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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Sonia Manzano: `La creación debe ser anterior a la reflexión crítica

Sonia Manzano (Guayaquil, 1947) nos recibe en su casa en Urdesa, en el puerto. Ha sido un ir y venir hasta hallar su dirección exacta, pero al entrar en su espacio, las dudas se desvanecen poco a poco. Su rostro se ilumina con cada pregunta; se vuelve, ojos al cielo de cuando en vez, con cada respuesta.

¿Podemos hacer un alto y fijarnos en el camino recorrido desde sus primeros poemas?

El camino que ha recorrido mi poesía desde sus primeros textos hasta la fecha, ha sido largo y arduo, pero en mucho gratificante, considerando que en ese transcurrir he podido publicar 10 poemarios que han concitado sobre sí la aceptación de un estimable número de lectores, a más de juicios críticos, en su mayoría, favorables. Hago el alto requerido, con el mayor de los gustos.

Ese afán, Sonia, por la minucia, por el detalle pequeño, que cruza toda su poesía, (me refiero a Reina de corazones, por ejemplo ¿es una distancia de los grandes discursos o una mirada diferente con respecto a otras voces?

Ese afán por el detalle pequeño se hace más ostensible en mi poesía a partir de full de reinas, cuando mi palabra cobra un ritmo más ansioso, el que para sustentarse tuvo que hacer uso de una ambientación nutrida. Contar con esta “utilería”, lograda a base de la acumulación de referentes mínimos, me permitió levantar imágenes variadas, todas en torno a una conjunción astral de reinas cotidianas (en el caso del poemario mencionado). Patente de corza y Último regreso a edén, mis libros posteriores, también presentan este tipo de fragmentarismo, que me ha resultado estratégico para levantar textos cíclicos, de gran aliento. No creo que mi poética, por su naturaleza aglutinante, se distancie de los grandes discursos o tenga una mirada diferente a la de otras voces, ya que en la lírica nacional y universal nos encontramos con poéticas que utilizan esta técnica de naturaleza acumulativa.

¿Van a la par creación y crítica, o nota un desfase en nuestras letras latinoamericanas?

La creación debe ser anterior a la reflexión crítica, pero la autocrítica o la valoración personal del autor sobre lo que está creando debe de ser formulada en el mismo tiempo textual. El primer crítico de una obra es el propio escritor: si su juicio es concesivo y carente de rigor, no logrará trascender su discurso, lo que ya de por sí es grave y preocupante. La crítica en nuestro país es relativamente joven; hablo de aquella provista de seriedad, pues ha sido solo de unas tres décadas para acá que se ha encarado a su ejercicio bajo los lineamientos de una disciplina formal, lo que le otorga actualmente una proyección aceptablemente orientadora, en un gran número de casos, aunque siguen dándose aquellos “juicios” que tanto daño causaron en el pasado, los que fluctuaron entre el elogio excesivo y el comentario dañino, gratuitamente peyorativo.

¿Nota usted diferencias entre el bordado del poema de hoy con relación al de hace unas décadas?

Las corrientes literarias cambian de acuerdo a las épocas en que han surgido; el diseño del lenguaje, en mucho, es una consecuencia del entorno histórico que ha rodeado al autor y su obra.  En mi caso, el bordado de mis primeros textos era menos elaborado y más directo que aquel que fui logrando a medida que iba adquiriendo madurez creativa: antes, el “qué decía” tenía prioridad sobre el “cómo lo decía”; ahora, al cabo de años de oficio, considero que he logrado establecer un equilibrio adecuado, no pasivo, entre estos dos requerimientos.

¿Cuánto pesa la tradición a la hora de acometer un poema?

La tradición está implícita hasta en el discurso más innovador.  Tras el impulso de quien “acomete” un poema, no solo está el talento y la formación de este, sino todo un legado de prácticas discursivas.  Los creadores de última monta están donde están gracias a la tradición literaria que los antecede.  Desconocer esto es irreverente y poco objetivo.

