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Pedro Juan Gutiérrez: ‘La realidad rebasa mi escritura’

Pedro Juan Gutiérrez: ‘La realidad rebasa mi escritura’
09 de diciembre de 2013 - 00:00

A sus 25 años, Pedro Juan Gutiérrez había hecho las veces de obrero agrícola, constructor, soldado, heladero, revendedor, y periodista, entre otras. Su vida estaba repartida entre los recuerdos de Matanzas, su lugar natal, y La Habana, esa ciudad descontrolada bajo el calor del Caribe.

“Entonces mi salario alcanzaba para doce huevos, quiero decir que, si en un día me compraba doce huevos me había terminado todo el salario del mes”, confiesa para mostrar la presión que vivía Cuba en aquella época. Como resultado, varios compañeros de su generación buscaron en la migración o el suicidio la salida para la crisis que lo devoraba todo. Pedro Juan, escribió.

Parte de la vida, creación y experiencia de quien funge como personaje de sus novelas, es compartida hacia nosotros a través de este diálogo que inició en Oaxaca, México y que termina en Lima, Perú.

 

Varios años de silencio anteceden al aparecimiento de Pedro Juan Gutiérrez en la palestra internacional. Los años de Pinar del Río, de la Habana, de la infancia. ¿Qué logra arrancar de ellos para su oficio de escritor?

Mi infancia creo que aporta poco o nada a mi escritura, tuve una infancia normal de clase media-baja, con unos padres buenos y pocos traumas, supongo.

 

Ser experto en helados se alterna en su formación con ser periodista, pasando por revendedor, locutor de radio, etc. Una constante búsqueda condicionada por la necesidad. ¿Hay huella de furia en la escritura que recuerda esa condición?

Sí, creo que es evidente que tantos oficios y  haber estado siempre en la calle desde los 13 años, buscando un poco de dinero, marca para siempre un estilo de vida y de experiencias.

Me alegro mucho de haber tenido una vida difícil y dura. Lo que yo ganaba era muy necesario en mi casa para poder comer.

 

Ser periodista, ha dicho, le aporta a su oficio de escritor. Corazón mestizo, por ejemplo, vuelca todo el talento narrativo sobre la estructura periodística de la crónica. ¿Existió un momento en que el periodismo significó un peso innecesario para el oficio de narrador? ¿Rompió con él?

Rompí con el periodismo o el periodismo rompió conmigo porque cuando salió Trilogía… me echaron de la revista donde trabajaba en La Habana y no quisieron saber nada más de mí. Me alegré mucho porque ya sin compromisos me dediqué solo a la escritura y a la pintura como oficios que practico.Carga mucho ser periodista durante tanto tiempo.

La escritura es reflexión y se necesita ocio y libertad. 

 

La publicación de Trilogía sucia de la Habana le muestra al mundo: se celebra esa forma cruda y violenta de retratar la realidad cubana. ¿Pero para usted, más allá de esa celebración, hay un mensaje por transmitir? ¿Cuál es este?

Debajo de Trilogía… y de cada uno de mis libros hay la intención, quizás, de que el lector reflexione un poco, piense. Creo que el tema esencial en mis libros es la pobreza y el modo en que destruye a las personas y las limita.

La pobreza es terrible porque no nos deja desplegar nuestras alas.

 

Trilogía sucia de la Habana es leída como un grupo de cuentos o como una novela. Esa frontera entre uno y otro género parece estar superada en su narración. ¿Significa que el lenguaje con el que se adentra a contar sus historias no está premeditado como el de un género determinado, sino más bien, como un suceso cotidiano al que le va dando una vida particular y propia?

Los géneros para mí están bien definidos cuando empiezo a escribir. Sé perfectamente si es un poema o un cuento lo que quiero crear. Una novela es algo muy serio. Siempre me da miedo escribir una novela. Ahora estoy terminando una que he pensado durante 21 años. No sabía cómo empezar ni nada, no sabía nada. Como si fuera la primera. No me gusta escribir por gusto o por ganar dinero, escribo por una necesidad interior fuerte. Los cuentos y los poemas son más fáciles para mí, la poesía sale sin pensar, son solo sentimientos.

