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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Editorial

Las deudas de la cultura son los hoyos de la historia

Por ahora hay un complejo sistema de conceptos, matrices y modelos en discusión. Nada está dicho ni determinado por un solo enfoque de la cultura, como si el mismo sustantivo ya tuviera una definición nítida para todos. Por lo mismo, cuando termina un año, cargado de sospechas y falsas ilusiones, no queda más que asegurar que apenas hemos andado un milímetro en ese enorme camino que es el devenir de la humanidad._El mundo vive trastornado, casi como embrujado, algo así como impactado, con el mercado y todos sus encantos. Y qué decir de los ‘avances tecnológicos’ que subyugan a ciertas mentalidades e inteligencias de la cultura.

Para ser generosos, que el mundo viva con mejores aparatos y herramientas para desarrollar las artes y las producciones en general no quiere decir que los conceptos de fondo estén en experimentación, sustentación o exploración para arribar a nuevos paradigmas. En estricto rigor, hemos confundido los sentidos de una de las razones reales de la humanidad: su existencia y relación con el pensamiento, y hoy enfrentamos un desajuste con sus propias creencias en cada etapa de la historia.

Hay algo que complica más cualquier análisis: el mundo se ha vuelto estrecho, ajustado, cercano, como si tuviésemos a la mano todas las palabras, imágenes y sonidos para conocernos mejor. Y sí, Internet ayuda. La proliferación de obras y producciones también. La comercialización estimula, pero sigue bajo las leyes del mercado y de esa ‘mano invisible’ que solo consagra a unos y excluye a muchos.

Por nuestros lares, en cambio, hay deudas y déficits, unas angustias por todo lo que parece congelado o inmovilizado. No se trata de un asunto oficial, gubernamental o estatal, sino del pensamiento y la circulación de ideas en todo el campo de la cultura. Saltarán hasta los techos quienes defiendan su obra y sus realizaciones, pero este asunto va más allá: el debate está congelado, bloqueado o, por lo menos, inactivo sobre las ideas en suspenso o colgadas para acelerar o estimular los cambios reales en los procesos y sistemas de relacionamiento.

El próximo año hay mucho por hacer y no está demás insistir en que desde el lado gubernamental se propongan mesas de debate para facilitar esa discusión que nos hace falta para configurar una entelequia en su más estricto sentido y definición.

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