¿Cuán sencillo es tomar el camino de ida y vuelta en el dédalo del mundo?

Ningún laberinto es sencillo de recorrer, mucho menos el del mundo en que nos ha tocado en suerte vivir.  Particularmente tengo la sensación de que todavía, tras una caminata estimablemente larga, mis pasos avanzan hacia un derrotero que no puedo ni quiero definir, pero al que voy, porque no tengo cómo evitarlo y porque siempre estoy interesada en saber con qué nuevos motivos de asombro me voy a topar en el camino.  Los caminos de regreso no me interesan.

No hay recetas, pero ¿con qué mirada se acometen las cosas, desde su perspectiva?

Las acometo con una mirada sensorial: mi poesía primero pasa por el plano de las sensaciones antes de irse a la esfera de lo cerebral.
Yo no escribo sobre lo que no siento porque eso sería contravenir el primer mandamiento de mi poética: transmitir sacudimientos íntimos que a su vez consigan sacudir la intimidad de quien los recepta.

En cuanto al canon, ¿cree que se desplaza con ligereza o demora según debería?

Depende del canon: hay cánones convencionales que por su naturaleza no saltan los límites de lo estacionario, como hay cánones que se desplazan dentro de una práctica discursiva cuya prioridad es la de reinventarse continuamente. En estos dos tipos de cánones es factible encontrarse con discursos de alta calidad, aunque la fuerza suscitadora de nuevas poéticas siempre estará implícita en el canon cuyo tránsito irremediable es el de ir de una ruptura a otra.

¿Hacia dónde los pasos actuales en poesía, Sonia?

Hacia donde me lleven mis propósitos de trascender lo que hasta aquí he logrado en materia poética.  El día en que constate que hay indicios de involución en mi palabra, no dejaré de escribir poesía, aunque ya solo la produciría para mi consumo interno.
Estoy terminando de pulir un poemario que recoge textos que he escrito en estos últimos años, al que estoy pensado titular Mordiscos de humo.

¿Qué hace de una poeta fijarse, creer en el futuro e investigar sobre las voces más jóvenes en el ámbito hispanoamericano?

Mi presente creativo no pierde de vista al futuro, dentro del cual aspira a concretar proyectos que todavía esperan turno para ver la luz de la letra impresa.  Tener propuestas que cumplir para más adelante es una estrategia que me permite seguir viviendo y, por extensión, seguir escribiendo.
Mi auténtico interés en lo que están logrando las voces más jóvenes en  el ámbito hispanoamericano, a más de significar el justo reconocimiento de una poeta madura a una promoción cuyo principal aval está dado por un afán de búsqueda de poéticas innovadoras, se constituye en un factor de suscitación importante para mi tarea creativa, ya que siempre es necesariamente refrescante remitirse a productos  que ofrecen estilísticas inéditas.

Aquellas incursiones en la narrativa que ha tenido no han sido pocas. Pienso en las novelas Y no abras la ventana todavía, Que se quede el infinito sin estrellas, Eses fatales, y el “cuentario” Flujo escarlata. ¿Cuán sencillo es volcarse a otro género?

Pasar de un género a otro es un acto de libre voluntad del escritor, lo difícil es dar ese paso de manera decorosa, en mi caso, haber incursionado en la narrativa, no significó el que abandonara la poesía, ya que he procurado fusionar estas dos vertientes en un solo discurso, lo que quizás ha provocado que mi prosa esté provista de una gran carga lírica y mi lírica, de rasgos reconociblemente  narrativos. Como escritora multigenérica no creo en la división de los géneros.

Su paso por la función pública significó la inauguración de la subsecretaría de cultura en la región litoral. ¿Qué guarda de aquel lapso?

El tiempo que estuve ocupando la subsecretaría de cultura de la región litoral fue relativamente corto, un año cuatro meses, aunque sumamente intenso en cuanto al trabajo que me tocó desarrollar junto a mi equipo de colaboradores.

