La crisis mundial pasa factura a los jóvenes
Una generación en peligro, titula la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al informe sobre las tendencias mundiales del empleo juvenil, un tema que preocupa a todos los países, principalmente en vías de desarrollo, debido a la magnitud de la cifra, de 73,4 millones de jóvenes desempleados en el mundo.
El organismo admite que no es fácil ser joven en el mercado de trabajo actual, y asegura que la prolongada crisis económica agrava la recesión del empleo juvenil y obliga a la generación actual a ser menos selectiva con las ofertas disponibles a tiempo parcial o temporal.
“Los empleos seguros, que en una época eran lo habitual para generaciones anteriores -por lo menos en las economías avanzadas- han pasado a ser más difíciles de conseguir para los jóvenes de hoy”, dice el informe, al asegurar que el empleo informal gana terreno y las transiciones al trabajo decente son lentas y difíciles.
Según los cálculos de la OIT, la tasa mundial de desempleo, que había disminuido del 12,7% de 2009 al 12,3% en 2011, aumentó de nuevo al 12,4% en 2012, y ha seguido haciéndolo hasta el 12,6% en 2013. Se trata de 1,1 puntos porcentuales por encima del nivel previo a la crisis de 2007 (11,5%).
73,4 millones de jóvenes se encuentran desempleados en 2013, según datos de la Organización Internacional del Trabajo
2018 es el año en que se prevé que la
tasa mundial de desempleo juvenil
llegue al 12,8%.
42,3% constituye el porcentaje que maneja
la OIT sobre la relación mundial empleo-población
joven.
Para 2018, se prevé una tasa mundial de desempleo juvenil de un 12,8%, así como un aumento de las diferencias de una región a otra; las mejores cifras previstas para las economías avanzadas servirán de contrapeso al aumento de este fenómeno que sufrirán otras zonas, principalmente Asia, señala el documento. Se calcula que en 2013 hay unos 73,4 millones de jóvenes desempleados, 3,5 millones más que en 2007 y 0,8 millones más que en 2011. La progresiva desocupación y la decreciente participación en la fuerza de trabajo, han contribuido a disminuir la relación mundial empleo-población joven a un 42,3% en 2013, frente al 44,8% de 2007.
Esta baja se debe, entre otras cosas, al aumento de la escolarización. La OIT estima que en 2018, esa conexión se situará en un 41,4%. A escala mundial, el vínculo entre la tasa de desempleo de los jóvenes y la de los adultos, de un 2,7% en 2013, apenas ha registrado variaciones en los últimos años. Así, los jóvenes siguen teniendo casi el triple de probabilidades que los adultos de estar desempleados, y la tendencia al alza en el mundo sigue golpeándoles fuertemente, insiste la investigación.
Precisamente, esa relación mundial disminuyó un punto porcentual entre 2007 y 2012, debido al debilitamiento de la participación en la fuerza de trabajo y al aumento del desempleo, aunque los cambios en la estructura demográfica ayudaron a compensar dicho desgaste. La contribución del desempleo juvenil a la merma de la relación empleo-población fue particularmente acusada en las economías desarrolladas, la Unión Europea y en Asia Oriental.
Desde 2009, el organismo asegura que poco se ha avanzado en la reducción del desempleo en esos países y más bien prevé que la tasa se mantenga por encima del 17% hasta 2015, y disminuya al 15,9% en 2018. Solo entre 2008 y 2012, el número de jóvenes desempleados aumentó en más de dos millones en las economías avanzadas, casi un 25%, cuya crisis también se refleja en el mayor tiempo que lleva encontrar un trabajo y en la menor calidad del mismo.
En la mayoría de los países de la OCDE (Organización de Países Desarrollados), un tercio o más de los jóvenes que buscan trabajo están desempleados, como mínimo seis meses. Sin embargo, la OIT advierte sobre la disminución del desempleo, principalmente en las regiones de Asia, donde oscilará entre el 1,1% en Asia Meridional y 2,5% en Asia Oriental.
El desajuste de las
competencias en los mercados de trabajo de los jóvenes crece. La sobreeducación y el exceso de competencias coexisten con la subeducación’Pero en Asia Meridional y el África subsahariana, las tasas regionales de desempleo juvenil son relativamente bajas, aunque están muy relacionadas con los elevados niveles de pobreza, lo que significa que para muchos jóvenes el trabajo es una necesidad imperiosa. En India, los datos apuntan a que las tasas de desempleo son más elevadas entre las familias con ingresos superiores a 1,25 dólares diarios, que entre las que cuentan con ingresos por debajo de este umbral de pobreza. El informe también examina dos tipos de desajuste de las competencias profesionales y se basa en una comparación entre los niveles de educación de los empleados y de los desempleados. El segundo tipo se refiere al desajuste entre las competencias con que cuentan los jóvenes y las exigidas para los puestos que ocupan.
En las economías avanzadas, los datos apuntan a que los jóvenes que se encuentran en mayor situación de riesgo de desajuste, son aquellos que están en la base de la pirámide educacional. Esto se refleja en cifras relativamente altas de esta población con pocas calificaciones, frente a las de aquella altamente competente. Ese tipo de desajuste aumentó entre 2012 y 2011, lo que indica el deterioro de la posición en el mercado de trabajo de los muchachos poco calificados.
Además, entre los grupos del mercado laboral que a menudo se enfrentan a un elevado riesgo de desajuste, se incluyen las mujeres, las personas discapacitadas y los migrantes. En cambio, el informe asegura que los mercados de trabajo para este grupo de personas en las economías en vías de desarrollo son muy distintos respecto a las desarrolladas. En las primeras, señala la OIT, la naturaleza ocasional del empleo y la tendencia a que abandonen pronto sus estudios, son las características de los mercados de trabajos que más directamente los distinguen de las economías desarrolladas.
Si se comparan con las economías avanzadas, estos países se enfrentan a los desafíos adicionales que suponen el desempleo y los trabajadores pobres, siendo estos últimos la mayoría que integra la economía informal, tanto en las zonas rurales como urbanas. En definitiva, la investigación recalca que el desempleo juvenil es un problema grave en los países con ingresos bajos.
Al analizar los valores promedio en diez países, el informe señala que hasta ocho de cada 10 trabajadores jóvenes están empleados en el sector informal, seis de cada diez no tienen un contrato de empleo estable y un tercio está subcalificado para el trabajo que desempeña. El panorama afecta la productividad de la empresa y la seguridad de los propios trabajadores, añade el documento.
Sostiene que los elevados niveles de subutilización de la mano de obra joven en las economías en desarrollo son un lastre para el progreso. En las regiones en desarrollo, hasta un 60% de los jóvenes no tiene trabajo, no estudia, o trabaja en empleos ocasionales. Es decir, casi dos tercios de este segmento poblacional, no aprovecha todo su potencial económico.
Asimismo, tanto los ingresos de las familias, como la mayor inversión en educación y el origen urbano también parecen favorecer la transición de los jóvenes en el mercado de trabajo. En tanto que la rotación entre ocupaciones hasta encontrar aquella que mejor se adecúa a las propias características de los jóvenes no es una práctica habitual en las economías en desarrollo.
Cuando la oferta laboral es escasa, ellos tienden a aferrarse al trabajo, independientemente de su calidad, relata el informe. Los representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores de los 185 Estados Miembros de la OIT presentes en la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo de junio de 2012, identificaron cinco áreas clave de política para superar la crisis, como un compromiso no solo del Gobierno, sino también de los empresarios para superar los escollos.