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El barrio de la pereza

El barrio de la pereza
11 de noviembre de 2013 - 00:00

La semana pasada revisamos uno de los límites de la peligrosa zona de confort que nos brindan ciertos verbos y de lo fácil que es acomodarse en ella. Aparte del verbo hacer, al que le dediqué mi columna anterior, existen otros que son vecinos del mismo barrio: poner, tener y haber. Estos verbos, como todos sabemos, son fáciles de usar, se adaptan a cualquier circunstancia y hasta nos sirven para armar perífrasis que nos otorgan cierto aire “intelectual”; sin embargo, es importante estar atentos y no caer en la trampa de su cómplice, la pereza, sino explorar otros horizontes más ricos.

El verbo poner es uno de los más fáciles de usar, es “manualito”, como solemos decir. Uno puede ponerse perfume (en lugar de perfumarse), ponerse en la fila (ubicarse, colarse en la fila), poner el libro dentro del cajón (guardar, esconder el libro), poner una cuota (aportar, pagar una cuota), etc., etc., etc. De seguro ahora mismo ustedes estarán pensando en muchas otras situaciones en las que utilizan este verbo. Como vemos en los ejemplos entre paréntesis, para reemplazar al verbo poner existe una variedad de opciones mucho más adecuadas y precisas. Incluso, esas opciones cuentan con matices de significado que aportan riqueza a lo que queremos expresar, porque no es lo mismo ubicarse en una fila que colarse, o guardar un libro que esconderlo.

Por otro lado, el verbo tener también es un peligroso aliado de la zona de confort. Resulta que tenemos de todo: un puesto en una empresa, esperanza, miedo, enfermedad, amigos, un mal momento y mucho más. No obstante, podemos ostentar un puesto en una empresa, esperar, sentir miedo, padecer una enfermedad, contar con los amigos o vivir un mal momento. Otra vez el problema es la pereza de escudriñar en nuestro español tan variado hasta encontrar esa palabra precisa capaz de expresar exactamente aquello que nos interesa decir.

Con el verbo haber sucede lo mismo que con sus compañeros de barrio: nos queda tan a la mano que lo usamos como usamos la sal para “arreglar” cualquier plato. Un caso muy común es utilizar el verbo haber para referirnos a acontecimientos, por ejemplo: hay una fiesta, hay un partido, hay una película, hay una exposición de cuadros, en fin, hay de todo. Sin embargo, nos olvidamos de que las fiestas se celebran, los partidos se juegan, las películas se proyectan y los cuadros se exponen.

No olvidemos que contamos con muchas opciones, y que la pereza puede ser el peor de nuestros enemigos y empobrecer nuestro léxico. Les propongo que cada vez que sean conscientes de que usan uno de estos verbos, traten de buscar otras opciones, seguramente encontrarán muchas, y su diccionario personal se llenará de nuevas y ricas palabras.

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