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Hittar Cuesta, un centurión sobre las cuerdas de acero

Hittar Cuesta, un centurión sobre las cuerdas de acero
David Nicolalde (Nico)
24 de marzo de 2018 - 00:00 - Luis Fernando Fonseca, Periodista

Hittar Cuesta está al nivel de Steve Vai, Joe Satriani o George Lynch.
Patrick Johansson, baterista de Yngwie Malmsteen

Hittar Cuesta (nacido Hitler Cuesta en 1971) fue compositor del par de discos de música instrumental más complejo del metal ecuatoriano. Este músico lojano, exponente del heavy metal a escala latinoamericana, falleció la noche del domingo 11 de marzo de 2018, en su casa de Conocoto, al suroriente de Quito a causa de un paro cardíaco.

El guitarrista de 47 años también fue productor y formó a decenas de instrumentistas en su estudio. Su biografía es muy lojana aunque ya no vivía en el sur del país: el niño que tomó una de las guitarras que había en su casa empezó a seguir la estela de los músicos que escuchaban sus hermanos mayores y recorrió discretamente el país y el mundo con sus obras; pero Hittar contó alguna vez que si no hubiera escuchado rock, no le habría dedicado su vida al sexteto de cuerdas de acero.

Se trata de un referente del heavy metal nacional. Como integrante del grupo de hard rock FALC, compuso los temas ‘Tiempo a destiempo’ o ‘Sin amor’ en la década de los noventa. Su disco solista El lenguaje de los espíritus (Subterra Records, 2000, presentado en un concierto realizado en el desaparecido Tower Records, con Johnny Gordon en la batería y Andrés Herboso en el bajo) contiene once temas instrumentales (‘Aves de acero’, ‘Dimensiones’, ‘Dama oculta’, ‘Laberinto’, entre otros), que hablan de su virtuosismo porque en escena apenas acompañaba su música con saludos sencillos. A veces, incluso, sorprendía al público –en plazas de toros, teatros o bares– diciendo que ‘esperaba que su música instrumental guste’.

El redondo Dream Machine (autoproducido en 2013 y presentado en el auditorio quiteño House of Rock, lleno de sus seguidores) confirmaba el trabajo del intérprete, para quien las presentaciones en directo eran consecuencia de ensayos intensos, en los cuales el conocimiento y la práctica forjaban algo que solo en escena se convertía en placer, ese fue su credo.

Total Guitar Instruction (TGI), en la capital y, luego, su estudio en El Valle de los Chillos fueron los lugares en donde formó a decenas de músicos que lo recuerdan con aquella forma del agradecimiento que se parece a la devoción y que los atraía a sus conciertos para confirmar los frutos de su generoso rigor teórico.

Hace casi una década, un guitarrista joven compró un boleto para el primer concierto de Megadeth en el país, lo hizo motivado por el nombre (Hittar) que aparecía en el cartel pegado en una pared y que encabezaba la banda estadounidense. Entonces, Santiago ‘Seta’ Tinajero prefería escuchar a su maestro de guitarra que a Dave Mustaine –otro virtuoso–, quizá por la cercanía que el lojano había mantenido durante cada clase a la que asistió para aprender música, entre 2003 y 2006.

En los talleres predominaba la práctica, pero la teoría era la base de la pasión por la guitarra. Los ejercicios tenían un seguimiento personalizado por parte de Cuesta, recuerda Tinajero. Y el conocimiento musical era reservado para épocas vacacionales, en las que había más tiempo para conocer los acordes a profundidad.

La noche en que Hittar subió a un escenario en una casi llena Plaza de Toros Monumental de Quito, a mediados de 2008, Santiago Tinajero recordó que su maestro nombraba con admiración al norteamericano Marty Friedman, guitarrista que ya no integraba Megadeth cuando ese grupo debutó en el país.

«Hittar insistía en que para que uno pudiera improvisar necesitaba saber todas las escalas, con sus variables y dinamismo a fin de generar acordes en distintas partes del diapasón. Era necesario conocer cada una», recuerda el exguitarrista de Wizard. Estos consejos ayudarían al músico en escena, aunque rompiera una cuerda por accidente.

En agosto de 2016, Wizard se presentó en Guayaquil, donde Seta perdió una de sus cuerdas, pero cumplió el ‘lema’ de su maestro: «Conocer bien el instrumento para que, al pisar el escenario, todo sea un disfrute, pase lo que pase». Ese día, Santiago Parra —entonces vocalista de Wizard— recordó a su antecesor en la banda —el también fallecido Hugo Beltrán Reyes—, quien compartió escenario con Hittar Cuesta en el Festival Rock sin Fronteras a fines del siglo pasado.

Uno de los métodos que Hittar Cuesta usaba era el de la escala pentatónica del guitarrista estadounidense Vinnie Moore. Su ‘Morning Star’ (Time Odyssey, 1988) solía ser una de las primeras canciones que aprendían a interpretar sus alumnos. Esa pieza clásica la ejecutó el guitarrista Chriss Guevara, quien dice que emular al autor neoclásico era una prueba del taller porque resumía lo aprendido en una primera etapa.

«Las técnicas para la mano derecha, como el picking y sweep picking las trabajaba mientras leía el libro Killer Pentatonics de Dave Calentano» y unos ejercicios que él creó reforzaban los dedos previamente, dice Guevara, que fue alumno de Cuesta desde 2000 hasta 2005 y, luego, de 2009 a 2011, pero se define como su discípulo permanente, uno que incluso vio truncada su intención de realizar un videoclip junto a su maestro.

