Si bien la construcción de la identidad de una persona o de un pueblo se basa en el conocimiento del otro, para diferenciarnos y posibilitar el contraste y la definición de imaginarios colectivos, también es cierto que este proceso puede darse con la mirada hacia la gente de la misma tierra, con los mismos orígenes e intereses.

Basándose, pues, en esta idea, el geógrafo Víctor Hugo Torres Egas, oriundo de Santo Domingo, se echó encima la tarea de coordinar esta obra, compuesta de testimonios de gente del lugar, de gente que no pertenece a ningún medio político o institucional, y que tampoco pertenece al mundo de las Letras; es decir, estas personas han colaborado con sus experiencias de primera mano, con una escritura sencilla y sincera. Esta es una minga para construir una región, la de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Las 37 crónicas, fruto de la escritura de 19 colaboradores, están divididas en cuatro partes que pretenden otorgarle a la obra una suerte de cronología, es decir, si bien los relatos no se juntan en un solo relato que se desarrolla linealmente, sí es posible, a través de estos, construir mentalmente un antes, una época de desarrollo y una época actual, que está en trance de convertirse en algo más, al tiempo que se constituye hoy en una de las regiones más pobladas del país, y que recibe, asimismo, una gran cantidad de migrantes de otras partes del Ecuador.

Muchos de estos colaboradores no son autóctonos de la región, pero se han asentado allí definitivamente haciéndola suya, como una tierra prometida que aún, empero, muestra falencias y que aún debe desarrollarse. Y esta obra, precisamente, apunta a ese afán de crecimiento, proponiendo historias que tienen que ver con las virtudes y falencias dentro de la región, de cómo se ha manejado el crecimiento de la población, de cómo, día a día, la ciudad de Santo Domingo, como centro neurálgico, se ha expandido y las consecuencias que esto conlleva.

Los relatos son precisamente narraciones sobre la cotidianidad, desde distintos ángulos, lo que completa un panorama general de una de las regiones que más ha crecido en los últimos años. La historia, así, deja de ser escrita desde las aulas o desde una posición sobre la población, por encima de quienes viven, para bien o mal, los cambios en su comunidad. Esta es una historia escrita por quienes la hacen con su trabajo diario, con sus problemas y sus propuestas para solucionarlos.

Tan diversa es esta ‘minga literaria’ que se ha respetado en la versión final el uso de cada autor al nombre de la lengua del lugar, y no porque haya sido un descuido en la edición, sino que tanto los correctores de estilo como el coordinador consideran que siendo algo propio, que implica una concepción étnica, cultura, más allá de lo purista u ortográfico, el nombre de la lengua debe escribirse en esta obra tal como lo considere cada uno de los colaboradores.

Es esta una obra de fácil lectura y que permite, dentro de un territorio tan diverso como el nuestro, reconocer, ahondar, husmear en la propia casa, que a la vez parece distante, encontrarnos con un espacio donde la identidad de otros, la propia, de alguna forma, se ve reflejada desde los detalles hasta el panorama general de una región.