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El Telégrafo
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Sustentabilidad, alternativa para otro tipo de desarrollo

Sustentabilidad, alternativa para otro tipo de desarrollo
02 de diciembre de 2013 - 00:00

Reconocida como una de las ambientalistas más importantes de Brasil, Marina Silva ha batallado en los 2 lados: en el Estado, como ministra de Ambiente del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y, luego como candidata presidencial en 2010, tras separarse del oficialismo y participar por el Partido Verde, y desde la sociedad civil, promoviendo la defensa del medio ambiente junto a otros reconocidos activistas como Chico Mendes.

Silva, quien nació en plena Amazonía brasileña y ha recibido más de 50 premios internacionales por sus acciones y proyectos, visitó Lima, Quito y Bogotá donde promovió el desarrollo sustentable como alternativa para superar la crisis del actual modelo “predatorio”.

En su paso por Ecuador, por invitación de la Fundación Futuro Latinoamericano, también habló del dilema extracción petrolera-cuidado ambiental, del caso Chevron y de la política de Brasil en las calles y en los partidos.

¿Qué implica promover el desarrollo sustentable que usted impulsa?

El desarrollo sustentable no solo trata de la cuestión ecológica, sino de un nuevo modelo de desarrollo que trabaja diferentes dimensiones: económica, social, ambiental, cultural, política, estética y ética. Trabajamos con la idea de sustentabilidad en un sentido amplio, estableciendo que para cambiar el modelo de desarrollo es necesario que haya un esfuerzo de todos los sectores de la sociedad. La sustentabilidad no es apenas una manera de hacer es una manera de ser, es una visión de mundo, un ideal de vida. No es solo un cuestionamiento a nuestra forma inadecuada de producir alimentos, de producir bienes y servicios. Es un cuestionamiento a nuestra manera inadecuada de ser que produce daños ambientales.

Vivimos una crisis económica, social, ambiental, política y de valores, pero la crisis de los valores es responsable de los problemas que tenemos. La crisis de los valores es la que separa la ética de la política y la economía de la ecología, y la que nos lleva a sacrificar los recursos de millares de años por el lucro de apenas unas décadas en perjuicio del futuro.

¿Cómo integrar ecología y economía?

Un primer paso es no tratar los problemas sociales, ambientales y culturales como si fuesen externalidades a las inversiones económicas. Es fundamental que esas inversiones tengan una visión integrada de los problemas y de las soluciones y, que se busque la viabilidad a todos los niveles. No basta que un proyecto, para ser implementado, tenga viabilidad económica y social, es necesario también que tenga viabilidad ambiental y cultural, porque muchas veces las personas se preocupan más por el retorno social o económico inmediato, olvidando que eso puede tener un impacto sobre poblaciones locales que son irreversibles desde el punto de vista de sus culturas, de su modo de vida, de su espiritualidad.

De lo que entiendo, aquí había una iniciativa del Gobierno (Yasuní-ITT) de captar recursos para no explotar petróleo. Infelizmente dieron marcha atrás. Es una pena que no haya prosperado el proyecto.

Todavía no tenemos cómo prescindir totalmente del uso del petróleo, pero hay que emplear los recursos de su explotación para hacer inversiones en tecnología e innovación, que nos permitan generar nuevas fuentes de energía a partir del suelo, de biomasa, de la propia hidroelectricidad, del viento, de recursos que se basen en principios sustentables.

Usted llegó en un momento en el que Ecuador mantiene una dura pelea con la petrolera estadounidense Chevron por un caso de contaminación ambiental. ¿Qué opina del pulso entre petroleras y Estados?

No tengo conocimiento con profundidad de lo que pasa en Ecuador, pero en Brasil Chevron fue responsable de un gran desastre ambiental, dejó perjuicios enormes, tanto en lo ambiental como en lo económico, con una actitud completamente irresponsable por parte de la empresa. Chevron es una compañía que merece ser denunciada por la sociedad. Imagino que si aquí está sucediendo lo mismo hay que tener una postura de denuncia del Gobierno, de la sociedad civil, de la comunidad científica.

¿Es posible ganar a las petroleras?

Creo que la opinión pública nacional e internacional tiene que presionar cada vez más a esas grandes empresas para que tengan responsabilidad social y ambiental. Eso va a depender de la acción de la sociedad civil, de la comunidad científica y, sobre todo, de los gobiernos que deben obligarlas a cumplir lo que dicen las legislaciones porque muchas veces los propios gobiernos flexibilizan sus normas para permitir la explotación por parte de esas grandes compañías. Si existe una acción conjunta, ellas tendrán que ajustarse a los padrones y exigencias de una opinión pública que ya no acepta más perjuicios, divididos para todos, y lucros destinados a unos pocos.

¿Fue invitada por el Gobierno para mirar los daños que Texaco, hoy Chevron, realizó en la Amazonía?

No recibí ninguna invitación. Estoy aquí por invitación de la Fundación Futuro Latinoamericano para una serie de conferencias en Perú, Ecuador y Colombia. No vine para una agenda del Gobierno.

Usted fue ministra de Ambiente. ¿Es mejor trabajar por el ambiente desde el gobierno o desde la sociedad civil?

Las 2 cosas son difíciles. Cuando fui ministra de Medio Ambiente llevé adelante una política con 4 directrices: control; participación social para tener un gran involucramiento de la sociedad; apoyo a las actividades productivas sustentables y, fortalecimiento del sistema nacional de medio ambiente para aumentar la gobernabilidad ambiental y que la política ambiental atravesara todos los sectores del gobierno. Me quedé durante cinco años y medio. Mis acciones generaron muchas tensiones y hubo presión de algunos ministerios como Agricultura, Energía y Transporte, para que el presidente Lula flexibilizara algunas medidas que veníamos tomando. En aquel contexto yo salí del Gobierno. No me interesaba quedarme si era solo para legitimar procesos que no eran coherentes con las directrices que veníamos trazando.

