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Reseña

Los poemas de Ayala Plazarte: “carátulas de agua entre los ojos”

Los poemas de Ayala Plazarte: “carátulas de agua entre los ojos”
22 de junio de 2015 - 00:00 - Santiago Vizcaíno, Poeta y editor

Y el pasado era como un dibujo geométrico
Mientras atravesaba las otras vidas de su
rostro.

Fredy Ayala Plazarte

 

Acto de rebelión, el poema siempre está al filo de la música, o sea, al borde, antes o después de lo agudo, de lo cortante. Lo que corta, en cambio, es la poesía, que es música pura hecha de lenguaje. Solo entonces, revelación.

Si el poema es rebelión y la poesía revelación es porque su fin no es nombrar. Nombrar, decir, son actos comunicativos. El poema comunica a pesar de, porque está hecho de palabras. Siendo así, el trabajo del poeta se asienta sobre la paradoja, pero también sobre el pleonasmo, el de repetir el silencio.

Cuando la preocupación del poeta se agudiza sobre el sentido del vacío, juguetea con el espacio; las palabras ya no soportan la imposibilidad de no alcanzar el objeto y se descuelgan, aúllan entre el blanco. La agonía de la palabra como significación acrecienta el sentido sobre la forma, sobre el morfema, sobre el fonema hasta llegar a la grafía, y de allí al blanco.

Quizá por ello Freddy Ayala abre este libro con un “hospital de puntos”, es decir, agujerea la nada de la página en blanco. Sus líneas aparecen entre los orificios realizados por los dardos, como si tuviéramos que esquivar las heridas dejadas por la aguja.

“Los fonemas de un siglo muerto” o “las terapias del punto”, el primer movimiento de este poemario, abre una gran interrogante, o más bien una apuesta: ¿y si en principio no fue el verbo? El mecanismo aquí funciona al revés de la lógica: empezar por el punto para llegar a la palabra y, si es posible, a través de puntos y palabras, al fin, al poema. Esta preocupación no es gratuita, “señala una tóxica agonía”, como dice el acto VIII. Puntos suspensivos. Puntos entre paréntesis. Puntos, puntos. El poema es Braille.

La geometría perfecta del punto sobre el papel mecanografiado es una terapia. ¿De qué debe curarse el poeta? De las palabras. Esa “esférica arquitectura” del punto, entonces, es un ojo, es un océano, es el fin. Pero también es el círculo, el cero, el inicio, la nada.

Por ello Ayala ejecuta su segundo movimiento en torno al cero. El cero es silencio, imposibilidad escrita, pero también grafía, vocablo, fonema. Dice y no dice. La contradicción del cero está en la base de la tentativa poética. Al nombrarlo no existe. Se deshace, ya no es cero, es algo, “es un espacio para despabilarse”, como dice el poeta. Y más allá: “Un número que aumenta la estatura del silencio”.

Ayala sabe también del largo romance entre el punto y la línea. Le preocupa la geometría, la exactitud, el largo coito entre muerte (punto) y la vida (línea). Así, pasa del Cero al Uno, que es presencia, sujeto, un índice, un dedo, “un rostro en el cedazo”.

Poderosamente influenciado por la obra monumental de Enrique Verástegui, Rebeliones al borde de una sinfonía ensaya un discurso que navega entre la lingüística y la matemática, pero también entre lo pasado y lo presente. La tentativa es llegar lo más atrás posible, donde habita lo oscuro, lo apenas nombrado, una hilera de puntos. Y acercarse, además, a la exactitud de la ciencia.

Esta tentativa de alcanzar la totalidad es siempre un riesgo, una esperanza. De allí que el poeta recurra siempre a lo cotidiano, que anida sus poemas como los matices de un cuadro cubista.

Estos poemas, de hecho, que han sido escritos en los extramuros del mundo, como diría Verástegui, son espejos rotos con rostros petrificados, “los residuos de un día que murió en veinticuatro instantes”, como dice el poeta, quizá aportando con “un múltiplo más para la angustia”. (I)

Fredy Ayala Plazarte

Nacido Latacunga en 1983. Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador y Estudios de la Cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar. Integrante de los talleres de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Ha publicado ya otros libros de poemas como Zaratana (2007) y Kamastro de Matuta (2009), Nomenclatura del internado (2013) y ensayos sobre poesía. Ha coordinado también antologías poéticas como Premonición a las puertas, una compilación de nuevos poetas ecuatorianos, nacidos desde el año 1979. (I)

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