No son castigos divinos sino la avidez de los microorganismos por proliferar
A lo largo de la historia las pestes han azotado la humanidad
Ellos son la forma de vida más antigua sobre el planeta. Reinaron en soledad absoluta durante millones de años, y están aquí mil veces más tiempo que nosotros que somos unos recién llegados. Los virus y las bacterias son tan pequeños que convivimos con ellos sin apenas enterarnos. Muchos son nuestros huéspedes, pero los más peligrosos, que están afuera de nuestro cuerpo, pueden entrar, enfermarnos y hasta matarnos.
Afortunadamente los humanos están equipados con un ejército llamado sistema inmunitario que los protege. Hay una constante lucha entre los invasores y los defensores, y durante millones de años los virus y las bacterias han cambiado para atacar con mayor éxito y sobrevivir. Mutan y se fortalecen, y cuando eso ocurre el organismo no siempre sabe cómo defenderse y así nos enfermamos.
Si esos gérmenes se propagan más de lo esperado en una población se dice que hay una epidemia, y cuando adquiere dimensiones mayores se llama pandemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que suceden al menos tres pandemias en cada siglo.
La humanidad ha estado expuesta muchas veces a estos azotes. El primer registro data de cuatro siglos a.C., durante las guerras entre Atenas y Esparta. En el 431 a.C. los atenienses comenzaron a ser diezmados. Así lo describe el historiador Tucídides: “Violentos dolores de cabeza, enrojecimiento e inflamación de los ojos, derrames de sangre en garganta y lengua. El cuerpo se ponía de color lívido, y aparecían pústulas y úlceras y morían al séptimo o noveno día. Si sobrevivían este tiempo, aparecían extenuantes diarreas que terminaban con la vida del enfermo”. Murió un tercio de la población, incluyendo su líder Pericles. La decadencia de Atenas permitió la posterior llegada al poder de los macedonios y Alejandro Magno. Dos milenios y medio más tarde se pudo identificar la causa: la bacteria de la fiebre tifoidea.
En el Medioevo la peste negra o bubónica terminó al menos con un tercio de la población de Europa y otras millones de personas en África y Asia. Fue causada por una bacteria que vivía en las pulgas de las ratas e infectaban la comida y el agua. Llegó a Europa llevada por los ejércitos mongoles. Para entonces no existía el microscopio, así es que la gente atribuía la enfermedad a un castigo divino.
Este desconocimiento sumado a deplorables condiciones de higiene hizo que la peste sea tan mortífera, hasta que su propia virulencia y el aislamiento instintivo de la gente terminó por evitar que matase a toda la población. A muchas ciudades les llevó dos siglos recuperar el número de habitantes de antes de la peste. (continúa).