Universitario, hallado culpable de degollar a compañera de clases
Era la tarde del 10 de mayo de 2011 cuando en la ciudadela Brisas del Norte (Guayaquil) la joven universitaria Teresa de Jesús León Pérez, de 23 años, fue asesinada con varias puñaladas.
Su cuerpo fue encontrado en la vivienda que arrendaba Nilda Norelis Porro, ex pareja del principal implicado en el caso: Julio César Quintana Villamar.
Quintana y su novia fueron procesados por el asesinato; sin embargo, las investigaciones determinaron que Quintana fue el único responsable del hecho.
La conclusión surgió luego de detectarse varias contradicciones durante el testimonio que rindió el ahora sentenciado, quien desde el principio intentó involucrar a su ex conviviente como autora material del suceso, lo cual fue desvirtuado en el proceso.
Una de las incoherencias identificadas trata cuando el femicida, en su versión, manifestó que Porro propinó una puñalada a la occisa en la espalda, pero en el protocolo de autopsia no se evidencia ninguna cuchillada en esa parte del cuerpo.
El informe de defunción determinó que las causas de su muerte fueron provocadas por un shock hipovolémico, hemorragia aguda externa, laceración de vasos yugulares y carotideos izquierdo del cuello, consecutivos a la penetración de un arma blanca. “En ningún momento sospechamos de ella (Porro) porque fue quien llamó primero a la Policía”, indicó Mariela León, hermana de la víctima.
Según el expediente judicial, la procesada “supo manifestar que había salido a su lugar de trabajo y al retornar al inmueble, y al ingresar hasta la parte del dormitorio, habría encontrado a una persona de sexo femenino tendida en el piso ensangrentada, así mismo había comunicado a la Policía Nacional sobre este hecho”.
Mariela dijo que fue en el juicio que recién se enteró de la saña con la que Quintana había asesinado a su familiar. Agregó que en total tenía cinco puñaladas en el cuerpo y un profundo corte en el cuello.
Algo que también llamó la atención en el juicio fue que el sentenciado -en su versión- relató que tuvo relaciones sexuales con Teresa, afirmación que quedó sin soporte legal, ya que el examen realizado al cadáver y a las evidencias reveló que no se encontró semen.
A esto se suma el hecho de que en la segunda versión alegó que la hora cuando llegó Porro al departamento fue entre las 19:30 y 20:00 y no una hora antes, como señaló en su primera declaración. Incluso, las horas no concuerdan con la realidad, ya que la occisa murió a las 18:00, según el protocolo de autopsia.
Más incoherencias salieron a relucir cuando Quintana dijo que la víctima tenía llaves del departamento, lo cual fue desmentido por Porra, quien detalló que el sentenciado las poseía porque ella se las había entregado, ya que fue su conviviente.
Porro alegó, además, que a la víctima la conoció en la Facultad de Filosofía de la Universidad Estatal de Guayaquil, ya que era compañera de clases tanto de ella como de Quintana.
Luis León, padre de Teresa, señaló que el día del crimen su hija salió engañada de su casa. “Vendía productos cosméticos y Quintana le debía 90 dólares, dijo que le iba a pagar. Luego nos enteramos de que había muerto”.
Agregó que el femicida asesinó a su hija porque no cedió a sus pretensiones. Dijo que en alguna ocasión le había mencionado que Quintana había estado sexualmente con la mayoría de chicas de su clase y que solo faltaba ella.
Similar testimonio dio en el juicio Lidia (hermana de la occisa), quien aclaró que ambos no tenían ninguna relación amorosa. “Mi hermana me contaba todo, ella siempre me dijo que eran amigos y que sí la molestaba, le proponía ser novios. Él se hacía pasar como que tenía una bananera para ver si lo aceptaba”.
Los miembros del Tribunal Undécimo de Garantías Penales del Guayas fueron los encargados de declarar la culpabilidad del femicida. Ahora, la familia León solo espera los años de sentencia que le impondrán por el delito de asesinato.