El valor de la hoja de coca subió 60%, según campesinos
Deficiente acceso a educación formal, carencia de infraestructura, servicios básicos y dotación de fuentes de empleo son los factores que afectan a los habitantes de la frontera norte de Ecuador.
A eso se suman prácticas como la minería ilegal y el narcotráfico, concluyeron expertos en un seminario de la Universidad Católica (PUCE), realizado en días pasados.
“Drogas, Frontera y Economía” fue el encuentro que reunió a analistas de Ecuador y Colombia que trataron sobre los escenarios que se presentan en esta zona, especialmente tras la firma de paz entre Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Felipe Tascón, investigador de temas sobre cultivos ilícitos en Colombia, explicó que la siembra, fundamentalmente de la hoja de coca, no solo es un problema policial sino también económico.
De ahí la necesidad de conocer cuatro razones fundamentales por las cuales el cultivo se produce en grandes cantidades.
En primer lugar, es un plantío de gran rotación: un productor puede sacar cuatro cosechas al año. Según Tascón, en Colombia hay zonas aledañas a Sucumbíos que obtienen hasta seis cosechas en 12 meses.
Segundo: la coca se procesa en el campo o fincas, porque la hoja se pudre a las 72 horas de su cosecha.
La tercera es que su volumen se puede reducir hasta 30.000 veces y su peso baja hasta 500 veces. “Esa es una gran ventaja porque se puede sacar la mercancía de zonas de difícil acceso. Toda una cosecha de coca puede trasladarse en una mochila”.
La cuarta razón es la demanda mundial. “En las tres últimas décadas el producto tuvo un precio estable, ya que las FARC regulaban el valor que era de entre los $ 500 y $ 700 el kilo de pasta base”.
No obstante, después de que las FARC dejaron las armas, la venta de esa mercancía se convirtió en un caos. “En la actualidad se paga el 60% más que antes”, según los campesinos.
Tascón advirtió que en Ecuador este problema no es masivo, pero hay zonas que pueden ser fácilmente vulnerables por la cercanía con los habitantes colombianos y admitió que hay ecuatorianos que pasan a su país para sembrar la planta.
Pedro Páez Pérez, director del Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE, concluyó que la población de esas localidades es víctima de un “capitalismo salvaje”.
Es decir, una economía de libre mercado que ha generado desigualdad.
Esta situación obliga a la población a tentaciones económicas que plantea el narcotráfico y que, sin embargo, no los saca de su pobreza.
A decir del experto, eso se refleja en otras prácticas, como la minería ilegal y la madera que genera la desaparición de animales proveedores de proteínas, como la guanta o danta. “La falta de infraestructura, de empleo dejan por debajo las condiciones de subsistencia”.
Esta situación la advirtió Pablo Iturralde, director de la Fundación Tierra Nueva, quien señaló que los agricultores prefieren plantar coca.
El director dijo que un jornalero gana entre $ 8 y $ 15 por trabajar la tierra. En Colombia percibe hasta $ 50 por cosechar esas plantas.
Esto se produce debido a que Ecuador tiene una frontera de alrededor de 600 kilómetros con Colombia y limita con Nariño y Putumayo, los departamentos en donde existen más cultivos, explicó el catedrático Adrián Bonilla.
El experto dijo que por Ecuador circula una importante carga de cocaína y de derivados de la heroína, que son de entre 600 y 650 toneladas métricas al año.
Bonilla señaló que -de acuerdo con estimaciones de la Policía- se captura alrededor del 10% de lo que circula.
“Ecuador se encuentra en la articulación de la política de narcotráfico, ya que los países de tránsito siempre están expuestos a la violencia”, expresó Bonilla. (I)