El pensamiento en cada país, en cada región, depende de circunstancias únicas, cuestiones políticas, geográficas, económicas, sociales. Así, a veces, hablar de un pensamiento unificado por un territorio es algo complicado.

Sin embargo, el pensamiento en el continente africano tiene una característica especial que tiene que ver con su situación política hasta bien entrado el siglo pasado: el colonialismo.

Si bien en Latinoamérica se han desarrollado teorías poscolonialistas, aplicadas a nuestra realidad social y los rezagos coloniales en nuestros medios, el pensamiento poscolonial en África se desarrolló a la par de las luchas armadas por conseguir la independencia en algunos países y a los problemas entre etnias en el continente. Cuando muchos de los pensadores que hoy presentamos habían nacidos, sus tierras de origen no ostentaban el nombre de un país ni la categoría de una república, sino que eran colonias. En algunos casos, las colonias devinieron en comunidades, como en el caso de la Comunidad Francesa, pero la pertenencia a tal o cual colonia o imperio aún se debatía a mediados del siglo pasado en África.

Además, los debates sobre la sociedad en África trascienden el territorio, y devienen en discusiones sobre cuestiones raciales, así, pensadores de otras latitudes, afrodescendientes, han desarrollado trabajos críticos para debatir cuestiones como la tradición afro, la situación de la población afro en varios continentes —política, social, cultural—, así como los desafíos nuevos en una comunidad global para la población afro y su descendencia.

Martin Luther King y Malcolm X, en Estados Unidos, son un claro ejemplo del desarrollo del pensamiento crítico no solo en favor de los derechos humanos, sino, específicamente de los derechos de la población afro frente al dominio de la población caucásica. Este mismo problema fue resuelto en el siglo pasado en el mismo continente africano, cuando en Sudáfrica el Apartheid fue derrotado y la población negra pudo acceder a una categoría de ciudadano más allá del color de la piel. De los ejemplos más notables de Sudáfrica podemos citar, precisamente, a dos hombres, con diferente color de piel, pero ambos abocados a la lucha contra el racismo: Nelson Mandela y J. M. Coetzee.

Y dentro del territorio africano, más allá del color de la piel, el debate se mantiene por la diversidad de etnias que lo pueblan. Así surge también la corriente del panafricanismo, una corriente que aboga por la unión de los pueblos en África, más allá de una división por etnias, para hacer frente común delante de los problemas actuales que, en África, al parecer son más complejos y cobran más vidas humanas a diario: guerra, migración, enfermedad.

El pensamiento en África ofrece diversidad y debate, puntos de vista lejanos y a la vez, cercanísimos, por ser profundamente humanos, pendientes aún de resolución, al ritmo de la aparición de nuevos conflictos.