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Libia revela, de nuevo, a una prensa improvisada

Libia revela, de nuevo, a una prensa improvisada
28 de agosto de 2011 - 00:00

Nos toma como siempre: improvisando, reiterando y hasta copiando. Ya no es nuevo: la prensa nacional a las crisis como la de Libia o en cualquier región del mundo las mira desde el lente de las cadenas internacionales, las cubre bajo ciertos prejuicios culturales e ideológicos y muchos lugares comunes.

Se trata de un mal generalizado, que ventajosamente ahora no afecta a las audiencias porque estas tienen más y hasta mejores fuentes de información para hacer sus propias conclusiones y nutrirse de otros elementos informativos.

Pero generalizar la palabra audiencia  también es pecar de otro error: creer que todos los ecuatorianos tienen acceso a esas fuentes y por lo tanto se informan adecuadamente sobre el tema. Tan es así que una asambleísta tuvo el atrevimiento de comparar la crisis libia con la posibilidad de “derrocar a Rafael Correa de la misma forma”. Ella, Magaly Orellana, posiblemente se informa solo y también por los medios ecuatorianos para llegar a ese tipo de afirmaciones.

No está por demás la insistencia en el rol pedagógico que asumen, implícitamente, los medios: porque con su información ilustran, recuerdan, fijan datos, ideas y también conceptos. Pero cuando ocurren crisis como la de Libia, a tanta distancia y con rasgos políticos e ideológicos poco conocidos, obliga de doble manera esa tarea pedagógica: ilustrar la misma crisis y entender el proceso de un pueblo concreto en una situación concreta.

Por ejemplo, el escritor Juan Gelman publicaba en varios medios la siguiente información que da para un análisis más profundo del tema: “La oposición a Gadafi está pasando malos momentos pese a los bombardeos. Por su parte, la Casa Blanca y la OTAN no están libres de preocupaciones: se ha descubierto que en las filas rebeldes hay elementos de Al Qaeda. Así lo admitió el almirante James Stavridis, jefe de las operaciones conjuntas en Libia, aunque subrayó que ‘la conducción está integrada por gente responsable’... Se refería, sin duda, al primer ministro del Consejo Libio de Transición, Mahmoud Jibril, ex mano derecha del dictador y ex director de la Junta Nacional de Desarrollo Económico desde 2007, que impulsó la inversión extranjera –en particular de capitales estadounidenses y británicos– y las privatizaciones en el país africano. Parece que hace apenas unas semanas descubrió que Gadafi es un tirano de la peor especie.

De hecho, las mismas cadenas internacionales generan información de acuerdo con su línea editorial: CNN da por hecho el fin de la dictadura de Gadafi, Telesur matiza la posibilidad del cambio de Gobierno, BBC mira con más entusiasmo la intervención de la OTAN, TVE reporta con más responsabilidad, aunque introduce el ingrediente ideológico para calificar a unos y descalificar a otros.

Y de ese escenario, la televisión ecuatoriana solo es un depósito, sin filtro. Por lo mismo, los televidentes reciben “refritos” sin posibilidad de procesar la información para “aterrizarla” a nuestro país.

Incluso, el fin de semana pasado muchos de los titulares y noticieros daban por hecho la caída del régimen libio, pero tuvieron que “recular” el lunes siguiente cuando apareció en cámaras el hijo de Gadafi y no fue del todo cierto que los rebeldes controlaban el 80% de Trípoli.

Y en lo fundamental, las audiencias ecuatorianas no son beneficiarias de un tratamiento más profundo, contextualizado y hasta problematizado del tema para abordarlo desde varias aristas: la cultural, la histórica, la económica y la geopolítica. Parecería que se trata de un “cambio de gobierno más”, con un alto costo de víctimas y unas imágenes pintorescas y dramáticas.

Es lamentable no encontrar, como sí ocurre en otros países y medios de prensa locales, por ejemplo en Argentina y España, donde los debates han colocado a los mejores analistas y editorialistas en debates para revelar el proceso político y económico que puede desatar la caída de Gadafi para el mundo y la llegada de un Consejo Nacional de Transición, que para nada luce “rebelde” o revolucionario, como se pretende a veces colocarlo en las portadas.

Situaciones como estas, además, revelan la poca capacidad de reacción de los medios nacionales para provocar una reflexión colectiva. Y, como ya se dijo, reiteran la improvisación y en ella todos los lugares comunes: “Arde Libia”, “El fin de una tiranía”, “Rebeldes se toman Trípoli”, “Se acerca la democracia a Libia”, entre los más recurrentes.

Pero también revelan la identidad de los medios: localistas, faltos de profundidad y recursos técnicos y periodísticos, ajenos a la historia de la zona de conflicto y, ante todo, prejuiciados ideológicamente.

¿Se ha contado quiénes integran el Consejo Nacional de Transición, de dónde proceden sus líderes y posiblemente futuros gobernantes? ¿Cuáles son sus negocios? Y si esas preguntas tienen alguna respuesta, ¿es posible configurar cuál será el futuro de uno de los países más ricos del mundo por la cantidad de reservas de petróleo?

¿Cómo afecta esta crisis a nuestra situación como país productor de petróleo? Cuando los medios llamados libres e independientes ensalsan y hacen apología de la globalización, ¿olvidan este “gran detalle” para introducir en sus agendas mediáticas la posibilidad de una mirada menos coyuntural de una crisis tan compleja?

Como dice el argentino Atilio Borón, en su blog: “Desgraciadamente, lo que espera a Libia no es la democracia sino un turbulento protectorado europeo-estadounidense y, como dijo Winston Churchill de su país en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, sangre, sudor y lágrimas”. Por lo mismo, no se trata de una simple noticia más, que se suma a la del alcohol adulterado o el campeonato nacional de fútbol.

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