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El Telégrafo
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Un atlas que refleja la desigualdad histórica y contemporánea

 Un atlas que refleja la desigualdad histórica y contemporánea
04 de noviembre de 2013 - 00:00

Entre los principales objetivos que se ha planteado el actual Gobierno del Ecuador está la erradicación de la pobreza extrema. En este sentido, desde el 18 de enero de 2013, el Gobierno encargó a la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) implementar un comité interinstitucional para arremeter contra esta problemática, que tiene como causa principal la desigualdad y concentración a nivel de ingresos. Tanto es así que el hombre más rico del mundo se encuentra en América y su fortuna equivale al Producto Interno Bruto de los 40 países más pobres del planeta. 

Sin embargo, y frente a este panorama, Ecuador presenta signos de mejora que se reflejan en sus principales indicadores sociales. El titular de la Senplades, Pabel Muñoz, destacó hace poco los esfuerzos que realiza el Gobierno para erradicar la pobreza extrema y la desigualdad. Señaló, por ejemplo, que al inicio de este Gobierno (en 2006), la pobreza estaba en 37%, y hoy se redujo al 23% (Ver gráfico 2).


Por su parte, Ana María Larrea, quien está a cargo de la Secretaría Técnica para la Erradicación de la Pobreza, subrayó que “somos el primer país en América Latina con mayor reducción de desigualdad y el tercer país en reducción de pobreza en el continente. Ecuador le plantea al mundo que el ser humano esté sobre el capital, que partamos de la concepción del Buen Vivir para implementar políticas públicas que nos lleven a la construcción de una mejor sociedad”.

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Un documento que analiza la desigualdad en el Ecuador

Hace una semana la Senplades lanzó el Atlas de las desigualdades socio-económicas del Ecuador, que según informaron, “constituye una herramienta que analiza histórica y territorialmente los distintos tipos de desigualdad que han existido y persisten en el país durante los últimos 20 años. Este documento facilitará la generación de políticas nacionales y locales orientadas hacia el cierre de las brechas sociales y económicas; así como la acción concertada entre el Gobierno Central, los Gobiernos Autónomos Descentralizados y la ciudadanía”.

37% fue el índice de pobreza en Ecuador, en 2006. Actualmente ese indicador ha disminuído y se ubica en  23%. 

Los hombres percibían un ingreso de 68% más alto que las mujeres; ahora es del 8%.


Se llama Atlas porque la información se presenta gráficamente en mapas comparativos a través del tiempo, que reflejan la situación social y económica expresada en distintos indicadores, y las diferencias entre hombres y mujeres, entre indígenas, afroecuatorianos, mestizos y montubios, entre niños, jóvenes, adultos y adultos mayores o entre personas con discapacidad y sin ella.


Como señalaba Ana María Larrea, existen diversas formas de medir la desigualdad. El Atlas lo hace desde la perspectiva del ejercicio de derechos, pues enfatiza su análisis en temas de educación, salud, vivienda, empleo digno y, un elemento que es destacable, la violencia de género. Cabe señalar que el Atlas hace un análisis histórico desde 1990 sobre lo que ha pasado en el Ecuador en materia de desigualdades.


Pero también, presenta los avances logrados en los últimos años. Por ejemplo, en 1990, la mayoría de los territorios alcanzaba menos del 50% de satisfacción de sus necesidades. Esta situación ha cambiado considerablemente, pues, ahora, llegó al 68%. Sin embargo, todavía persisten disparidades (en cuanto a recursos y derechos) territoriales que deben ser resueltas: hay problemas en la Amazonía, sobre todo, en las provincias de Pastaza y Sucumbíos y en la Sierra central.


Sobre la metodología del Atlas, las desigualdades se estudian tomando en cuenta la etnia, el sexo, los grupos etario, el área de residencia (urbana o rural) y las regiones, así como la situación de las personas con discapacidades. Este enfoque conceptual se sustenta en la necesidad de universalización de los derechos sociales.

