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El Telégrafo
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Fernando Velasco Abad: intelectual y político

Fernando Velasco Abad: intelectual y político
02 de diciembre de 2013 - 00:00

El escenario

La década del sesenta fue una época de una enorme conflictividad por la crisis del sistema oligárquico, en el que las élites no tenían capacidad de gobernar mientras el país se convulsionaba por la movilización campesina y estudiantil. Estos actores se enfrentaron primero al triunvirato militar y luego a la dictadura de Velasco Ibarra, en el trasfondo de un escenario internacional atravesado por la lucha de liberación anticolonial y la revolución cubana. 

Es allí cuando se fortalecieron organizaciones indígenas y estudiantiles, cuando se formaron los núcleos de la Iglesia de los Pobres bajo la influencia de Mons. Proaño y cuando las universidades ganaron protagonismo bajo el impulso de la reforma universitaria generada por Manuel A. Aguirre en la U. Central y Hernán Malo en la U. Católica de Quito.

En ese marco se formó Fernando Velasco. Primero como estudiante de Economía de la Universidad Católica, donde se introduce en los debates sobre el desarrollo y gana experiencia como líder estudiantil. Pronto sin embargo se vincula a la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas (CESA), una ONG creada para impulsar la reforma agraria en las propiedades de la Iglesia.  

Su desarrollo intelectual se combina entonces con una experiencia directa con los campesinos indígenas más pobres del país. CESA estaba vinculada con la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Fenoc que tenia organizaciones en Sierra, Costa y Amazonía. Sus bases venían de sostener conflictos contra terratenientes en los andes, con la Standard Fruit Co, con hacendados de las zonas arroceras y del banano en Los Ríos, Guayas y el Oro.

La inestabilidad del país se debía a las pugnas de los sectores económicos y políticos de poder por ampliar o detener la reforma agraria y por controlar o no la explotación del petróleo que se había descubierto en la Amazonía. La crisis de representación política fue resuelta en febrero de l972 con la toma del poder por el Gral. Guillermo Rodríguez Lara y la tecnocracia progresista, que prometen aplicar un Plan de Gobierno Revolucionario y Nacionalista cuyos pilares eran la reforma agraria, la nacionalización del petróleo y la afirmación de una política redistributiva basada en la presencia del Estado.

→ Fernando Velasco participó a nivel de producción intelectual y política en al menos tres campos: incorporó el marxismo y la teoría de la dependencia en el análisis del proceso histórico de Ecuador y reveló las limitaciones y contradicciones del modelo capitalista en su fase desarrollista. Buscó una explicación abarcadora de los cambios rurales...El asedio a las haciendas, la lucha contra las formas de servidumbre, el cuestionamiento a las autoridades racistas, la toma de tierras, fueron las expresiones de un amplio movimiento rural que había surgido en medio de las grietas que dejaba un sistema hacendatario en crisis. Por otro lado el modelo de sustitución de importaciones promovido por la Cepal en América Latina generó una industria y una clase obrera joven que escapaba de los marcos burocráticos del viejo sindicalismo y no tenía miedo de lanzarse a la movilización, disputando los recursos que dejaba la prosperidad petrolera. Hay que señalar que en el marco del régimen militar las clases se representaban a través de los gremios: los empresarios se agrupaban políticamente en las cámaras mientras los grupos campesinos y obreros con las centrales sindicales. El gobierno respondía parcialmente  a la demanda de tierras, salarios y organización, pero al mismo tiempo cerraba las compuertas a la movilización popular mediante leyes y represión.

En ese contexto decenas de activistas, vinculados con el movimiento  estudiantil, el movimiento cristiano o con los grupos de vanguardia cultural, se integran a la organización obrera y campesina desde diversas corrientes de izquierda como el socialismo, la izquierda cristiana o el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores.

Este ultimo surge del núcleo de la Unión Revolucionaria de los Trabajadores URT, un grupo de militantes, técnicos, activistas y líderes sociales liderados por Fernando Velasco que se encontró en las instituciones formadas por la Democracia Cristiana: CESA, Central Ecuatoriana de Servicios Urbanos, CESU,  Instituto de Estudios para el Desarrollo Social, Inedes y el  Instituto Nacional de Formación Social, Inefos financiados por la iglesia y la cooperación alemana. Estos estaban conectados con los grupos populares organizados en la Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas, Cedoc en campos como la educación sindical y campesina, comunicación, asesoría laboral, producción y  desarrollo. 

En un documento de 1975 de la URT, se plantea una propuesta orientada a pasar de la lucha sindical a la política, superar la dirección del reformismo del movimiento obrero, fortalecer la unidad de la izquierda y del movimiento sindical, impulsar una línea socialista de masas, luchar por la reforma agraria y contra la represión. Esta propuesta se comunicaba y difundía  mediante la producción de varios periódicos de carácter político o sindical.

