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James O’Barr: ‘Si tienes 40 años y lees X-Men, algo está mal contigo’

James O’Barr: ‘Si tienes 40 años y lees X-Men, algo está mal contigo’
02 de diciembre de 2013 - 00:00

Lo encuentro al final de un infinito corredor elevado que solo comparte con estruendosas funciones de teatro infantil y galerías fotográficas dedicadas a García Márquez... Sentado frente a bocetos de su creación, James O’Barr, reconocido mundialmente por su novela gráfica El Cuervo (1989), saluda en inglés y firma autógrafos a los pocos fans que tras preguntas laberínticas logran encontrarlo. Aún clasificado como un género y no como un medio, el cómic no se halla en la Feria del Libro.

Su cabello, ahora corto, encanece bajo una gorra militar. Me entusiasmo al leer mi diálogo favorito de Blade Runner en su camiseta: “Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir.” Botas negras y una chompa verde oliva completan su vestimenta. “Esta chompa me la regaló Trent. Es idéntica a las que él usa, solo que las modifica para eliminar cualquier logotipo”. Habla por supuesto de Trent Reznor de Nine Inch Nails: un amigo cercano y colaborador en la banda sonora de El Cuervo (1995). Sí, esa misma. La película que Brandon Lee nunca pudo terminar.

Una admiradora se arrima a James para la foto. Él sonríe entretenido: “¡Es tan pequeña!”. Reviso los bocetos que están a la venta y recuerdo que hasta hace muy poco, todos los “alternativos” de Quito querían ser Eric Draven en las fiestas de disfraces: cara blanca, labios negros, las icónicas líneas verticales en los ojos, pero debido a la torpeza exagerada de su pose, casi siempre terminaban pareciéndose más a Michelena que al antihéroe personificado en pantalla por Brandon Lee.

Al día siguiente, el fotógrafo selecciona un rincón en el subsuelo de la facultad de artes de la Universidad Católica. Durante la sesión le pregunto a O’Barr si de alguna manera el espacio le recuerda a Detroit, su ciudad natal. Me contesta que sí, pero que nota la ausencia de agujeros de bala en las paredes. “Te los ponemos con photoshop”, bromea Mauricio Gil del Comic Club de Guayaquil, organización responsable por su presencia en Quito. “¡En la pared y en tu cuerpo también!”, concluyo. Sin inmutarse, O’Barr confiesa: “Fuera de broma, cuando vivía en Detroit me dispararon... dos veces.”

¿Cómo fue tu experiencia con Sundown, la concebiste originalmente para ser animada?

No. Sundown es un proyecto personal en el que estoy trabajando durante mis ratos libres desde hace 10 años. Soy un gran fanático de las películas de Sergio Leone, así que quise hacer mi propia versión, mi western gótico.. La obra no presenta la diagramación típica del cómic: son viñetas panorámicas, 4 por página. Es totalmente hecha a mano y a color. Trato de escenificar la trama del Mago de Oz en el lejano oeste, son cuatro personajes que se embarcan en una travesía. Cada uno desea algo diferente al final, pero como en todas las buenas historias lo importante es la transformación que sufren a lo largo del viaje.

¿Cómo se convirtió en un cómic animado?

Una compañía en Dallas (Texas) quería que ilustre un proyecto, que trataba sobre un cuatrero. No era un proyecto muy bueno, así que decliné la propuesta y me preguntaron si tenía otras ideas. Durante este tiempo aparecieron los iPad en el mercado y me mostraron artes que alguien más había creado para el iPad. Y pensé: ¡Hey, es casi el mismo formato panorámico de Sundown! Con los iPads, los colores son muy fieles y brillantes -a diferencia de como se ven en un monitor tradicional de computadora- así que decidí intentarlo con ellos. Trabajar con animadores que no comprendían elementos de la teoría del cine como profundidad focal o variaciones de enfoque fue mucho más difícil de lo que imaginaba. Probablemente pasé más tiempo trabajando con los animadores que creando las artes. Se volvió un poco frustrante pero me encanta la apariencia final.

Foto: Fernando Sandoval

¿Qué papel juega la música a la hora de crear de tus cómics?

La música constituye una influencia gigante para mí. Hoy vi a alguien con una camiseta que decía:  “La música es mi droga”, esa es la descripción más exacta que te puedo dar. Uso música para predisponerme emocionalmente según lo que demande el proyecto en el que estoy trabajando. Si dibujo algo violento, escucho Nine Inch Nails o Jesus Lizard, o bandas muy agresivas. Si en cambio dibujo una escena triste escucho ese tipo de música. Normalmente trabajo 16 horas diarias, no tengo televisión ni computadora, solo escucho música todo el tiempo. De hecho esas son dos de mis disciplinas: ni televisión ni computadoras. Consumen una enorme cantidad de tiempo.