En mi gestión conseguimos grandes avances: la creación de unidades de conservación, de marcos regulatorios para protección del medio ambiente y de acciones que nos llevaron a la reducción del 80% de deforestación en los últimos años.

La crisis de los valores es la que separa la ética de la política y la economía de la ecología, y la que nos lleva a sacrificar los recursos de millares de años por el lucro de apenas unas décadas en perjuicio del futuro’.

En el ámbito político, ¿cómo está Brasil después de las protestas de los últimos meses?

Creo que está surgiendo un nuevo activismo en el mundo, que va a reemplazar al antiguo activismo centrado en partidos, líderes carismáticos, sindicatos, organizaciones no gubernamentales y estudiantiles. Ese nuevo activismo es posible gracias a las nuevas tecnologías de comunicación. Es lo que yo llamo “activismo autoral” y ese tipo de activismo ya viene dándose en Chile, Canadá, España, en algunos países de Europa. El Movimiento Occupy Wall Street y la Primavera Árabe son muestra de esa tendencia mundial.

En Brasil, siempre dije que era solo cuestión de tiempo y que la participación pasaría de lo virtual a lo presencial. Esas manifestaciones no me sorprendieron porque el malestar era latente. Las personas ya no están prisioneras de la lógica del poder por el poder, del dinero por el dinero, ellas quieren un mundo mejor que se traduzca en salud de calidad, educación, vivienda, movilidad, bienes y servicios a la altura de las necesidades de la población. La gente ya no quiere ser más espectadora de la política, quiere ser autora, movilizadora, protagonista. Como digo es un “activismo autoral” y justamente estoy escribiendo un libro sobre eso, sobre cómo las personas están luchando por democratizar la propia democracia.

Este es un momento de inflexión que tiene como desafío no perderse en la fragmentación, en el individualismo y en el hedonismo. No existe transformación si no prevalecen las ideas de interés público y de proyecto colectivo.

En Brasil, muchos decían que los políticos y los partidos ya no nos representan más. No nos representan porque hay una baja calidad en la política y una participación completamente insatisfactoria para los diferentes grupos que quieren medios más efectivos para expresar sus expectativas de cambio y de participar en los procesos decisivos.

“Si existe una acción conjunta, las petroleras tendrán que ajustarse
a los patrones y exigencias de una opinión pública que ya no acepta
más perjuicios divididos para todos, y lucros destinados a pocos”.
Para mí, Brasil será mejor con esa participación de la sociedad de forma más clara, más exigente, más comprometida con los cambios. Eso pasó en los setenta, ochenta y noventa con la participación del PT y del PSDB. Solo que esos partidos hoy se transformaron en defensores del establishment. Son partidos que entraron en proceso de estancamiento y ahora es momento de actualización del proceso político. Hoy hay partidos nuevos surgiendo, hay un esfuerzo de actualizar la política para ese nuevo sujeto político. Los procesos no son concentrados, son multicéntricos; los liderazgos son multicéntricos y las propuestas vienen en forma de un mosaico, las ideas vienen a través de una polifonía de voces, pero eso no significa que no estén integradas. Vivimos una democracia prospectiva gracias al Internet donde todos están proponiendo nuevas formas de vivir la democracia, la cultura, el arte, la economía, la tecnología. En la política no va a ser diferente.

Brasil tendrá elecciones el próximo año. ¿Cree que el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), va a ganar de nuevo? ¿Cuál será su participación en los comicios, tomando en cuenta que en los últimos se ubicó en tercer lugar con 20 millones de votos detrás de Dilma Rousseff y José Serra?

La política en Brasil viene sorprendiendo en cada elección: sorprendió cuando eligió a un sociólogo (Fernando Henrique Cardoso), sorprendió eligiendo a un operario (Lula) y sorprendió cuando eligió a la primera mujer presidenta (Dilma Rousseff). Con seguridad va a seguir sorprendiendo porque en 2010 hubo una gran sorpresa, creían que habría una disputa polarizada entre los 2 grandes partidos y la participación del Partido Verde, con mi candidatura, posibilitó la segunda vuelta, gracias a los casi 20 millones de votos que conseguimos. Fue una sorpresa. Todavía estamos a un año de las elecciones, tendremos muchas sorpresas. Por una acción injusta no conseguimos crear nuestro partido, Rede Sustentabilidade, con el que íbamos a participar. Entonces, hicimos una alianza programática con el Partido Socialista Brasileño (PSB) y si tenemos un buen programa y una buena estructura que dé credibilidad a ese programa, vamos a apoyar la candidatura de Eduardo Campos (gobernador del estado de Pernambuco). El gobernador está muy involucrado en hacer prosperar esa alianza y nosotros también estamos interesados, ante la imposibilidad de participar con la Rede, en defender nuestras propuestas con relación al desarrollo sustentable, a la innovación de la política, a la búsqueda de una nueva gobernabilidad que no sea una gobernabilidad pragmática, basada en la distribución de pedazos del Estado para los partidos.

¿Entonces, por ahora usted desistió de su candidatura presidencial?

Cuando discutimos con el PSB para establecer la alianza partimos del principio de que la candidatura presidencial es del gobernador Eduardo Campos.

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