Homenaje
Charlie Hebdo, más allá de los lápices y los fusiles
Este 7 de enero 3 hombres armados irrumpieron en las oficinas del semanario satírico Charlie Hebdo, en París. 12 personas murieron y 11 resultaron heridas. Entre los fallecidos se encontraba el director del semanario._Sin embargo, la próxima semana, la revista circulará.
A escala mundial, los medios de comunicación, sobre todo los dibujantes y caricaturistas, se han manifestado en contra del atentado en Francia, no solo esgrimiendo el arma del humor, sino de la reflexión profunda a través de las imágenes.
Pero la tragedia de Charlie Hebdo parecía una crónica de una muerte anunciada.
Este semanario tuvo como predecesora a la revista Hara Kiri, que recibió múltiples amenazas y demandas en su tiempo. En 1970, luego de publicar un polémico número que asociaba una tragedia en una discoteca con el fallecido general De Gaulle, el gobierno francés prohibió su circulación.
La redacción optó por darle un viraje a la revista, no muy alejado, y cambiaron su nombre al hoy sonadísimo Charlie Hebdo. De 1981 a 1992, dadas las demandas y otras situaciones, Charlie... guardó silencio.
Cuando la publicación volvió a ver la luz, definitivamente con su nombre nuevo, el semanario satírico se buscó un montón de enemigos entre políticos, clérigos y empresarios. Pero seguramente su seguridad se empezó a ver afectada seriamente desde el año 2006 cuando Charlie Hebdo reprodujo las caricaturas danesas que se burlaban del profeta Mahoma.
Desde entonces, las amenazas llovieron sobre el semanario. En 2011, tras la publicación de un número en el que se hacía burla de la ley islámica, la redacción fue víctima de un atentado con bombas molotov; una semana después, Charlie... publicó una portada en la que un musulmán y un caricaturista se besaban bajo la leyenda: “El amor puede más que el odio”. Por supuesto, aquello sentó mal a las comunidades radicales y la policía optó por mantener bajo resguardo la redacción y la casa de algunos colaboradores, incluso la de aquellos que murieron en el atentado del 7 de enero pasado, junto a dos policías y otras personas que se encontraban en la redacción.
Charb, uno de los caricaturistas asesinados y editor en jefe del semanario, dijo en su momento que su sátira no iba solo dirigida hacia el Islam, sino que también habían hecho caricaturas sobre los líderes católicos y judíos, pues su postura no era en contra de una sola religión, sino en pos de un juicio crítico sobre la sociedad en general.
Hasta el día del atentado, el semanario que padecía dificultades financieras, publicaba semanalmente unos 30 mil ejemplares.
Dicen que el semanario seguirá publicándose. Y quienes se han solidarizado con las víctimas dicen que también seguirán dibujando. Así lo han demostrado a través de las muchas caricaturas compartidas a través de redes sociales.
La ola de violencia no se detendrá, pues también este atentado, más que frenar las alusiones al Islam, ha hecho un daño a la religión. Hoy, manifestaciones xenófobas y de discriminación a los musulmanes se darán, en rechazo a hombres que seguramente no representan al grueso de una población religiosa. Ojalá no sea así.