Hasta el final de su vida -y aún después- Houdini estuvo dispuesto a poner a prueba no solo a los espiritistas sino también su propio escepticismo. Él y su esposa Bess hicieron un  pacto: el que muriera primero tendría que comunicarse desde el otro mundo. Tras la muerte del mago en 1926, su mujer ofreció 10 mil dólares a quien fuera capaz de ponerla en contacto con el difunto.

Se celebraron numerosas sesiones sin ningún resultado, hasta que en enero de 1929, un espiritista llamado Arthur Ford -azuzado por Conan Doyle para lograr “una importante victoria para el espiritualismo”- aseguró que había recibido un mensaje de Houdini desde el más allá. Pero ni siquiera después de muerto lograron engañarlo, porque el mago y su esposa habían elaborado un código secreto de diez palabras para comprobar la autenticidad de cualquier mensaje. Y por supuesto, el mensaje de Ford no mencionaba el código convenido.

El último intento de Bess por comunicarse con Harry tuvo lugar el 31 de octubre de 1936, exactamente una década después de su muerte. Ese día apagó la vela que ponía frente a su retrato y se asegura que dijo estas palabras: “diez años son más que suficientes para esperar a un hombre”. Una vez más quedaba demostrada la falsedad del espiritismo.

¿Y de qué murió Harry Houdini? Acorde con la fama del personaje se tejieron muchas leyendas alrededor de la causa, pero nunca hubo la menor duda de que se debió al estallido de su apéndice que le causó una septicemia generalizada. Y si bien se dice que fue consecuencia directa de unos puñetazos que le propinaron, es muy posible que la verdad sea más complicada.

Días antes de su muerte, durante su estadía en Montreal, Canadá, el mago había sufrido fuertes espasmos abdominales, lo que parece el comienzo de una apendicitis a la que no le dio mayor importancia. Luego llegaría el famoso incidente del camerino. Houdini se enorgullecía de tener una enorme resistencia a los golpes en el estómago, y un estudiante y boxeador aficionado
le preguntó si eso era verdad, y sin dejarlo prepararse le propinó varios puñetazos en el costado derecho.

Durante varios días pensó que el dolor se debía a los golpes, hasta que durante un espectáculo se desvaneció. Volaba de fiebre y cuando lo llevaron al hospital los médicos no pudieron hacer nada. A los 52 años de edad, el mago que había escapado mil veces a la muerte, terminaba derrotado por una peritonitis.