El Krakatoa proyectó material a más de 1.000 kilómetros
Indonesia es un archipiélago en el sudeste asiático. En una de sus islas menores, el volcán Krakatoa había estado activo con anterioridad, pero en agosto de 1883 ocurrió una de las erupciones más letales causando la muerte de más de 36 mil personas.
Este cataclismo tuvo varias explosiones, pero la final generó una onda expansiva que proyectó material volcánico a más de 1.000 kilómetros a la redonda. Las explosiones llegaron a escucharse en Australia y se dice que los marineros que estaban en un radio de más de 50 kilómetros quedaron sordos producto del ruido.
Se asegura que el estruendo es el sonido más alto jamás registrado en la historia. Fue una erupción tan violenta que hundió la isla sobre la que se situaba el volcán, lo que también produjo tsunamis. La cantidad de material arrojado a la atmósfera provocó que al año siguiente el clima del planeta descendiera 1.2º C, los patrones meteorológicos se alteraran y por varios años los atardeceres se tiñeran de rojo intenso.
Cuando el Tambora eliminó el verano
Indonesia también fue el escenario de otro megacataclismo que sucedió hace exactamente 200 años. El Tambora erupcionó y fue una de las mayores explosiones de la que se tiene constancia. En una escala de 8 en el Índice de Explosividad Volcánica, alcanzó un 7. El estruendo pudo escucharse a una distancia de 3 mil kilómetros.
Se calcula que se liberó una energía equivalente a 800 megatones (la bomba que estalló en Hiroshima en 1945 equivalía a poco más de la décima parte de 1 megatón). Fueron expulsados 160 kilómetros cúbicos de material, reduciendo unos 1.500 la altura original del volcán. Los resultados fueron nefastos.
El pueblo inmediatamente cercano -también llamado Tambora- fue aniquilado y las consecuencias fueron más allá del archipiélago. La emisión de materiales a la atmósfera produjo un enfriamiento global, que afectó las cosechas y que provocó una gran escasez de alimentos en Europa. El año siguiente, el 1816, sería conocido como “el año sin verano”.
Anecdóticamente, en aquel verano helado un grupo de escritores se guarecía del frío en Suiza. No solo fue un verano frío, sino también oscuro. Entre ese grupo de intelectuales estaba una joven llamada Mary Shelley, que en ese ambiente lúgubre concebiría una de las novelas de terror más célebres: Frankenstein. Ahí mismo otro, John Polidori, escribiría “El vampiro”, una novela que inspiraría –años más tarde- a Bram Stoker para escribir Drácula. (I) (...continúa)