En medio de un movimiento clasista que luchaba por derechos, que practicaba la solidaridad y la disciplina sindical, con un horizonte de búsqueda de una nueva sociedad, el propósito central de esa joven militancia de izquierda era elevar a un nivel político las múltiples luchas particulares de los trabajadores, lo cual implicaba no solo propiciar paralizaciones y tomas de tierra, sino avanzar en el proceso de unidad sindical y política contra la dictadura y en el desarrollo de una conciencia colectiva a través de la educación popular.

La primera huelga se había realizado ya en 1971 para levantar demandas salariales y para enfrentar a la dictadura de Velasco Ibarra, propiciando el cambio hacia el proceso reformista de los militares; una segunda se convocó en noviembre de 1975, en base a la unidad de las tres centrales, para impedir la derechización del gobierno militar, objeto de una intentona de golpe de Estado por parte del Gral. Rodríguez Alvear. 

Pero a pesar del éxito de la paralización, esta huelga no tuvo resultados políticos. El gobierno militar dio un giro a la derecha con la llegada del triunvirato militar en enero de 1976. Este frenó la reforma agraria, profundizó la legislación antiobrera y se embarcó en la represión a los trabajadores. Paradójicamente la dictadura convocó al proceso de retorno democrático, para lo cual invitó a partidos y gremios a conformar comisiones jurídicas que preparen textos constitucionales para someterlos a referéndum.

Este plan fue la fruta envenenada, pues tras la Constitución y las elecciones, estaba el abandono de las reformas ejecutadas desde inicios de la década. En la nueva huelga nacional en julio de l977, se evidenció que la vía reformista estaba agotada, a la par que se  desencadenó una campaña represiva que tuvo como clímax la muerte de 120 trabajadores del Ingenio Aztra. Mientras tanto las élites dominantes buscaban construir un nuevo pacto que resuelva la crisis de representación en torno al Plan de Retorno a la Democracia conducido por el Coronel Richelieu Levoyer y sus comisiones jurídicas. En enero de 1978 se realizó el referéndum en el que ganó una nueva Constitución y se convocó a elecciones para julio de 1978 saliendo ganador, de manera sorpresiva, el candidato el binomio del CFP y la Democracia Popular, Jaime Roldós, que finalmente es ratificado en la segunda vuelta.

Sin embargo las tensiones en el seno de los grupos dominantes se mantuvieron. La derecha buscaba boicotear el proceso: el 28 de noviembre de l978 es asesinado al líder de un pequeño partido liberal, el Frente Radical Alfarista, Abdón Calderón Muñoz y luego se realizan maniobras para detener el  proceso por obra del propio Tribunal Electoral. Se buscaba parar el inevitable ascenso de Jaime Roldós, que finalmente fue asesinado en mayo de l981.

→ La paradoja de la vida de Fernando Velasco fue que su obra y acción terminaron tempranamente, pues falleció a la edad de 29 años en un accidente de tránsito cuando realizaba actividades con el movimiento campesino. No solo que su obra intelectual quedó inconclusa, sino que el Movimiento de los Trabajadores se disolvió.En medio del proceso democrático el MRT plantea una línea de participación con candidatos propios de los trabajadores y del pueblo, en torno a “Solo el socialismo es democracia”,  una consigna que unía elementos estratégicos y tácticos. Se da un “tira y jala” al interior de la izquierda, pues el Partido Comunista buscaba a sectores de la burguesía democrática apostando por un frente con el centro político.  Al final  aquel no se constituye y se forma el Frente Amplio en el que se integran el Partido Comunista, el Socialismo, la Izquierda Cristiana y el MRT con el respaldo de dos de las centrales sindicales. Otros partidos como el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) deciden tomar su propio camino, aunque no logran legalizar sus candidaturas y hay también núcleos radicales que deciden abstenerse de participar electoralmente. Al final los resultados de la candidatura presidencial del FADI con René Maugé, son modestos logrando un 5% del electorado.

Fernando Velasco: intelectual y militante

Este fue el escenario que le tocó vivir a Fernando Velasco, uno de los líderes de esta nueva izquierda que se formaba en los años setenta. Velasco cumplió un rol diverso, integral y unitario en este proceso. Por un lado su enorme capacidad intelectual le había permitido reflexionar sobre la formación social ecuatoriana para explicar los determinantes y consecuencias de la explotación y exclusión de los más pobres y oprimidos del país, así como el rol de las clases dominantes en el proceso de construcción de un país ligado al capital internacional. Ese conocimiento profundo del Ecuador y su historia no solo alimentaba su ser intelectual que se expresaba en sus escritos y en la docencia en las dos Universidades de Quito, sino que a la vez le permitieron configurar y diseñar el carácter que el proceso revolucionario debía tener, por ello el diseño peculiar del MRT, las alianzas y desafíos que se plantea. Su ser político es la síntesis de su vivencia con los campesinos más pobres del país y con la lucha obrera y de su reflexión teórica. Su producción intelectual, recogida luego en tres libros: Reforma Agraria y Movimiento Campesino Indígena, Ecuador: subdesarrollo y dependencia y El Imperialismo y las empresas transnacionales, da cuenta de su profunda reflexión sobre la realidad económica, social y contemporánea del país. Su vigencia asombra por la claridad de sus premoniciones.

