El Gobierno anunció las 12 primeras cadenas productivas seleccionadas para la estrategia nacional del cambio de la matriz productiva: elaborados de cacao, café, pescado y maricultura (productos del mar); lácteos; derivados de petróleo; productos de metalmecánica; químicos y farmacéuticos; papel y cartón; plástico y caucho; servicios de conocimiento y tecnología; turismo; y logística. La idea es que contribuyan a alcanzar los objetivos de mayor intensidad tecnológica, sustitución estratégica de importaciones, aumento de productividad, diversificación de exportaciones e industrialización.

El economista alemán Albert Hirschman (1915-2012), en su libro La estrategia de desarrollo económico de 1958, definió los encadenamientos productivos hacia atrás como aquellos que conducen a nuevas inversiones en instalaciones proveedoras de insumos y los encadenamientos hacia adelante como aquellos que conducen a nuevas inversiones en instalaciones usuarias del producto.

Propuso la idea del crecimiento desequilibrado como aquel en el que se impulsan deliberadamente ciertos sectores estratégicos que tienen fuertes encadenamientos hacia atrás y hacia adelante y que provocan nuevas inversiones en otros sectores.

El cambio de matriz productiva requiere esfuerzos para desarrollar las 12 cadenas productivas elegidas por el Gobierno que aporten nuevas inversiones, diversificación de exportaciones e industrialización.

Concibió los encadenamientos fiscales para países productores de bienes básicos como la posibilidad de los gobiernos de gravar los ingresos generados por éstos y destinar la recaudación a inversión productiva. Estudió la industrialización sustitutiva de importaciones y propuso el concepto de industrialización con prevención de las importaciones, conocido también como reserva de mercado para impulsar la producción local de bienes que aún no se importan.

El grado de estos encadenamientos hacia atrás y hacia delante de las actividades productivas de un país, se puede medir mediante el cómputo de los coeficientes de Chenery y Watanabe a partir de las matrices de insumo-producto de la contabilidad nacional. Se calcula para cada industria la proporción de los consumos intermedios en el producto total y la proporción de los usos in ermedios en la utilización total. Luego se obtiene la mediana de cada grupo de coeficientes. Con estos resultados, se clasifica a las industrias en los cuatro grupos que se indican en el cuadro 1. Se destaca el cuadrante de bajos encadenamientos hacia atrás y hacia adelante, conformado por la agricultura, extracción de petróleo, comercio, y servicios de gobierno y sociales. Por su parte, el cuadrante de altos encadenamientos hacia atrás y hacia adelante comprende: pescado, industria alimenticia, textiles y cueros, madera,  papel, refinación de derivados, químicos, caucho y plástico, productos minerales no metálicos, y otros.

Se debe notar que la mayoría de las primeras cadenas productivas seleccionadas por el Gobierno cae en este último cuadrante. Así, en esta coyuntura, se vuelve necesario releer a Hirschman, este  gran economista del desarrollo, pero con la precaución de revisar también lo que él llamó “tendencias autosubversivas”, es decir, las autocríticas a sus pensamientos previos.

Hirschman, un economista nada ortodoxo

Fue uno de los más influyentes en su campo en el siglo pasado. Nació en Berlín de donde huyó del nazismo. Vivió en París, Londres, Estados Unidos y Colombia. Ahí empezó a reflexionar sobre Latinoamérica. Comenzó su carrera marcado por la Depresión y desde entonces desafió las formas tradicionales de la academia. Trabajó en las más prestigiosas universidades estadounidenses y siempre se caracterizó por su pensamiento autocrítico.