Abrigué muchos sueños en este periodo y en base a ellos planifiqué el macroproyecto Todos Somos Cultura, cuya finalidad fue la de promocionar los derechos culturales de la ciudadanía en sectores urbano-marginales y rurales de toda la región, a más de la de suscitar la producción cultural de los pobladores de estos espacios.

Pude hacer el pilotaje de este proyecto durante cuatro meses, a inicios de 2008, lamentablemente el  Ministerio de Cultura se vio impedido de otorgar la asistencia financiera que demandaba concretar este gran sueño.  Fue por este obstáculo que abandoné mis funciones, contando con la esperanza de que estas serían ocupadas por un nuevo subsecretario, necesariamente de mayor peso político, a fin de que lo que yo no había podido lograr, él pudiera hacerlo, aunque sea de manera relativa.  La cultura de la región todavía sigue esperando por acciones oficialistas que garanticen su generación, su desarrollo y su promoción.

Obviamente, la música ha ocupado un importante espacio en su vida. ¿Qué es la música para usted y cómo se congenia con la escritura?

La música es para mí como el oxígeno y la escritura, como el hidrógeno: juntas conforman el agua de la cual beben mis obsesiones enfermizas por hacer arte y disfrutar de ello.

Aquel espacio para la cultura y para los amigos que fue Piazzolla tuvo su tiempo de esplendor. ¿Lo ve como una serie de recuerdos? ¿Cuáles son los que más atesora?

Sí, realmente fue un tiempo de esplendor el que disfruté durante los casi nueve años de existencia que tuvo Piazzolla, cafetería en la que mi identidad de bohemia irremediable se “extrovertió” libremente a través de mi desempeño como pianista. Recuerdo con verdadera nostalgia esas noches de piano y vino que compartí en compañía de inolvidables amigos y de “bohemios con clase”, en general.

Fernando Balseca se ha referido a su poesía diciendo que se ha arriesgado a dar el paso entre el buen decir y el mal decir; o sea desde la poesía reducida a la “expresión de la belleza mediante la palabra” hacia esa expresión que sacude al lector. ¿Está usted de acuerdo?

Celebro que el buen crítico y valioso escritor que es Fernando Balseca opine que mi discurso ha logrado cruzar desde una tónica convencional hacia la expresión transgresora; esa que provoca sacudimientos en los lectores para movilizarlos  hacia alguna  reflexión significativa.  No solo que estoy de acuerdo con este juicio de Balseca, sino que me siento complacida de que él considere a mi poesía como  “contraventora”  del orden estético establecido.

Hay un sutil humor en sus poemas, que resulta extraño en un medio en que las letras casi son vistas como sinónimo de solemnidad. ¿De dónde proviene esa veta en su poesía?

Estoy convencida de que proviene de mi afán de querer desprestigiar a la realidad en sus aspectos más cuestionables. Utilizo al humor como un instrumento para revelar sentidos ocultos, para dejar al desnudo verdades que solo pueden alcanzar su verbalización total a través del sarcasmo afilado.

La educación también ha sido parte de su compromiso con el entorno. ¿Cómo sembrar el amor por la literatura?

Se siembra el amor por la literatura transmitiéndola con pasión genuina y metodología didáctica adecuada, en las aulas estudiantiles, ahí donde comienzan a perfilarse las vocaciones. Incentivar el gusto por la lectura acercando al niño y al joven hacia textos que les resulten subyugantes por su temática y contenido, y que aparte de ello posean calidad literaria, es como ponerles un universo de infinitas y mágicas posibilidades al alcance de sus ojos.

¿Cuál es la instancia mejor para la formación de escritores?

La instancia mejor es aquella en la que el autor ha logrado una afinación de sentidos tal, que es capaz de decodificar las imágenes más auténticas por las que el arte, en cualquiera de sus lenguajes, rinde su libre testimonio sobre la vida. Un agudo desentrañador de los signos del hombre y de sus circunstancias existenciales está facultado a crear sus propios códigos estéticos.