Fernando Velasco participó a nivel de producción intelectual y política en al menos tres campos: incorporó el marxismo y la teoría de la dependencia en el análisis del proceso histórico de Ecuador y reveló las limitaciones y contradicciones del modelo capitalista en su fase desarrollista. Por otra parte buscó una explicación abarcadora de los cambios rurales, considerando al movimiento campesino indígena como uno de los factores explicativos de la desarticulación del poder hacendatario. Igualmente en el terreno político se planteó la necesidad de un nuevo proyecto que vincule los movimientos populares en torno a una plataforma que combine democracia y socialismo, y que se transforme en un bloque social y político que abra el proceso revolucionario en el país.

Los debates de la década del setenta y Fernando Velasco

Mientras el poder oligárquico se derrumbaba en la década del sesenta se fortalecía la perspectiva de un proceso de cambio que permitiera al Ecuador asumir un nuevo modelo de desarrollo. En medio de los últimos estertores del viejo régimen, el debate académico y político de inicios de los setenta tuvo que ver con dos aspectos: la capacidad de la modernización para superar los rasgos “tradicionales” de la sociedad ecuatoriana y la existencia o no de una burguesía nacional que condujera el proceso.

Según la escuela de la marginalidad que se expresaba en los intelectuales demócratas cristianos, que habían recibido la influencia de Desarrollo y Sociedad para America Latina (Desal), entidad formada por los jesuitas en Santiago de Chile, había que emprender un proceso de modernización que permitiese atraer al mundo marginal al sector moderno a fin de superar la existencia de “dos mundos superpuestos”. 

Según los lideres e intelectuales del Partido Comunista que habían logrado influencia en los sectores populares a partir de la revolución fallida de 1944, Ecuador era un país semifeudal donde la burguesía nacional lideraría los cambios en una primera fase de la revolución democrático-burguesa.

Según el MRT y en particular por los estudios de Fernando Velasco ninguno de los dos caminos anteriores eran viables. Por una parte no había dos mundos superpuestos sino una formación social capitalista heterogénea en la que los llamados “sectores marginales” eran parte constitutiva y soporte de la economía moderna, a la que le vinculaban múltiples lazos de explotación y servidumbre.

Por otra parte no había un país feudal donde los intereses de la burguesía entraran en conflicto con la aristocracia y las empresas trasnacionales, de manera que no había una clase dominante que lidere una revolución democrática. Es decir no había un conflicto de fondo entre las élites burguesas y terratenientes ni había una burguesía independiente de la creciente presencia trasnacional ni interesada en hacer una revolución democrática burguesa y antiimperialista.

De su análisis de la historia, la formación social, la reforma agraria y el movimiento campesino en Ecuador, desde un enfoque marxista, es que Fernando Velasco extrajo los principales elementos para fundamentar la necesidad de una estrategia distinta, ni demócrata cristiana ni comunista, una estrategia en la que democracia y socialismo no se separaban sino se articulaban. Si bien eran necesarias las reformas, estas no podían contar con el liderazgo de una tímida burguesía y solamente se podrían hacer en base a un bloque social sustentado en las organizaciones campesinas y obreras.

La paradoja de la vida de Fernando Velasco fue que su obra y acción terminaron tempranamente, pues falleció a la edad de 29 años en un accidente de tránsito cuando realizaba actividades con el movimiento campesino. No solo que su obra intelectual quedó inconclusa y su análisis sobre la dependencia, las trasnacionales y los cambios agrarios, fueron dejados de lado, sino que poco después el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores, que él fundó, se disolvió, en el marco del retorno a la democracia.

El neoliberalismo lanzó un manto de olvido sobre el aporte intelectual y político de los setenta. Uno de los fenómenos que tuvo contradictorios resultados para el pensamiento social  fue precisamente la autonomía de los circuitos académicos, divorciados de los espacios políticos, erigiéndose la figura del intelectual neutral, inmunizado, que estaba más allá de los conflictos sociales. Así, el oficio que encarnó Fernando Velasco Abad en la década del setenta, articulando lucha social y teórica, declinó junto con su  existencia, pero sigue cuestionando el quehacer de los intelectuales, el compromiso de los jóvenes y la perspectiva de que era posible construir un país sin exclusiones, con igualdad de accesos al desarrollo y a los sueños.

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