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El Telégrafo
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En la tierra de los marajás (Galería)

En la tierra de los marajás (Galería)
23 de noviembre de 2014 - 00:00

La conocen como la ‘tierra de los reyes’, habitada por hombres con turbantes vistosos, siempre orgullosos de sus bigotes, y de mujeres vestidas en ghagras (faldas tradicionales) y con pulseras en los pies. Para muchos se trata de una tierra mágica, una de las pocas capaces de reflejar la belleza solitaria del desierto. La puerta de entrada de Rayastán es la ciudad de Agra, ubicada apenas a 200 km de Delhi. En esta urbe se encuentra, además, el Taj Mahal, la mejor iniciación para este viaje.

Dominando el sagrado río Yamuna, el Taj Mahal es el mausoleo más famoso del mundo, de una blancura resplandeciente. Fue el emperador Shah Jahan quien decidió en 1632 construirlo en honor a su amada esposa, Mumtaz Mahal, que murió al dar a luz a su noveno hijo.

Según la leyenda, él era un príncipe heredero de 15 años y ella, una adolescente de 14. La joven vendía bagatelas cuando se vieron por primera vez. La feliz unión duró 19 años, pues transcurrido este tiempo ella falleció en Berhampur, luego de dar a luz a una niña. Hoy, el Taj Mahal es considerado el más bello ejemplo de arquitectura mogola, estilo que combina elementos de las arquitecturas islámica, persa, india e incluso turca.

Este monumento es reconocido por el carácter romántico de su inspiración. Aunque el mausoleo cubierto por la cúpula de mármol blanco es la parte más conocida, el Taj Mahal es un conjunto de edificios integrados.

Nadie duda de que se trata de uno de los destinos más importantes de la India. En 1983, fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

De acuerdo con la revista National Geographic, el panteón del Taj Mahal, de estilo mogol y rodeado de jardines a la manera persa, sigue un plan geométrico perfecto y desprende magia a manos llenas. Erigido en mármol, está decorado con piedras semipreciosas incrustadas, formando ramos de flores, reproduciendo así en los muros y paredes el paraíso prometido por Alá.

Otra de las ciudades que vale la pena visitar es Jaipur, donde se entrecruza un batallón de rickshaws (vehículos ligeros de 2 ruedas que se desplazan por tracción humana), motos, camionetas y autobuses. En la calzada se alinean talleres mecánicos, puestos de comidas y hasta camas de madera para los caminantes.

Muchos la conocen como la ‘ciudad rosa’ y es la capital del estado de Rayastán. Jaipur fue edificada en estuco rosado para imitar la arenisca. Desde entonces, este color se considera un símbolo de la hospitalidad de esta urbe. Hay quienes la ven como un modelo de ciudad premoderna en cuanto a la regulación de sus calles. Además, está dividida en 6 barrios, separados por avenidas de unos 34 metros de ancho.

Estos, a su vez, están divididos en calles enrejadas. Unos 5 barrios se extienden por el este, el sur y el oeste del barrio correspondiente al Palacio. Este último incluía el complejo del palacio (el Hawa Mahal o Palacio de los vientos), jardines y una laguna. Para sus habitantes, Jaipur es una de las ciudades de la India con más historia. En la actualidad, Jaipur, Delhi y Agra forman parte un triángulo de interés turístico de primera. Jaipur es considerada también la cuna de la India de los marajás. Allí la mayoría de las casas son de un solo piso.

Según algunos blogs sobreturismo fue diseñada con un verdadero plan urbanístico. De hecho, es una de las ciudades favoritas de los turistas que visitan la India. Tiene una configuración geométrica dividida en 9 partes, como los 9 planetas del antiguo sistema solar. La economía de la ciudad está ligada al turismo. Se pueden visitar muchos lugares de interés.

El reconocido Palacio de los Vientos, llamado en India Hawa Mahal, era una extensión del harén. Desde allí, las concubinas podían observar el transcurrir diario de la ciudad sin ser vistas. Es una estructura con casi mil ventanas para que las mujeres de la corte contemplaran el horizonte. Cuando el viento ingresa por las ventanas se produce una melodía, a eso se debe el nombre de Palacio de los Vientos. De acuerdo con la página web Minube, esta edificación fue construida por el marajá Sawai Pratap Singh. Tiene 5 plantas y está construida con la famosa piedra rosada de Jaipur.

No está rodeada de jardines como suele ser común en los palacios indios sino que se encuentra en el centro de una de las principales calles de la ciudad. Para trasladarse a los pisos superiores tiene rampas en lugar de escaleras. La estructura exterior recuerda a la cola de un pavo real, animal de gran simbolismo en la India.

El pavo real es considerado el ave nacional de India. En el hinduismo, este animal sirve de montura a Skanda, el dios de la guerra. Diversas tradiciones, en particular del sur de la India y Sri Lanka lo relacionan también con deidades locales, representando, por ejemplo, al poder del trueno. Incluso muchas de las danzas folclóricas de la India muestran pasos inspirados en el baile de cortejo del pavo real.

El sitio es considerado como el máximo exponente de la arquitectura Rajput y, aunque en la actualidad conserva poco más que la fachada, se ha convertido en el símbolo de Jaipur.