Sonia Manzano (Guayaquil, 1947) nos recibe en su casa en Urdesa, en el puerto. Ha sido un ir y venir hasta hallar su dirección exacta, pero al entrar en su espacio, las dudas se desvanecen poco a poco. Su rostro se ilumina con cada pregunta; se vuelve, ojos al cielo de cuando en vez, con cada respuesta.

 

¿Podemos hacer un alto y fijarnos en el camino recorrido desde sus primeros poemas?

El camino que ha recorrido mi poesía desde sus primeros textos hasta la fecha, ha sido largo y arduo, pero en mucho gratificante, considerando que en ese transcurrir he podido publicar 10 poemarios que han concitado sobre sí la aceptación de un estimable número de lectores, a más de juicios críticos, en su mayoría, favorables. Hago el alto requerido, con el mayor de los gustos.

 

Ese afán, Sonia, por la minucia, por el detalle pequeño, que cruza toda su poesía, (me refiero a Reina de corazones, por ejemplo ¿es una distancia de los grandes discursos o una mirada diferente con respecto a otras voces?

Ese afán por el detalle pequeño se hace más ostensible en mi poesía a partir de full de reinas, cuando mi palabra cobra un ritmo más ansioso, el que para sustentarse tuvo que hacer uso de una ambientación nutrida. Contar con esta “utilería”, lograda a base de la acumulación de referentes mínimos, me permitió levantar imágenes variadas, todas en torno a una conjunción astral de reinas cotidianas (en el caso del poemario mencionado). Patente de corza y Último regreso a edén, mis libros posteriores, también presentan este tipo de fragmentarismo, que me ha resultado estratégico para levantar textos cíclicos, de gran aliento. No creo que mi poética, por su naturaleza aglutinante, se distancie de los grandes discursos o tenga una mirada diferente a la de otras voces, ya que en la lírica nacional y universal nos encontramos con poéticas que utilizan esta técnica de naturaleza acumulativa.

 

¿Van a la par creación y crítica, o nota un desfase en nuestras letras latinoamericanas?

La creación debe ser anterior a la reflexión crítica, pero la autocrítica o la valoración personal del autor sobre lo que está creando debe de ser formulada en el mismo tiempo textual. El primer crítico de una obra es el propio escritor: si su juicio es concesivo y carente de rigor, no logrará trascender su discurso, lo que ya de por sí es grave y preocupante. La crítica en nuestro país es relativamente joven; hablo de aquella provista de seriedad, pues ha sido solo de unas tres décadas para acá que se ha encarado a su ejercicio bajo los lineamientos de una disciplina formal, lo que le otorga actualmente una proyección aceptablemente orientadora, en un gran número de casos, aunque siguen dándose aquellos “juicios” que tanto daño causaron en el pasado, los que fluctuaron entre el elogio excesivo y el comentario dañino, gratuitamente peyorativo.

 

¿Nota usted diferencias entre el bordado del poema de hoy con relación al de hace unas décadas?

Las corrientes literarias cambian de acuerdo a las épocas en que han surgido; el diseño del lenguaje, en mucho, es una consecuencia del entorno histórico que ha rodeado al autor y su obra. En mi caso, el bordado de mis primeros textos era menos elaborado y más directo que aquel que fui logrando a medida que iba adquiriendo madurez creativa: antes, el “qué decía” tenía prioridad sobre el “cómo lo decía”; ahora, al cabo de años de oficio, considero que he logrado establecer un equilibrio adecuado, no pasivo, entre estos dos requerimientos.

 

¿Cuánto pesa la tradición a la hora de acometer un poema?

La tradición está implícita hasta en el discurso más innovador. Tras el impulso de quien “acomete” un poema, no solo está el talento y la formación de este, sino todo un legado de prácticas discursivas. Los creadores de última monta están donde están gracias a la tradición literaria que los antecede. Desconocer esto es irreverente y poco objetivo.

