aunque no se sabe si esto es verdad, debería serlo, porque él no podía negar todas las pruebas  que ya tenía.

A los 78 años y ya ciego, Galileo muere, pero sus ideas no. Fue el primero en probar lo que decía por medio de la observación minuciosa de los hechos y la experimentación que le permitía validar lo que afirmaba. Por eso, nada menos que Albert Einstein lo consideró el padre de la ciencia moderna.

Un siglo después de su muerte la iglesia autoriza la publicación de sus obras. Tres siglos después un Papa lo reivindica como “un héroe de la investigación”, y el 15 de febrero del 2009, el Vaticano celebra una misa en su homenaje, la primera a casi 400 años después de su muerte. (CONTINÚA)

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