Cerca están el City Palace, con sus patios, salones y pabellones suntuosos, y el Jantar Mantar, el observatorio que construyó el marajá Jai Singh en el siglo XVIII. El bazar, instalado en las calles justo frente al palacio, es ideal para adquirir un chal de algodón o un corte de seda de colores vibrantes. A 11 km, el Fuerte Amber, al que se accede en un cesto a lomo de elefante, es una obra maestra del arte mogol del siglo XVI. Fue construido sobre un lago artificial.

Como todo lugar turístico suele estar plagado de gente y de vendedores hindúes. En ocasiones, es necesario realizar una larga fila para subir a uno de los elefantes. Los turistas que han llegado a este espacio lo describen como uno de los más impresionantes. El sitio es, a todas luces, imponente, por su tamaño, por el grosor de sus murallas y su ornamentación.

La Ganesh Pol también impacta. Se trata de una puerta de 3 alturas que separa el patio de las estancias privadas. Las puertas de plata, los salones y sus ventanas con celosía, o el palacio Sheesh Mahal son cautivadores.

En la ruta

Al dejar esta región el suelo se hace cada vez más áspero y seco. En pocos minutos aparece Jodhpur, una ciudad amurallada dominada por el Fuerte de Mehrangarh. Situada en el desierto de Thar, Jodhpur es la segunda ciudad mayor del estado de Rayastán, en el noroeste de la India. Es un destino turístico popular por sus numerosos palacios, fuertes y templos. Se la conoce como la ‘ciudad azul’ por el color con que se pintan las casas bajo el Fuerte de Mehrangarh que se levanta sobre un alto de más de 100 metros.

Estas casas eran, en un principio de brahmanes, aunque muy pronto el color fue adoptado por las otras castas, porque se decía que ahuyentaba al calor y a los mosquitos. Actualmente las nuevas construcciones se siguen pintando de color azul por motivos turísticos.

El clima es, en general, caluroso y seco, pero con una estación de lluvias entre finales de junio y septiembre. La temperatura es muy elevada en el período entre marzo y octubre, excepto cuando las lluvias monzónicas cubren el cielo de nubes. Durante estos períodos, la humedad es, sin embargo, mucho más alta. En el centro de esta ciudad está uno de los mercados más concurridos de Rayastán: el Sardar Bazar. Entre el griterío, las aromáticas pirámides de pimienta negra, curry, cardamomo, nuez moscada, clavo de olor y cilantro rivalizan en color con las montañas de tomates, cebollas y ocras, una verdura similar al pimiento.

Su fachada de piedra roja es imponente y sus patios, estancias y corredores laberínticos ejemplifican la riqueza ornamental de los marajás. Las vistas desde las murallas abarcan el mar color añil.

Cerca de allí se levanta un muro donde están grabadas decenas de huellas de manos que dan testimonio de la ceremonia del satí, prohibida desde 1829, en la que las viudas eran obligadas a arrojarse a la pira funeraria donde ardía el cadáver de sus maridos.

Como lo reveló un especial de National Geographic, tanto Jaipur como Jodhpur son etapas cruciales en la ruta por Rayastán, pero a medio camino entre las 2 existe una población mínima, apenas una calle junto a un lago, que atrae a viajeros desde hace siglos. Se trata de Púshkar, uno de los 5 lugares sagrados del hinduismo.

Hasta 52 ghats o escalinatas descienden a un gran estanque en el que cientos de peregrinos purifican sus pecados mientras las mujeres lavan la ropa. En el lado oeste del lago se erige el venerado templo dedicado a Brahma, el dios hindú de las 3 caras. La época de mayor ajetreo en Púshkar tiene lugar en noviembre, durante la feria de camellos.

Púshkar significa “nacido debido a una flor”. La mitología hindú relata que dios liberó a un cisne con una flor de loto en su pico y este liberó la flor en la tierra donde Brahma podría desempeñar su gran labor.

El lugar donde cayó la flor se denominó desde entonces Púshkar. Además de esta leyenda, pueden encontrarse muchas más sobre el origen de esta región.

Nadie sabe una fecha precisa que dé comienzo a la historia de Púshkar, considerada una de las ciudades más antiguas de la India. A orillas del lago Púshkar, los peregrinos toman sus baños en aguas sagradas, mientras no muy lejos, vendedores y artesanos esperan pacientes el momento de vender.

Ningún recorrido por Rayastán debería olvidar Udaipur. Conocida como la ‘ciudad del amanecer’ y caracterizada por sus edificios de color marfil, es el lugar ideal para dedicarle unos días. Su clima es tropical con temperaturas que varían de una máxima de 42,3 °C.

Sorprende por su limpieza, en comparación con otras urbes indias. El lago Pichola y el palacio edificado sobre un islote en el centro son la imagen imperecedera de la ciudad. Hoy en día, este palacio es un hotel de lujo, por lo que sigue prácticamente tan inaccesible para el simple mortal como lo fue antaño. La urbe fue fundada como no podía ser menos por el marajá Udai Singh II a mediados del siglo XVI. Erigida a orillas del lago Pichola, se encuentra en la zona más meridional de este territorio, a 523 kilómetros de Jaisalmer.

Durante el trayecto, los turistas pueden apreciar el Monte Abu, localizado en la cordillera de los Arawali, donde se emplazan varios templos.

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