 

¿Cuán sencillo es tomar el camino de ida y vuelta en el dédalo del mundo?

Ningún laberinto es sencillo de recorrer, mucho menos el del mundo en que nos ha tocado en suerte vivir. Particularmente tengo la sensación de que todavía, tras una caminata estimablemente larga, mis pasos avanzan hacia un derrotero que no puedo ni quiero definir, pero al que voy, porque no tengo cómo evitarlo y porque siempre estoy interesada en saber con qué nuevos motivos de asombro me voy a topar en el camino. Los caminos de regreso no me interesan.

 

No hay recetas, pero ¿con qué mirada se acometen las cosas, desde su perspectiva?

Las acometo con una mirada sensorial: mi poesía primero pasa por el plano de las sensaciones antes de irse a la esfera de lo cerebral.

Yo no escribo sobre lo que no siento porque eso sería contravenir el primer mandamiento de mi poética: transmitir sacudimientos íntimos que a su vez consigan sacudir la intimidad de quien los recepta.

 

En cuanto al canon, ¿cree que se desplaza con ligereza o demora según debería?

Depende del canon: hay cánones convencionales que por su naturaleza no saltan los límites de lo estacionario, como hay cánones que se desplazan dentro de una práctica discursiva cuya prioridad es la de reinventarse continuamente. En estos dos tipos de cánones es factible encontrarse con discursos de alta calidad, aunque la fuerza suscitadora de nuevas poéticas siempre estará implícita en el canon cuyo tránsito irremediable es el de ir de una ruptura a otra.

 

¿Hacia dónde los pasos actuales en poesía, Sonia?

Hacia donde me lleven mis propósitos de trascender lo que hasta aquí he logrado en materia poética. El día en que constate que hay indicios de involución en mi palabra, no dejaré de escribir poesía, aunque ya solo la produciría para mi consumo interno.

Estoy terminando de pulir un poemario que recoge textos que he escrito en estos últimos años, al que estoy pensado titular Mordiscos de humo.

 

¿Qué hace de una poeta fijarse, creer en el futuro e investigar sobre las voces más jóvenes en el ámbito hispanoamericano?

Mi presente creativo no pierde de vista al futuro, dentro del cual aspira a concretar proyectos que todavía esperan turno para ver la luz de la letra impresa. Tener propuestas que cumplir para más adelante es una estrategia que me permite seguir viviendo y, por extensión, seguir escribiendo.

Mi auténtico interés en lo que están logrando las voces más jóvenes en el ámbito hispanoamericano, a más de significar el justo reconocimiento de una poeta madura a una promoción cuyo principal aval está dado por un afán de búsqueda de poéticas innovadoras, se constituye en un factor de suscitación importante para mi tarea creativa, ya que siempre es necesariamente refrescante remitirse a productos que ofrecen estilísticas inéditas.

 

Aquellas incursiones en la narrativa que ha tenido no han sido pocas. Pienso en las novelas Y no abras la ventana todavía, Que se quede el infinito sin estrellas, Eses fatales, y el “cuentario” Flujo escarlata. ¿Cuán sencillo es volcarse a otro género?

Pasar de un género a otro es un acto de libre voluntad del escritor, lo difícil es dar ese paso de manera decorosa, en mi caso, haber incursionado en la narrativa, no significó el que abandonara la poesía, ya que he procurado fusionar estas dos vertientes en un solo discurso, lo que quizás ha provocado que mi prosa esté provista de una gran carga lírica y mi lírica, de rasgos reconociblemente narrativos. Como escritora multigenérica no creo en la división de los géneros.

 

Su paso por la función pública significó la inauguración de la subsecretaría de cultura en la región litoral. ¿Qué guarda de aquel lapso?

El tiempo que estuve ocupando la subsecretaría de cultura de la región litoral fue relativamente corto, un año cuatro meses, aunque sumamente intenso en cuanto al trabajo que me tocó desarrollar junto a mi equipo de colaboradores.

