Julio Ortega es, quizás, el último de los críticos latinoamericanos con un trabajo serio y sostenido desde que empezó a escribir. Sus estudios sobre la literatura de la región y su relación con los procesos culturales y sociales han sido fundamentales para entender la formación de los estados nacionales.  Por ejemplo, él señalaba que en América Latina se tenía la hipótesis de que la identidad era provista por la nación, la raza, la ideología política y la clase social, entre otras fuentes. “Sin embargo, desde fines de los años sesenta  todas esas postulaciones de construcción de un horizonte cultural a partir de un sujeto situado entran en crisis. Hoy exploramos  la idea de que nuestros proyectos de identidad se dan en la literatura y en nuestra función de lectores. Entra en crisis el gravamen de literatura nacional, que aparece muy limitada y melancólica. Incluso emerge la idea de una literatura no solamente latinoamericana, sino diversa en la escena global de las lenguas”, señalaba Ortega.

Sus críticas siempre han sido agudas y nada condescendientes, tanto en los textos y autores que estudiaba, como en los géneros narrativos que exploraba. Alguna vez llegó a decir que la crónica era un género sentimental, en el que el cronista evidencia una fácil emotividad. “Es un género menor que no tiene mayor virtud que su brevedad. Los cronistas de hoy escriben sobre lo que ven en la calle y  testimonian sus estados de ánimo, bochornosamente personales. No hay en ello nada intelectual”, apuntaba Ortega, aunque destacaba los nombres de “grandes cronistas” como Alma Guillermoprieto, Carlos Monsiváis, Edgardo Rodríguez Juliá y Tomás Eloy Martínez.

Julio Ortega estuvo en Ecuador como jurado del premio Jorge Icaza, que reconoce a la mejor novela publicada en 2013 con un monto de $ 30 mil. Además, presentó la antología de cuento, editada por él, Ecuador cuenta, que reúne a varios escritores nacionales. “Mi hipótesis de trabajo es que hay que leer el Ecuador más allá del ‘ecuador’ porque no se puede aceptar que un país tenga como destino la geografía. Esa es una forma de pesimismo y de melancolía. Para eso tenemos el lenguaje, para salir de las fronteras”, decía Ortega sobre la antología. 

Aprovechamos su presencia en el país para dedicarle esta edición a su obra y pensamiento.