 

¿Cuánto alimento encuentra ese lenguaje en la oralidad cubana?

Uso mucho el lenguaje cotidiano cubano porque intento anular las diferencias entre literatura y realidad. No escojo demasiado las palabras y evito todo lo sofisticado o difícil.

 

Esa oralidad refleja una dinámica propia del Caribe. ¿Mira en la calificación de su narrativa, como expresión del realismo sucio, una relación con la cultura caribeña?

Sí, soy un escritor caribeño al cien por ciento. Es inevitable en mi caso. Y si escribo algo sobre Europa siempre es de cubanos que viven allí y sus problemas como emigrantes.

 

Una obra que en varios sentidos tiene mucho de autobiografía no solo implica emplear el recuerdo como material de construcción. También está el otro lado, la parte de la disciplina. ¿Cómo es todo el proceso de lectura, relectura y corrección en el oficio de Pedro Juan Gutiérrez?

Correcciones: millones de veces. Corrijo, aumento, recorto, borro y vuelvo a corregir.

Es un proceso continuo durante la escritura y de ese modo hago crecer y mejoro la primera versión. No hay otro modo. A veces he escrito una novela en 6 meses y después estoy un año corrigiendo.

 

Relacionar su nombre con el de autores como Bukoswki o Carver no le ha permitido escapar de la imagen de ‘escritor maldito’. ¿Cuánto hay de verdad debajo de esa nominación?

No creo que sea un escritor maldito. Y creo que Bukowski y otros como Celine o Jack Kerouac solo se hacían pasar por malditos y diablos para tener una imagen propia y vender más. Eso es todo sobre los malditos: imagen pública. Yo creo que soy un escritor normal pero que se fija en la gente más pobre, en los que no tienen voz, que son la enorme mayoría al menos en mi país. Esas historias son las que me interesan. Vivo en Centro Habana, un barrio muy duro, violento y agresivo. Y la realidad cada día rebasa mi escritura.

 

Mencionó en Oaxaca la idea de que gran parte de lo que se consume a nivel de lectura, proviene de la intención de la clase media por contar su versión de los hechos. ¿Acaso hay espacio para que otro tipo de historias, aquellas que no provienen precisamente de esas clases medias, puedan estar disponibles para el gran público lector?

De las clases medias sale siempre todo el arte y la literatura. Platón era clase media.

Pero cada día más gente escribe desde abajo: Elmer Mendoza y Guillermo Arriaga, por ejemplo. Y eso es reconfortante. Esa visión democrática sobre la sociedad y la literatura.

 

¿Como escritor, hay una preocupación suya por relacionar la reflexión de sus obras con la denuncia, que puede ser leída como política? ¿Y como ciudadano, la hay?

No intento criticar nada. Eso es trabajo para políticos y periodistas. La cosa es circunstancial y coyuntural. La literatura es reflexión y pensamiento. No debe tener objetivos de ningún tipo. No debe criticar ni elogiar nada. Solo contar y si se cuenta bien, mucho mejor. 

Perfil:

Nacido en Matanzas, Cuba, en 1950, Pedro Juan Gutiérrez es considerado por la crítica internacional como una voz indispensable en el panorama literario de Hispanoamérica.

Dueño de una obra que explora la perversidad de la sociedad en el individuo, Gutiérrez busca otorgar una voz propia a los eventos que, sucedidos en la margen, tienden a desaparecer sin hacer ruido.

Su obra ha sido publicada a más de  doce de idiomas, en los que se leen novelas como Animal Tropical, Trilogía Sucia de la Habana o El Insaciable Hombre Araña.

Ha recibido el Premio Alfonso García-Ramos de Novela en España (2002) y el Premio Narrativa Sur del Mundo en Italia (2003).

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