Ellos y nosotros
Para definirnos a los humanos como los únicos seres inteligentes de la naturaleza se han utilizado argumentos muy diversos. Pero a medida que vamos estudiando y conociendo más sobre la conducta animal, muchas de estas aseveraciones se han ido relativizando. Estas son las más conocidas:
Usar herramientas
Se pensaba que esta era una aptitud exclusivamente humana, pero eso no es así. En un conocido experimentado filmado en video, un chimpancé debe resolver el problema de alcanzar un plátano que cuelga del techo. Salta y no lo consigue, y casi de inmediato apila varias cajas que tiene a mano para lograr trepar y conseguir su objetivo. Algunos delfines australianos emplean esponjas marinas para limpiar la arena del fondo marino y poner en evidencia a sus presas.
Pero estos mamíferos, que están apenas un escalón por debajo de nosotros en la pirámide evolutiva, no son los únicos habilidosos. Se ha observado en Indonesia que ciertos pulpos se visten con cáscaras de coco para protegerse de sus depredadores; una variedad de nuestros pinzones de Galápagos usa ramitas para atrapar insectos; los sorprendentes cuervos de la isla de Nueva Caledonia, son capaces de doblar alambres en forma de gancho para conseguir alimentos. Es decir, que no sólo las utilizan sino que son capaces de fabricar sus propias herramientas.
Modificar el entorno
Esta era otra definición que se enseñaba en la escuela: los humanos somos la única especie capaz de modificar el entorno para su beneficio: construir casas, caminos, represas. Pero otras especies también lo hacen. Los castores construyen diques y madrigueras con troncos de árboles que derriban con sus poderosos incisivos. Algunas especies de pájaros construyen casitas de barro con un laberinto por el que sólo ellos pueden entrar.
Claro que esta modificación del medio no se puede comparar con lo que hacemos nosotros, y no solo para satisfacer necesidades básicas, sino por intereses económicos. Los seres humanos podemos modificar el paisaje a escalas muy grandes, con plena conciencia y pensando hacia el futuro.
Sentir emociones
Existen muchas evidencias de que los animales -en especial los mamíferos- tienen un repertorio limitado de emociones. Es una manera de socializar con los demás de su especie para convivir en manada, o incluso con los humanos cuando se trata de animales domésticos. Científicos de prestigio como Jane Goodall y Frans de Waal han comprobado que los primates no sólo tienen emociones sino también cierto tipo de moral. En otros mamíferos como los elefantes se han registrado emociones como alegría, ira o tristeza.
Con todos ellos compartimos esas emociones sencillas; embargo, somos los únicos capaces de dar nuestra vida por afecto a nuestros congéneres y no por un instinto de conservación. También somos los únicos que guardamos emociones en nuestro cerebro, y eso explica sentimientos como el rencor o la venganza. En el resto de los mamíferos se ha observado -al menos hasta ahora- que las emociones no tienen mucha duración ni dejan recuerdos. (CONTINÚA)