Publicidad

Ecuador, 12 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Recomendados

Retazos de piel en el tiempo

Retazos de piel en el tiempo
09 de febrero de 2015 - 10:58

El verso, para algunos poetas, es una imagen pura representada por la palabra, que emerge y se asienta en la mente del lector. El verso es la imagen, es la escena, es el motor primero, como si, extrañamente, el sentimiento del poeta no pasara por el tamiz del lenguaje y lograse transmitirse directamente al lector.

Este parece ser el caso de Gabriel Cisneros, quien ha publicado ya varios libros de poemas: Ceremonias de amor y otros rituales (1996), Ego de piel y cópula panteísta (2003), El otro Dios que soy yo (2004), Ombligo al infierno (2004), Mujeres para morir (2005), Peregrinaje y raptos (2006), Para justificar el aire en los pulmones (2009), 20 giros en la pólvora y otros textos (2010), Mi yo malo (2012). Cada obra es distinta entre sí, pero la brecha más grande se abre con Pieles, su última obra, editada por El Ángel Editor a finales del año pasado.

Por supuesto, el erotismo y el amor, sombras, roces, se confunden en la poesía de Cisneros, para dejar expuestos versos cortos, textos de una extensión precisa para comunicar lo esencial, lo que no puede decir más ni menos:

                                                                        ‘Despertar’
                                                                Si sales de mi sueño
                                                                tal vez pueda escribir
                                                                      la oscuridad
                                                          y no ser el traje de una mujer
                                                           empolvándose en el armario.

 

Hay un quiebre eterno, una nostalgia no superada, el deseo de un cuerpo, el propio, el ajeno, que no está satisfecho nunca, en que el único asidero es la posesión en el recuerdo o en la misma posibilidad de la consumación, lejana. Para hablar con propiedad, la posesión no está abocada a un cuerpo, sino a algo más superficial y profundo a la vez, a la piel, el órgano sensible, la extensión del ser que se escabulle y que el poeta, anhelante, trata de asir.

Qué más ansiedad que la del último poema, fragmentado en fechas, y que lleva como título ‘Instantes del acabose’. Como en una agonía cronometrada —entiéndase esa lucha encarnizada entre la piel y el tiempo, la muerte—el poeta va consignando fechas, que no siguen un orden, que podrían ser reflexiones aisladas, momentos sublimes que hay que eternizar, aunque en la fecha se aprisione a los versos, a la idea misma del instante.

Pero eso hace este poeta, herir hasta casi matar, para revivir y volver a la pelea.

“Maté mi sombra, maté mis palabras”.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media