Foro Económico Mundial sin soluciones a la crisis
El 43 Foro Económico Mundial, que sesionó en la última semana de enero de 2013 en la estación alpina de Davos, en Suiza, pretendió alejar el ánimo de crisis, sin lograr propuestas concretas para solucionarla, según expertos.
Si bien se reunieron 2.500 empresarios, gobernantes y autoridades financieras de diversos países, las expectativas quedaron por debajo de lo previsto porque al final, los mismos que generaron el deteriorado ambiente económico actual, ahora no encuentran la salida y sólo dicen ver una luz al final del túnel.
Todo parece indicar que el túnel es demasiado largo o la luz es muy tenue para despertar los ánimos y alejar la incertidumbre frente a una economía que solo comenzará a recuperarse después del segundo trimestre de 2013, de acuerdo con las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Si bien ya poco se habla de la ruptura de la Eurozona, Japón relanza su economía y Estados Unidos evitó el abismo fiscal (aumentos automáticos de los impuestos y reducciones al gasto) y con ello una nueva recesión, todo depende de asumir decisiones correctas, retomar el camino del crecimiento y reducir las elevadas deudas.
Pero parece que desde 2007 a la fecha, cuando arrancó la actual crisis, la experiencia no es suficiente y Davos no pudo aconsejar nuevas recetas, sobre todo para elevar la preocupación por la vida, la humanidad, la lucha contra la desigualdad y la exclusión, y la seguridad alimentaria.
A pesar de esas urgencias, los planteamientos fueron más de lo mismo: suavizar controles arancelarios, eliminar inversiones en programas sociales, recortes salariales y, sobre todo, inrementar los grandes capitales mundiales. Con escasas excepciones, los debates se concentraron en resaltar fórmulas para maximizar las ganancias de los que más tienen y en cómo preservar a los grandes bancos de la quiebra, para lo cual no faltan los rescates financieros.
Según los expertos, Davos dejó la sensación de un positivismo con reservas y de peligros que aún amenazan como la perspectiva de que los 202 millones de desempleados registrados en 2012 seguirán creciendo en 2013 y 2014, con muy pocas posibilidades de reanimación del mercado laboral.
Preocupaciones de ricos, desafíos para pobres
El FMI calcula que la economía mundial crecerá este año 3,5%, ligeramente superior al 3,2% de 2012. Sin embargo, la mejora no será homogénea: la Eurozona y Japón están en recesión, mientras Estados Unidos crece débilmente y las economías emergentes como China registran una expansión más veloz. Ante esos pronósticos el temor de la elite empresarial, de los medios financieros y políticos, es que la crisis de deuda de la zona euro contagie al resto del mundo, de ahí sus medidas de austeridad y reajustes.
Pero durante los cinco días de debates no se escucharon propuestas que infundieran confianza o esperanza sobre la Eurozona, a pesar de reconocer que es “el mayor problema económico y el mayor riesgo a nivel mundial”. Al respecto, el ex presidente de México, Felipe Calderón, señaló que “Europa debe crear un cortafuegos para evitar la caída de la tercera y cuarta economías europeas ,
Italia y España, y que la crisis salpique al resto del mundo, porque recuerden
que estamos en el mismo barco”.
Junto con otras voces acreditadas, pidió a Alemania asumir el costo de la crisis europea y salir en ayuda de los países más afectados de la zona euro. Sin embargo, ante el mismo plenario la canciller alemana, Ángela Merkel, una de las principales defensoras de imponer austeridad a las naciones con dificultades y las mismas a las que insta a impulsar el empleo, llamó a mejorar la movilidad de las fuerzas laborales dentro del mercado común.
Manifestó que Portugal y Grecia tienen el mismo problema, pero, en su opinión, la culpable no es la política de ahorro. Merkel consideró que austeridad y crecimiento son caras de la misma moneda, a pesar de que organismos como el FMI calificaron de error la receta de reducir gastos públicos, pues perjudicó el crecimiento y el empleo. Con más realismo se expresó el economista estadounidense Nouriel Roubini, uno de los primeros en predecir el estallido de la actual crisis, al afirmar que los países periféricos de Europa entrarán en un círculo vicioso si Alemania sigue imponiendo austeridad.
De ahí que el eufemístico lema de “resistencia dinámica” pretendió crear la conciencia de enfrentarse a los problemas para triunfar, adaptarse a cambios, resistir choques repentinos y recuperarse de ellos, a la vez de enarbolar nuevos objetivos. Todo ello con el propósito de hacer resurgir a la economía de una manera estable, capaz de crear empleos, aunque muchos de sus predicadores son artífices de buena parte de los recortes de puestos laborales.
En ese debate se conoció la propuesta del subgobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, quien aseguró que actualmente el crecimiento de su país está más basado en la inversión nacional y en el consumo, que es robusto. Mientras el ministro de Economía y Finanzas japonés, Akira Amari, defendió las medidas para impulsar el producto interno bruto, incrementar la competitividad de la economía y lograr el equilibrio presupuestario a mediano y largo plazo, con el fin de mejorar la salud de la economía nipona, que ha sufrido una doble deflación.