Versión de Vivar contradice a Seydi Vélez
En noviembre de 2003, tras ser detenida en el interior de la farmacia Fybeca en un frustrado asalto, Seydi Natalia Vélez Falcones aseguró que fue obligada a participar en el atraco junto a su tío Erwin Daniel Vivar Palma, cuando se dirigían en el auto de este último a una entrevista de trabajo en el norte de Guayaquil.
Vélez incluso dio detalles del otro vehículo que los interceptó y las características de los 4 hombres que supuestamente actuaron, uno de los cuales habría ingresado con ella a la botica para consumar el atraco con arma de fuego. Según Vélez, a su tío Erwin Vivar “lo cogió un hombre que no sé si es policía o no”.
La joven sostiene que “en la revuelta de la matanza no supo más de él”. Además “cuando ya había pasado toda la balacera vi al que me tenía amenazada, lo vi en el piso, me quedó mirando. De ahí, vi a otro, también al lado, tenía un cuchillo; el otro tenía una granada, como tres, 4 personas estaban ahí boca abajo, los tenían así como pisándoles las manos, contra la pared, en el piso y con la cabeza hacia arriba”.
La testigo y única detenida por el asalto frustrado menciona también que luego fue llevada a una camioneta concho de vino, donde estaban dos hombres, uno flaco y otro gordo, con sus cabezas tapadas con las camisetas que vestían.
Vélez indica también que uno de los hombres que estaba detenido en la camioneta “les pidió al policía Sergio Gaibor Bósquez y al exagente Érick Salinas que le aflojaran las esposas porque le estaban cortando la circulación y uno de ellos le respondió que no, que igual él iba a morir, así que no se estuviera quejando”.
Después, dijo Vélez, otro gendarme le cubrió el rostro con un pasamontañas, mientras el automóvil donde se encontraba rodó unas cuadras y luego fue trasladada por Gaibor y Salinas a otro automotor. La mujer refirió que desde ese momento no conoció más sobre los dos hombres que estaban en la camioneta. Sin embargo ahora Vivar sostiene que Vélez sí era parte de la red delictiva e iba a ser usada para distraer a los guardias de la droguería. (I)