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Ecuador, 05 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Él, el hombre, la voz. Sobre Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi

Él dice, él siente, él sostiene.

Así se desarrolla Sostiene Pereira. El autor se desdobla, primero escucha y luego se dedica a su labor de escritor. El personaje le dice, le cuenta lo que sintió, sostiene su relato con su recuerdo. Un relato que tiene que ver con la vida, con la muerte, con la conciencia de cada hombre.

No hace falta un repaso exhaustivo de historia universal para comprender el contexto en que se desarrolla esta novela: los años treinta, convulsos, en Europa, transcurrían entre llamados a la guerra, la violencia y el miedo. Y en medio de ese ambiente viciado, camina Pereira, pausado, pensativo, un periodista que pretende hacer las cosas bien, sin meterse en nada que no sea su trabajo en la página cultural de un periódico vespertino de la ciudad de Lisboa.

Pereira camina, escucha, como de lejos, sostiene.

Por supuesto, no involucrarse con su entorno es imposible para un hombre, incluso para Pereira, aunque este viva con la mirada puesta en el pasado, y hacia adelante, como máximo horizonte, en la silla más próxima en el Café Orquídea, una limonada que lo libre del calor que le arrebata el aliento a cada paso. Pereira, entonces, conoce a Monteiro Rossi, un joven que ha escrito una tesina sobre la muerte, y aunque su encuentro parece una casualidad, sabemos que estas no existen en la vida ni en la literatura.

A raíz de su encuentro con Monteiro Rossi, Pereira empieza a cuestionarse a sí mismo, su profesión, su posición frente al estado de las cosas, frente a la vida y la muerte, habíamos dicho antes, presentes más que nunca, patentes en las calles. ¿Por qué dejar su vida tranquila de viudo? No sabe bien por qué, sostiene. Para despejar su duda sobre la existencia del alma, quizá.

Por algún extraño motivo, la lectura de esta creciente desazón de Pereira se torna en un placer casi contemplativo, nos acogemos a una sensación de paz. Aprendemos a querer  Pereira, después de todo, él solo es el encargado de la página cultural de un pequeño diario, sostiene, nada más.

Él, un hombre, una voz, que, sin embargo, sostiene hasta el final un relato conmovedor.

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