La disciplina del autor de El Lenguaje de los Espíritus llegó a pronosticar fracasos sobre el escenario si es que los grupos que apadrinaba no ensayaban, individual y colectivamente, de forma exhaustiva. A estas enseñanzas le seguían las escalas naturales y armónicas, a la vez que los saberes en torno al instrumento y sobre los equipos de amplificación. Todo aderezado con recomendaciones sobre qué escuchar: cada técnica, para ser dominada, requería la atención a compositores como los de Pink Floyd (el inglés David Gilmour era uno de los referentes), «algo que estuviera plasmado con sentimiento», recuerda Guevara, quien añade a Jason Becker o Vito Bratta —este último de la banda de rock White Lion— a la lista que Hittar recomendaba en sus clases.

El trabajo duro de los ensayos con sus alumnos era algo que encontraba una motivación adicional en las conversaciones que el autor de la canción ‘Prisoner Of Time’ tenía con ellos después de sus clases. A veces, incluso iban a conciertos, como el del guitarrista de jazz y blues Scott Henderson, en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura, en junio de 2004.

Una de las primeras veces que Guevara vio en escena a Hittar fue hace dos décadas, en el Teatro Casitagua, al sur de Quito y, después, como solista en la Concha Acústica de La Villaflora, lugar donde hizo su último show masivo, el último día de 2017.

Hittar prefería el disco Surfing with the Alien (Relativity Records, 1987) de entre los del ‘guitar hero’ Joe Satriani, a quien llevaba estampado en una camiseta que usaba al presentar sus obras propias y memorables y con quien se anunció un show que iniciaría el ecuatoriano en 2014 en Ecuador, pero que se canceló.

El concierto Rock en sol mayor, en el Teatro Politécnico, antes de 2000 reunió a Jorge Pauta, Richard ‘El Pulpo’ Rodríguez, Hittar Cuesta y Pablo Estrella con grupos como Esparta o el cantautor Jaime Guevara. «Entonces, muchos ya queríamos ser alumnos de Hittar», cuenta Chriss, autor del disco Dark Days, obra en la que su instructor influyó.

Guevara conoció a Hittar mientras recibía clases con Pauta. Este último músico le dijo que Hitler se ocupaba de que los instrumentistas fueran a clases y buscaba la razón de cada ausencia como método para motivarlos.

En agosto de 2016, Pauta se presentó con Cuesta en la 187 Feria de Loja, sin saber que esa iba a ser la última vez que compartieran escenario después de haberlo hecho en varios proyectos y ocasiones. Ese día, ambos fueron reconocidos por su labor artística, al igual que Rafael Minga y ‘El Pulpo’ Rodríguez (con quienes conformaron el G4 lojano).

En un obituario dedicado al artista que nos ocupa —y publicado en el medio digital RocKnight el 12 de marzo pasado—, Santiago Parra —otro de sus exalumnos y amigo— recordó que «el baterista Patrick Johansson, quien participó junto a Yngwie Malmsteen o Steve Vai (...), decía que Hittar no tenía nada que envidiar a estos monstruos de la guitarra y lo juntó a enormes figuras como la de Paul Gilbert o George Lynch». Además, Vai elogió a Cuesta en sus redes sociales como su favorito al hacer una versión de su ‘For the Love of God’.

Italia, Francia y España fueron algunos de los países europeos que visitó en la gira de presentación de Dream Machine. Las obras de este músico recuerdan sus influencias expresas, entre las que están los nombrados, Tony Macalpine y Jimi Hendrix.

El perfeccionismo de Hittar estaba presente incluso a la hora de hacer versiones, como ‘Far Beyond The Sun’ de Malmsteen o ‘Is this love’ de Whitesnake. La velocidad de los dedos sobre el mástil de su Gibson Les Paul [foto] conforma las piezas más virtuosas de nuestra música.

Hittar tuvo referentes de la guitarra que incluían el jazz y el rock clásico.

El baterista latacungueño Igor Icaza conoció al guitarrista en las épocas de Soyuz Blues, la primera agrupación que Hittar Cuesta integró en la capital y que tuvo a Byron Albán como cantante. «Se trataba de un genio —dice Icaza—, uno que con empuje propio dejó un legado. Nos queda la espina de que hubiera hecho muchas más obras; merecía giras, cosas que faltan en un país que es ingrato con los artistas».

Fue hace más de una década que Hittar contó a sus músicos-aprendices que la guitarra Ibanez Universe de Steve Vai que adquirió lo había sorprendido al sacarla de su estuche por el pedazo de cortina de baño que la acompañaba, como un paño que había cruzado el continente hasta llegar a sus manos. Seguramente el músico había seguido la trayectoria de este ‘guitar hero’, incluso cuando colaboró con Frank Zappa o David Lee Roth e integró Alcatrazz (en la cual se unió compositivamente a Malmsteen) antes de sorprender al mundo con Flex-Able (1984), esa muestra de la cosecha producto de las enseñanzas que recogió de Joe Satriani.

El colofón de la carrera de Hittar Cuesta fue Rain, una agrupación en la que cumplía un sueño pendiente: hacer un homenaje a los exponentes rockeros de los años setenta y ochenta. La cantante Mónica Barba compuso con él la balada ‘Rain’, en 2012, que le dio nombre a su proyecto de banda vocal desde 2015 (el antecedente fue Zebra, que no prosperó).

Decenas de canciones quedaron en archivo y otras se difundieron después de la gira europea de Hittar, como ‘The Truth’ o ‘Sweet Babe’, que fue parte del soundtrack de la película Horas exhaustas. ‘Try’ fue la obra que Hittar había compuesto y grabado tres meses antes de morir, y está dedicada a apoyar mujeres de sectores vulnerables del Ecuador. (I)

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