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El Telégrafo
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La televisión abierta no satisface a los ciudadanos que acuden a la oferta de la tv paga

Los medios públicos ceden su espacio en Perú

Los medios públicos ceden su espacio en Perú
02 de marzo de 2014 - 00:00 - Victor Vimos, corresponsal de Lima de El Telégrafo

Al igual que el año pasado, este 2014 parece fértil para el crecimiento de estaciones de radio y televisión en el Perú. La tendencia estadística no permite pensar lo contrario: entre 2011 y 2013, un total de 819 nuevas empresas de comunicación se sumaron al espectro radiofónico del vecino país, logrando 4.694 estaciones a inicios de este año.

Ese crecimiento, sin embargo, no ha sido equitativo. Las frecuencias que han identificado sus objetivos comunicacionales con el carácter de comercial (3,560) casi triplican a aquellas que se han identificado con finalidades educativas y comunitarias (1,233).

A tal punto ha llegado ese desequilibrio que los más afectados, en el sentido cuantitativo de la palabra, han sido los medios públicos y los medios comunitarios: los primeros, en un país de 28 millones de habitantes, suman 97; los segundos, uno.

Para el investigador Luis Fernando Palomino, esta amplia brecha entre medios públicos y privados obedece a varios factores. “Están, entre ellos, varios descuidos, descuidos estatales y académicos que no han logrado ver el valor que los medios públicos tienen para la sociedad”, señala. Eso se ha sumado al imaginario difusionista que, se asume, deben cumplir este tipo de espacios: difundir para llegar al otro, en lugar de partir desde el otro para llegar a los demás.

Los descuidos que señala Palomino, como la gran mayoría de cosas, tienen su explicación en el pasado. A inicios de los años ochenta, el Perú vio diluirse una gran parte de la línea direccional que separa a los medios públicos de los medios privados. Entonces, en el imaginario local, lo público pasó a ser parte de lo estatal, identificando de esa manera la voz de un espacio plural, accesible, y diverso, con los mandatos políticos de turno.

Aún ahora, veinte años después de ese proceso, que mantiene en el banquillo de los acusados a su posible hacedor, el expresidente Fujimori, ese síntoma parece repercutir en el nivel de atención que, estudiosos y espectadores, ciernen sobre estos espacios radiales y televisivos.

No es raro que esta situación se presente rodeada de un contexto que la vuelve, más que una posibilidad, una amenaza constante. El grave centralismo que ha vivido el vecino país ha hecho que el crecimiento de las señales de radio y televisión sea totalmente azaroso, en cuanto a los lugares en los que estas se han levantado. Solo en Lima, capital del país, se registra un 10% del total de medios de comunicación siendo el índice más alto a nivel nacional.

Un estudio reciente del Consejo Consultivo de Radio y Televisión en el Perú (Concortv), reveló que el 60% de peruanos está actualmente suscrito a la televisión pagada, un 9% más que en el 2012. Una de las razones para que esto ocurra reside en la falta de diversidad en la programación de estaciones locales y públicas, a las que se acusa de no refrescar sus parrillas de contenidos: un 22% de los encuestados señalaron su total insatisfacción con la televisión abierta.

Al parecer uno de los obstáculos que, de inmediato, deben superar la televisión y radio públicas es enriquecer su espectro, permitiendo que los contenidos sean nutritivos para los espectadores.

Quizá una de las razones por las que ese tema medular se ha descuidado es porque los espacios a los que pertenecen no han podido brindar más información que la referente a sus actividades. De las 97 estaciones registradas como públicas, 84% están en manos de municipios del país, 12% en las universidades y un 2% en los gobiernos nacional, y regional.

Esa característica ha hecho, según el sociólogo Carlos Lino, que estos medios sean vistos como secundarios, sin caer en cuenta en la vitalidad que pueden poseer a la hora de armar propuestas alternativas de comunicación. “Poco ha sido el provecho que las instituciones han logrado de sus medios de comunicación, y en ese demérito hemos caído también los espectadores, quienes suponemos que no hay nada interesante en sus programaciones”.

Hace unas semanas, César Villanueva, ahora exministro del interior, se refirió a los medios públicos del Perú como espacios para explotar la potencialidad turística del país. “Deben mostrar al extranjero, y no solo a nivel local, las maravillas de nuestro país para que la gente se anime a visitarnos”, indicó. Villanueva, en esa ocasión, no hizo más que repetir el guión de los funcionarios cuando son consultados por este tema: cada uno les otorga una función y un fin, totalmente diferentes.

Miriam Larco, encargada del Concortv, señala que si bien las barreras para el mejor posicionamiento de los medios públicos tienen que ver con un desinterés generalizado, también se identifican con retrasos a nivel tecnológico. En los últimos años, por ejemplo, el aumento de las frecuencias públicas ha sido menor, pues no todas han podido cumplir con las especificaciones digitales mediante las que se avala su permiso de funcionamiento.

Este complejo panorama termina por colocar la idea de los medios públicos en desventaja frente al interés de las personas. Se vuelve más grave si, como hemos visto, sus propios dueños descuidan la esencia de la comunicación pública y ceden ante el silencio que ve convertirse en recuerdos las iniciativas de una comunicación más equitativa e igualitaria en el Perú.

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