¿Cómo se plasmó esta pasión por la música en la adaptación cinematográfica de El Cuervo?

Cuando fui al set, me mostraron las primeras tomas y vi que eran excelentes, llamé prácticamente a todas las bandas que me gustaban y admiraba en ese entonces para preguntarles si querían contribuir con el film. La única regla era que no podrían usar ninguna canción compuesta previamente o un lado B; -el tema- debía ser compuesto específicamente para esta película. De hecho, creo que es la primera vez que eso ha ocurrido. Prácticamente todas las bandas contribuyeron con un tema, terminamos con 28 canciones y algunas no pudieron ser usadas. Sisters Of Mercy escribió una llamada ‘Under The Gun’ (Bajo la pistola), y aunque era una canción realmente buena, nos pareció inapropiado usarla por lo que pasó con Brandon. Así que los temas que no usamos fueron devueltos a las bandas. Sé que algunos se han lanzado al público posteriormente. Pero sí, prácticamente todos los músicos que solicité me enviaron material.

¿Puedes mencionar rápidamente a las bandas que están en la banda sonora de El Cuervo?

Jesus & Mary Chain, Pantera, My Life With The Thrill Kill Kult, Medicine, The Cure, Henry Rollins y claro, Nine Inch Nails...

Ok, pasando a la siguiente pregunta...

Y Helmet! Page [Hamilton] me mataría si no lo menciono.

→ Los cómics de superhéroes no tienen nada que ofrecerme. Creo que Paul Pope hace cosas realmente extraordinarias, y hay gente nueva que va llegando al medio. Rafael Grampá está haciendo un gran trabajo. Pero siempre me encuentro buscando inspiración en el pasado, en artistas que datan desde los cuarenta...Después de tu experiencia creando El Cuervo como una forma de terapia, ¿crees que el ejercicio artístico efectivamente ayuda a purgar el dolor emocional?

No sé si ayuda a purgar el dolor, ciertamente eso no sucedió entonces. De hecho fue más como fornicar una herida, cada vez que trabajaba en El Cuervo me dolía más. En el presente ventilo todas mis agresiones y tendencias violentas en el papel y eso funciona para mí. Ya no soy autodestructivo, en general me alejo de las peleas y casi nunca empiezo una. Así que sacar esas fijaciones negativas en papel me funciona ahora. Pero creo que la tristeza fluye más profundamente que mis cualidades agresivas. Hay algo roto ahí dentro que no puede ser reparado, así que aprendí a vivir con ello y a acoger esas partes rotas sin tratar de repararlas o llenarlas con drogas o nada negativo.

¿Cuánto te involucraste en el proceso de filmar El Cuervo?

Me involucré mucho de comienzo a fin. Fue una larga pelea, una lucha extenuante. Por sobre todo ellos -Dimension Films- querían una película de Hollywood, como Arma Mortal con zombies, simplemente no entendían la historia. Pero afortunadamente cuando Brandon y Alex Proyas subieron a bordo regresamos a la adaptación del libro original y dejó de ser una película típica de acción hollywoodense. Una vez que tuve a esos dos respaldándome, la pelea se volvió más manejable. En un punto sin embargo, la relación llegó a ponerse tan hostil que dijeron: “Aquí está el dinero, hagan su película”, porque se cansaron de discutir con nosotros.

¿Acudías al set todo el tiempo?

Estuve en el set prácticamente todo el tiempo. Después que mataron a Brandon, creo que cuatro o cinco meses después, regresaron a filmar tomas adicionales. Pero no pude regresar después de eso. No podía imaginar mi presencia en esos sets sin Brandon. Al inicio del rodaje estuve allí todo el tiempo. Regresé a Detroit un par de veces para dar entrevistas a la prensa y cosas por el estilo, pero la mayoría del tiempo estuve en el set.

Hablemos de la Autoridad del Código de Cómics, (CCA, por sus siglas en inglés) ya que su aparición censuró y cambió radicalmente tanto la temática como los contenidos del cómic en Estados Unidos, relegándolos casi exclusivamente al público infantil...

Y que hasta ahora no se supera. El CCA en Estados Unidos ha sido esencialmente eliminado gracias a las ventas directas. Las tiendas compran los cómics sin derecho a devolución. Ya no existe esa censura, prácticamente puedes hacer lo que quieras. Puedes ser tan oscuro, violento y sexual como quieras mientras tu obra no se acerque mucho a la pornografía.

¿Qué está pasando con la percepción del público al respecto de los cómics?

