Un odio que se proyecta sobre las mujeres
Los asesinatos a mujeres (de toda clase y condición social) y los escenarios en donde estos suceden tienen una lectura en donde intervienen las relaciones de poder y la venganza: el cuerpo de las mujeres es utilizado con la finalidad de emitir mensajes de superioridad, social, económica y familiar.
De hecho, algunos medios sobredimensionan las noticias de este tipo de delito cuando ocurre en hogares pobres, pero ocultan cuando se da en personas de clases altas.
Hace unos años, el cuerpo de una mujer fue encontrado desnudo, abandonado en un sector alejado, en su pecho se leía la leyenda “la venganza es dulce”. En este caso el acto violento no iba dirigido en sí a la mujer, sino a uno de sus hijos. El cuerpo de esta madre fue utilizado como instrumento para dejar un mensaje de poder.
La justicia no ve a las mujeres como víctimas, incluso después de un acto violento, tanto madres como hijos deben vivir escondidos y prófugos del victimario, que constantemente los tiene amenazados.
Algunas de las mujeres que han perdido la vida en manos de sus parejas, tiempo atrás acudieron a centros de apoyo con el fin de deslindarse de los círculos violentos; sin embargo, debido a las pocas garantías en el sistema de justicia, cuando intentan organizar nuevamente su vida, son sorprendidas por sus convivientes y asesinadas, como le sucedió a Mariana Vera en el 2006.
Mariana acudió a la Casa de Acogida “María Amor” con sus hijas, para obtener ayuda psicológica. Pese a esto, después de algún tiempo debido a dificultades económicas regresó con su pareja; al poco tiempo su hija de 15 años le contó que su padre abusaba sexualmente de ella. Este episodio hizo que Mariana lo abandonara y se vaya a vivir en un pequeño cuarto que podía pagar con unos ahorros.
La noche del 12 de diciembre Mariana y su hija menor salieron a hacer una llamada telefónica y cuando regresaban a la vivienda fueron sorprendidas por su conviviente, el mismo que con un cuchillo en sus manos atacó a Mariana frente a su pequeña hija. Esa misma noche Mariana murió. El victimario huyó y amenaza a sus hijas con hacerles lo mismo que a su joven madre.
Este hombre mantiene una vida común y las personas que en ocasiones lo han visto viven ese miedo incesante de denunciarlo, pues temen por sus vidas. En muchos casos se observa cómo las víctimas son culpadas de cualquier acto violento en su contra, lo cual aumenta la concepción del hombre que cree que puede hacer cualquier cosa con el cuerpo de una mujer, sea su esposa, amiga o familiar.