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Itinerario

Ruta del Cimarrón: A las siete provincias más afro de Ecuador

Ruta del Cimarrón: A las siete provincias más afro de Ecuador
02 de noviembre de 2015 - 00:00

La Organización de Naciones Unidas instó a sus afiliados para que apliquen instrumentos legales y proclamó entre enero del 2015 hasta diciembre del 2024 el Decenio Internacional para los Afrodescendientes. Será una década para que los estados y la sociedad resuelvan problemas estructurales que presentan formas de inequidad, socavan la identidad, limitan el ejercicio de los derechos individuales y colectivos y las oportunidades de acceso al desarrollo y a los servicios básicos.

En 2009, Ecuador elaboró el Plan Plurinacional para Eliminar la Discriminación Racial y la Exclusión Étnica y Cultural, una iniciativa pionera de igualdad de oportunidades de los pueblos y nacionalidades establecida como Política Pública sobre Interculturalidad. La propuesta estatal es afianzar el modelo de plurinacionalidad e interculturalidad para cerrar las brechas sociales y permitir alcanzar iguales oportunidades de desarrollo para todos. Siguienda esa línea, y para que la población pueda valorar y reconocer a la cultura afrodescendiente, el Ministerio de Cultura y Patrimonio creó la Ruta del Cimarrón. Se trata de una serie de recorridos por los territorios de mayor concentración de afrodescendientes en siete provincias del Ecuador: Esmeraldas, Azuay, El Oro, Santa Elena, Carchi, Imbabura y Guayas. No son meros paseos, sino espacios de trabajo y conciencia sobre el diálogo intercultural, fortalecimiento, reconocimiento, justicia y desarrollo.

Cambiando el destino con arcilla

“Hemos conocido y nos hace falta conocer aún más nuestra historia para así fortalecernos como comunidad, porque un pueblo sin historia no es nadie”, asegura Ana Lucía Lara. Con sus manos da forma a la arcilla que acaba de preparar en el pasillo, junto a la cocina de su casa. En su hogar,  modesto como todos en el poblado carchense de Mascarrilla, en el Valle del Chota, Ana Lucía prefiere que le llamen Anita.

Al igual que el resto de las madres de su comunidad, Anita se multiplica en sus labores en el campo y en el hogar para sostener a su familia. Sus manos y corpulencia dan cuenta de aquello. Hace un par de años se separó de su pareja: Anita dice que fue por su actividades derivadas en calidad de representante del Grupo Artesanal Esperanza Negra. Se considera incomprendida, pero no pierde su sonrisa.

Ahora estudia para conseguir una Ingeniería: no es común encontrar en su poblado a personas que cuenten con preparación de tercer nivel. La asociación que ella dirige se dedicaba a la elaboración de artículos en arcilla que toman formas de diversas rostros afros. El proceso ha beneficiado a toda la población y han entrado en contacto con  organizaciones no gubernamentales que les han acercado asistencias en salud, educación y emprendimientos.

En las figuras, explica Anita, “expresamos la tristeza, la alegría, el enojo, nuestro transcurrir diario”. Según ella, este emprendimiento sirve como un espacio de expresión artística: “nuestro interior lo transformamos en arte”. Dice sentirse liberada de sus problemas cotidianos al momento de trabajar la arcilla e incluso siente la presencia, la herencia ancestral, la fuerza de los guerreros y la alcurnia de las princesas africanas extraídas siglos atrás de África. “Siempre lo he dicho: me siento orgullosa de mis antepasados y defendemos nuestra tierra y nuestra gente“.

Patrones de exclusión y desventajas sociales

Anita pertenece al grupo afrodescendiente, una población que corresponde al 7,2 % del total nacional, según datos de 2010 del Instituto Nacional Ecuatoriano de Censos (INEC). Como el resto, ella no ha estado al margen de las repercusiones implicadas en tener un color de piel distinto al resto, una identidad y cultura diferente, en una sociedad que por siglos ha sido racista y construida desde la mirada blanco mestiza. Esta no es una opinión infundada: en los resultados derivados de la encuesta nacional sobre discriminación racial de 2004, el INEC y determinó que el 65% de los ecuatorianos admiten la existencia del racismo y la discriminación. El índice de prejuicio racial contra los afroecuatorianos es del 76%.

Anita, como todos los afros, ha sentido discriminación y considera que las oportunidades en varios ámbitos de la vida no han sido las mismas que el resto de la población. La situación social de esta población, según el Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017, indica que la pobreza por ingreso es mayor para los afrodescendientes (33%) junto a los indígenas (54%). Siete de cada 10 afros son pobres; presentan la tasa de desempleo más alta, son el segundo grupo con más analfabetismo, poseen las más bajas tasas de asistencia escolar, secundaria y universitaria.

Más de un millón de ecuatorianos tiene un origen africano y están presentes a lo largo y ancho de todo el territorio. Los dos principales territorios ancestrales de herencia africana están situados al norte de la provincia de Esmeraldas, en la Costa, y en el Valle del Chota, que se reparte entre las provincias de Imbabura y Carchi, en la Sierra norte. Guayaquil y Quito, las dos ciudades más grandes del país, han recibido también una importante migración afrodescendiente.

Según cifras del Banco Mundial, Ecuador es el cuarto país del sur del continente en albergar población afro, luego de Brasil, Colombia y Venezuela. En su estudio ‘Desigualdad en América Latina y el Caribe’ se señala la relación estrecha entre pobreza, desigualdad y grupos culturales históricamente discriminados y víctimas del racismo. Las desigualdades raciales y étnicas tienen profundas raíces históricas que se remontan a los períodos coloniales.

 

Identidad, cultura y cimarronaje

La categoría afrodescendiente hace relación a los procesos históricos, culturales e identitarios que los descendientes de la diáspora africana sufrieron en todo el mundo como consecuencia del proceso de esclavización y colonialismo.

Sin embargo, los primeros africanos que llegaron a Ecuador, según los datos de la Federación de Comunidades y Organizaciones Negras de Imbabura y Carchi lo hicieron huyendo de un barco de esclavos que encalló en Esmeraldas en 1553. La historia sostiene que Antón, cimarrón (esclavo rebelde), lideró a este grupo y construyó un palenque: un territorio propio y protegido por ellos.

John Antón Sánchez, catedrático del Instituto de Altos Estudios Nacionales, indica que los aportes fundamentales en economía, política, cultura, arte, ciencia, conocimiento emanados de la afrodescendencia han pasado por momentos históricos de invisibilidad, exclusión y desigualdad debido a la matriz colonial con la que se ha construido el Estado-Nación en Ecuador. “Los aportes que hemos dado son enormes, por ejemplo la esclavitud construyó riquezas para Occidente a través de la extracción  del oro, el cultivo de caña de azúcar, la construcción de la infraestructura colonial”.

A estas reflexiones se suman el sentido de pertenencia al participar activamente en las gestas libertarias donde héroes y heroínas no aparecen en los textos de historia oficial y de enseñanza. Es allí donde el colectivo afrodescendiente plantea la revisión de las narrativas en las memorias oficiales del país para recuperar su presencia histórica y en el resto de ámbitos como la cultura, literatura, narrativa,  conocimiento. (F)

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