Se llama Atlas porque la información se presenta gráficamente en mapas comparativos a través del tiempo, que reflejan la situación social y económica expresada en distintos indicadores...


Las fuentes principales de información para desarrollar el Atlas fueron los Censos de población y vivienda de 1982, 1990, 2001 y 2010; las Encuestas nacionales de hogares entre 2005 y 2011; las Encuestas de condiciones de vida de 1995 y 2006; la Encuesta nacional de relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres, realizada en 2011 por el INEC, y la Encuesta ENDEMAIN de 2004. El procesamiento de la información ha incluido el empleo de métodos multivariados, como regresión múltiple, análisis de componentes principales y análisis de aglomeración. Sin embargo, la información se presenta reduciendo al máximo la complejidad estadística y en un lenguaje accesible a los lectores no especializados, y cuenta, además, con la ayuda de abundantes mapas.

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Datos que arroja el Atlas


Algunos de los escenarios que presenta el documento (particularmente en los mapas) muestran brechas que empiezan a cerrarse, como la del acceso a educación primaria. Por ejemplo, en 2001, el 82% de indígenas y un porcentaje similar de afroecuatorianos llegaban a esos niveles educativos, en comparación con el 87% de los mestizos. En 2012, esos tres segmentos poblacionales ingresan a la escuela por igual. Esto, según concluye el documento, significa que se ha universalizado la educación primaria en igualdad de condiciones. En ese mismo periodo, en los grados y cursos de educación, se encontraba el 2% más de hombres respecto de las mujeres; ahora, hay más mujeres que hombres. Es decir, no solo que se cerró la brecha sino que se revirtió.


Asimismo, en la educación superior hay más estudiantes mujeres, con una diferencia de cinco puntos porcentuales. Las brechas en la diferencia salarial entre hombres y mujeres también se acortaron. En 2005, los hombres percibían un ingreso de 68% más alto que las mujeres; ahora es del 8%.


Sobre este particular escenario, en un artículo elaborado por Ana María Larrea se señalaba que en el mundo del trabajo se debe asegurar igualdad de condiciones. “Al analizar los ‘modelos exitosos de desarrollo’ o cómo algunos países dieron el salto para llegar a tener mejores condiciones de vida, como los denominados tigres asiáticos, se observa que el ‘éxito’ vino a costa de los trabajadores, quienes tenían bajos niveles salariales, lo que permitió a estos países competir dentro del mundo capitalista. En los últimos años, Ecuador optó por otro modelo que garantice buenas condiciones laborales: gente asegurada, con derecho a vacaciones y salarios dignos que satisfagan las necesidades básicas”, destaca Larrea.


Por otra parte, cuando se analiza el sector salud, se evidencia que, actualmente, se han duplicado las consultas en los centros médicos públicos, lo que significa que la gente confía más en el servicio ofrecido por el Estado. Se concluye sobre estos datos que el sector público tiene los mejores profesionales y equipos para solucionar problemas médicos difíciles, situación contraria a la de décadas pasadas, en las que no había médicos, medicinas ni equipos y, cuando surgía algo grave, remitían al paciente al servicio privado.


Carlos Larrea Maldonado, quien es parte del equipo que desarrolló el Atlas, señala: “Aunque el Ecuador ha logrado avances importantes en su desarrollo social y económico durante los últimos años, prevalecen aún carencias significativas heredadas de una estructura social con grandes desigualdades que se impuso desde la conquista hispánica. En 2011, el Ecuador ocupaba la posición 83 entre 187 países del mundo, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano del PNUD (...) El cambio social está condicionado por el crecimiento de la economía y por las políticas sociales y la magnitud de la inversión social. El Ecuador ha atravesado por varias etapas en su historia económica y social, con una sucesión de ciclos de crecimiento y crisis” (Ver gráfico 1).


En definitiva, el Atlas permitirá construir diagnósticos críticos para generar políticas nacionales y sectoriales orientadas hacia el cierre de las brechas sociales y económicas, que garanticen el cumplimiento de derechos básicos.

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