Abrigué muchos sueños en este periodo y en base a ellos planifiqué el macroproyecto Todos Somos Cultura, cuya finalidad fue la de promocionar los derechos culturales de la ciudadanía en sectores urbano-marginales y rurales de toda la región, a más de la de suscitar la producción cultural de los pobladores de estos espacios.

Pude hacer el pilotaje de este proyecto durante cuatro meses, a inicios de 2008, lamentablemente el Ministerio de Cultura se vio impedido de otorgar la asistencia financiera que demandaba concretar este gran sueño. Fue por este obstáculo que abandoné mis funciones, contando con la esperanza de que estas serían ocupadas por un nuevo subsecretario, necesariamente de mayor peso político, a fin de que lo que yo no había podido lograr, él pudiera hacerlo, aunque sea de manera relativa. La cultura de la región todavía sigue esperando por acciones oficialistas que garanticen su generación, su desarrollo y su promoción.

 

Obviamente, la música ha ocupado un importante espacio en su vida. ¿Qué es la música para usted y cómo se congenia con la escritura?

La música es para mí como el oxígeno y la escritura, como el hidrógeno: juntas conforman el agua de la cual beben mis obsesiones enfermizas por hacer arte y disfrutar de ello.

 

Aquel espacio para la cultura y para los amigos que fue Piazzolla tuvo su tiempo de esplendor. ¿Lo ve como una serie de recuerdos? ¿Cuáles son los que más atesora?

Sí, realmente fue un tiempo de esplendor el que disfruté durante los casi nueve años de existencia que tuvo Piazzolla, cafetería en la que mi identidad de bohemia irremediable se “extrovertió” libremente a través de mi desempeño como pianista. Recuerdo con verdadera nostalgia esas noches de piano y vino que compartí en compañía de inolvidables amigos y de “bohemios con clase”, en general.

 

Fernando Balseca se ha referido a su poesía diciendo que se ha arriesgado a dar el paso entre el buen decir y el mal decir; o sea desde la poesía reducida a la “expresión de la belleza mediante la palabra” hacia esa expresión que sacude al lector. ¿Está usted de acuerdo?

Celebro que el buen crítico y valioso escritor que es Fernando Balseca opine que mi discurso ha logrado cruzar desde una tónica convencional hacia la expresión transgresora; esa que provoca sacudimientos en los lectores para movilizarlos hacia alguna reflexión significativa. No solo que estoy de acuerdo con este juicio de Balseca, sino que me siento complacida de que él considere a mi poesía como “contraventora” del orden estético establecido.

 

Hay un sutil humor en sus poemas, que resulta extraño en un medio en que las letras casi son vistas como sinónimo de solemnidad. ¿De dónde proviene esa veta en su poesía?

Estoy convencida de que proviene de mi afán de querer desprestigiar a la realidad en sus aspectos más cuestionables. Utilizo al humor como un instrumento para revelar sentidos ocultos, para dejar al desnudo verdades que solo pueden alcanzar su verbalización total a través del sarcasmo afilado.

 

La educación también ha sido parte de su compromiso con el entorno. ¿Cómo sembrar el amor por la literatura?

Se siembra el amor por la literatura transmitiéndola con pasión genuina y metodología didáctica adecuada, en las aulas estudiantiles, ahí donde comienzan a perfilarse las vocaciones. Incentivar el gusto por la lectura acercando al niño y al joven hacia textos que les resulten subyugantes por su temática y contenido, y que aparte de ello posean calidad literaria, es como ponerles un universo de infinitas y mágicas posibilidades al alcance de sus ojos.

 

¿Cuál es la instancia mejor para la formación de escritores?

La instancia mejor es aquella en la que el autor ha logrado una afinación de sentidos tal, que es capaz de decodificar las imágenes más auténticas por las que el arte, en cualquiera de sus lenguajes, rinde su libre testimonio sobre la vida. Un agudo desentrañador de los signos del hombre y de sus circunstancias existenciales está facultado a crear sus propios códigos estéticos.

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