Bueno, un artista de cómics muy famoso que tuvo que vivir la controversia del CCA, Wally Wood, dijo una vez: “Los cómics no están muriendo, están cometiendo suicidio lentamente”. Y eso es lo que están haciendo, repitiendo las mismas cosas en vez de expandirse: como resultado no están atrayendo a lectores nuevos. Las mismas personas que los compran ahora, los compraban hace 16 años, excepto que el tipo ahora tiene 35 y sigue comprando X-Men o Hulk. Personalmente no lo entiendo porque esos títulos están pensados para quinceañeros; si tienes 40 años y lees X-Men, algo está mal contigo. Entiendo la nostalgia, pero ahí -en esos cómics- no hay conexión alguna con el mundo adulto. Están hechos para niños... no niños: adolescentes. La mirada de Marvel, DC e incluso Dark Horse hasta cierto punto es tan estrecha, que siguen repitiendo los mismos temas una y otra vez. No están ganando lectores y a la vez pierden lectores por millares debido a la presencia de los videojuegos, Internet, y tantas otras distracciones. La industria de cómics en Estados Unidos está en el peor estado de su historia: libros que vendían un millón de copias hace 10 años ahora venden veinte mil. Veinte mil copias se consideran un éxito en ventas, un hit.

¿La reciente tendencia de adaptar cómics al cine ha influenciado el interés del público en los cómics?

No, -esas películas- no han traído gente a las tiendas de cómics. Disfrutan las películas porque te dan todo masticado, no tienes que aportar nada. El cómic demanda cierta colaboración del lector. Debes proveer el sonido, debes proveer el movimiento y las voces de los personajes. Creo que la generación joven no está acostumbrada a ninguna forma de arte que requiera su participación. Los videojuegos son interactivos, pero no requieren más de ti que tener buenos reflejos. El futuro de los cómics parece deprimente, pero cada manifestación artística necesita desplomarse en algún punto para levantarse otra vez. La música es un buen ejemplo. En los setenta la música se hinchó con estas gigantescas bandas de estadio como Led Zeppelin y Yes pero tuvo que irse a pique para que los Sex Pistols pudieran aparecer y reinventarla. Eso debe pasar con los cómics y así convocar a un nuevo público.

¿Para ti, qué autores le traen esperanzas al futuro de los cómics?

No hay muchos... Me gusta mucho como escribe Brian Azzarello en 100 Balas. Los cómics de superhéroes no tienen nada que ofrecerme. Creo que Paul Pope hace cosas realmente extraordinarias, y hay gente nueva que va llegando al medio. Rafael Grampá está haciendo un gran trabajo. Pero siempre me encuentro buscando inspiración en el pasado, en artistas que datan desde los cuarenta cuando se les consideraba verdaderos artistas no solo artistas de cómics. Jordi Bernet es mi artista favorito. Frank Robbins, la gente que sabe cómo contar una historia casi sin esfuerzo. Es un descubrimiento continuo de estos tesoros del pasado.

¿Qué opinión tienes del resultado final de la película El Cuervo, y qué te gustaría cambiar ahora que van a rehacerla?

Hubo muchas cosas que no me gustaron. Pero cada película es una serie de concesiones, no es una visión única, tienes un equipo técnico de 200 personas y no todos están tan comprometidos como el escritor o el director o los actores. Para la mitad del equipo, es tan solo otro trabajo. Así que siempre hay que llegar a acuerdos. Además es la única forma de arte en la que necesitas un patrocinador. Y es que es tan costoso que necesitas un financista para poder ejercer tu arte, así que hubo muchas cosas que no pudimos hacer por restricciones económicas. Pero esta vez, con Relativity Films ellos quieren que hagamos la película basándonos fielmente en el libro. Siento que estamos trabajando juntos en vez de ser yo quien trabaja en contra del estudio.

Para cerrar, ¿qué experiencia te llevas del Ecuador y de tus fans, aquí en la Feria del Libro?

Me encanta Ecuador, Quito es una ciudad muy bella, sinceramente, estuve en Chile, Perú y México y no entiendo porqué pero los ecuatorianos son la gente más atractiva de todos esos países. No sé si es una mezcla de la migración, pero son gente muy atractiva y grácil, muy amables. La ciudad es hermosa, está limpia. Sabes, la gente (principalmente los gringos) me dicen que tenga cuidado por las noches y pienso: ¡No veo nada! ¿A qué se supone que le debo tener miedo? Pero soy de Detroit así que eso debe tener algo que ver. Soy de Detroit y mido 1,87. Supongo que si puedes quitarme un objeto personal y huir con tus dientes intactos, probablemente mereces quedártelo.

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