Fantasmas, una jugarreta de nuestro cerebro
Científicos suizos acaban de hacer noticia con un impresionante experimento: crearon fantasmas en un laboratorio. Investigadores de la Universidad de Lausana hicieron que un grupo de voluntarios que tenían los ojos tapados realizaran movimientos con su mano delante de sus cuerpos.
Detrás de ellos, un dispositivo robótico reproducía sus movimientos, tocándolos en la espalda en tiempo real. El resultado fue una especie de discrepancia espacial, pero como el movimiento del robot era sincronizado, el cerebro de los participantes se adaptó y corrigió la desconcertante sensación de sentir que estaban tocando su espalda.
Cuando los movimientos del robot se retrasaron apenas unos 500 milisegundos, todo cambió. El cerebro de cada participante ya no pudo adaptarse a aquella diferencia y ellos empezaron a sentir una presencia extraña a su alrededor. Cuando los investigadores les preguntaron lo que sentían, varios de ellos dijeron haber notado una presencia de manera clara e incluso contaron hasta 4 fantasmas. Algunos lo sintieron tan fuerte que pidieron abandonar el experimento.
Lo que estaba sucediendo es que los voluntarios estaban teniendo en el cerebro una percepción equivocada de su propio cuerpo. Nuestro cerebro tiene un sistema que crea una imagen unificada del yo, uniendo lo que percibimos como ‘mente’ y como ‘cuerpo’, pero si esos circuitos funcionan mal, por una enfermedad -o en este caso un robot- se pierde la representación de nuestro propio cuerpo y aparece una diferente que atribuimos a un segundo cuerpo que es de otra persona.
Si bien el objetivo de la investigación era comprender mejor algunos síntomas de los pacientes que sufren de esquizofrenia -como la presencia y las voces de entidades extrañas- también puede ser una prueba de que los fantasmas o sensaciones de presencia pueden surgir cuando las señales del cerebro se confunden.
Este fenómeno suele ocurrir a causa del estrés, enfermedad o una pena profunda y hasta en situaciones de esfuerzo intenso y falta de oxígeno como el montañismo.
Esta sería una prueba científica más de que la existencia de apariciones fantasmales es fruto de nuestra imaginación.