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Ecuador, 26 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Una típica resurrección Sobre Crimen y castigo, de Fiódor Dostoyevski

Por Andrés Cárdenas Matute

 

Aristóteles dijo que el hombre que no vive en sociedad —que no quiere vivir en “la polis”— se convierte en una bestia o en un dios.

 

Ambas categorías —la bestial y la divina— están muy cercanas entre sí y eso, Rodión Románovich Raskólnikov, lo sabe.

 

Raskólnikov ha estado dando vueltas a una teoría que envía a un periódico local sin muchas esperanzas de ver sus letras impresas: los hombres superiores están por encima del crimen. Lo demuestran las biografías de la larga lista de héroes de piedra que rodeamos en las plazas.

 

Esto, que podría pasar por otra simple hipótesis política entre tantas, tal vez no habría salido del estudio del joven estudiante de Derecho si no fuera por lo que ahora llamamos over thinking: por encerrarse en su mínimo departamento en un quinto piso para ver pasar los días entre el aislamiento y la misantropía.

 

La gente inteligente sufre más.

 

Lo dice el personaje ruso de 23 años y lo confirma un paper actual de Teología que habla sobre el infinito sufrimiento de Jesús antes de morir, colgado como ladrón, después de que los testimonios dicen que podía incluso ver en el interior de los corazones.

 

Los seres inteligentes sufren más, es un hecho, estudios científicos lo dicen también.

 

Raskólnikov, al final, ya en Siberia por matar a una vieja prestamista —soy un spoiler, lo admito—, sabe que los exiliados por delitos políticos, aunque desprecien a los reos comunes —y tal vez por eso mismo, precisamente— son espiritualmente inferiores a ellos.

 

Esto no impide que Raskólnikov los desprecie a todos.

 

El juez de instrucción, en una conversación informal, meses antes de que lo aprendieran, le había dicho a Raskólnikov: “Yo lo considero como uno de esos hombres que se dejarían arrancar las entrañas sonriendo a sus verdugos con tal de haber encontrado una fe o un dios”.

 

Crimen y castigo no es una novela ‘sobre la culpa’ de un hombre, como burdamente se la ha empaquetado. Es la historia de un asesino que, literalmente, cae a los pies de una prostituta por un motivo tan viejo como eficaz: un amor inmaculad.

 

 

Entonces, si Dostoyevski estuviera aquí, en este momento de la historia de la humanidad, nos diría que esta novela, entre todas las otras, no es sino la historia de una típica resurrección.

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