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Miguel Rep: piensa, filosofa y conversa mientras dibuja

Foto: Internet
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26 de enero de 2015 - 00:00 - Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

Es poco el espacio para trasladar un diálogo con Miguel Rep. Ese es el maleficio del suplemento impreso y de los diarios tradicionales: no cabe el inmenso caudal de palabras y pensamientos que fluyen en una conversa. Mucho más si se trata de alguien que lee, filosofa y poetiza mientras habla y dibuja.

Por eso, más allá del tema de esta entrevista, hay algo que queda flotando: Rep es uno de esos pensadores que buscó un soporte para su expresión más profunda. Y es un trabajador en todo el esplendor de la palabra: labora con todos los sentidos.

Y ahora que la maléfica coyuntura de unos crímenes y unos lugares comunes nos invaden, nos horrorizan y nos fastidian aprovechamos para dialogar con Rep en el estrecho margen que cabe en el registro impreso de un suplemento cultural.

¿Qué es la caricatura política: una reflexión, una actitud contestataria, un debate o un estímulo a la imaginación?

La caricatura política es una de las especialidades del humorismo gráfico. Se puede manifestar tanto con caricaturas a los políticos, es decir, la exageración de sus rasgos físicos y anímicos, o dibujar lo social. Es una manera de decir no nos gusta el mundo en que vivimos. Lo vamos a criticar, estamos alertas. Pero, como en todo, hay diferentes calidades de humor político, desde el más ramplón hasta el más sutil y erudito.

Bergson teorizaba sobre la naturaleza del humor y decía que uno de los resortes de este es la insensibilidad, es decir, despojarse de cualquier sentimiento y ser un poco despiadado... ¿Es el caricaturista despiadado en su oficio para gatillar el humor?

Hay despiadados y los hay piadosos. En la misma Charlie Hebdo había de las 2 líneas, una salvaje y otra más angelical. Muchas de esas cualidades ya están implícitas en el dibujo, no hace falta leer el texto. Hay dibujos más tiernos, hay otros más crueles. Paradójicamente, Charb y Wolinski, dos de los dibujantes asesinados el 7 de enero, tenían dibujos simpáticos, aun cuando dibujaban al profeta o al musulmán anónimo. Eso no detuvo sus ejecuciones. Los fundamentalistas leían el texto, veían la herejía, no hacían distingos estetas.

¿Cuánto pesa en la tarea de un caricaturista la línea editorial de un medio? ¿Hace mucha diferencia que se dibuje para un diario conservador que para uno progresista?

Creo que un diario, en algún momento, puede ser progresista y contratar un dibujante progresista. Y luego, y hay casos resonantes, el diario muta a un conservadurismo y sigue teniendo a su colaborador-autor con su isla progresista, por el mero peso de su firma.

¿Desde qué tradición dibujas? ¿Hay alguna que pueda considerarse como tal en este campo?

Me considero un saltimbanqui del dibujo. Cuando acometo el tema socio-político, creo que destilo una ideología clara, una subjetividad disfrazada, que considero como de librepensador de izquierda, a veces anarquista. Y mi tradición, si se puede trazar tan brutalmente, es europea con rasgos rioplatenses, no tradición norteamericana, que es lo que más abunda.

¿Cuál es límite que debería tener un caricaturista? Es decir, ¿hay puntos donde no deba entrar el humor o temas que no pueden tratarse con humor?

No hay límites.

¿Hay algún momento en que el ‘deber ser’ del dibujante se convierte, se corrompe por inclinarse a favor de una persona, corriente, partido, gobierno o causa concreta?

Es posible. Yo no soy el mismo dibujando bajo gobiernos de reparto como cuando ataco bajo gobiernos de ajuste. Lo que no hago es embanderarme, para tener independencia y, en todo caso, apoyo crítico.

¿Podemos hablar ya de una tradición de la caricatura? ¿Es posible pensar en esas categorías o se reduce a la expresión de cada caricaturista?

Uno elige dibujar de una manera grotesca temas humorísticos, viendo la realidad lejos de lo real, exagerando, mostrando la paradoja, criticando. Esa elección es una decisión de vida, y un entrar en una tradición que nació en el siglo XIX, con los periódicos, sí.

¿La caricatura ‘europea’ es distinta a la ‘latinoamericana’ o en ese terreno no importa la geografía ni las identidades culturales?

Los que más desarrollaron el rubro fueron los europeos, y luego los estadounidenses. La línea latinoamericana sale de ahí, con riquezas propias, autores muy personales, como con la mayoría de las artes visuales.

¿Cómo ves a la caricatura latinoamericana? ¿Es menos irreverente que antes? ¿Adquiere otros contenidos en los procesos democráticos que viven algunos países de la región?

Creo que se la ve menos irreverente. Sobre todo, y es para agradecer, que esa irreverencia salvaje se veía con los regímenes dictatoriales o con las pseudodemocracias sin libertad de expresión. Cuando la cosa se liberaliza, como hoy, se la ve como más light, aunque a veces no lo sea. Eso hablando de Latinoamérica, claro. Charlie Hebdo, la línea francesa, es otra cosa, más salvaje.

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