Tribunal deja 20 años tras las rejas a violador de niñas del suburbio
Las sospechas de un intento de violación en contra de su pequeña de 13 años perturbaban su mente. Eran cerca de las 19:00 del 27 de junio de 2011 cuando la niña había salido de casa a comprar algunos víveres y en el trayecto el padre se percató de que se había desviado del camino.
Desde ese instante, J.M.A. se convirtió en la única persona que podía confirmar los supuestos abusos sexuales en contra de su hija, como se lo había comentado en ocasiones anteriores su esposa.
Así decidió seguirla y verificar que se encontraba en el domicilio de Cristóbal Hilario Andrade Tua, de 31 años, quien con engaños logró que la joven ingrese hasta un taller donde pintaba cuadros.
Al irrumpir en esa residencia, ubicada en las calles 45 entre la J y la K (suburbio de Guayaquil), encontró a Andrade Tua bajándose el pantalón y a su hija sentada en un mueble casi desnuda.
En cuestión de segundos el indignado padre se lanzó contra el sujeto y a golpes lo sacó del taller para con ayuda de algunos vecinos intentar lincharlo.
Sin embargo, todo intento fue frustrado debido a que un patrullero de la Policía Nacional procedió a la detención correspondiente.
Más víctimas
Ese alboroto popular dio paso a que se “destapara la olla de grillos” oculta detrás del abusador: tenía a su haber más violaciones en contra de otras niñas del sector. Se trata de dos menores de 9 y 12 años de edad, a quienes les regalaba dinero luego de cometido el hecho.
Según la denuncia presentada por J.M.A., el motivo por el que se dirigió a ese taller fue porque un pariente de su esposa los alertó sobre los abusos, pues había visto varios videos en el celular del hijo del violador donde éste mantenía relaciones sexuales con su hija y otras niñas.
Una de las madres de las otras víctimas es M.Z.A., manifiesta en juicio cómo se enteró de las violaciones en contra de su hija: “Yo estaba en mi trabajo el 18 de junio de 2011, aproximadamente a las 16:00, cuando mi hija de 12 años se encontraba en la casa en compañía de sus hermanos... de ahí Andrade Tua la llamó por medio de una amiga para que fuera a su casa... entraron las dos niñas y él cerró la puerta, primero abusó sexualmente de la niña de 9 años de edad; después, de mi hija”.
Testimonio acusador
La mujer prosiguió: “Todo esto me contó en el momento en que la encontré después de haber estado buscándola por todos lados; la vi en la esquina de mi casa toda triste y asustada, le pregunté qué le pasaba y después me dijo que él la había abusado y de ahí la hice ver en la Fiscalía de la Policía Judicial (PJ) y salió positivo. Una semana después lo agarraron y de ahí nosotros presentamos la denuncia en la PJ”.
El reconocimiento médico legal practicado a la adolescente de 13 años, suscrito por la doctora Rochi Delgado, revela que presenta desgarros antiguos y lesiones en la región anal. Similares resultados se evidencian en las otras dos niñas.
Tras las investigaciones correspondientes, la fiscal Mariana Salcedo Faytong presentó y sustentó su dictamen con carácter acusatorio, señalando que luego de las investigaciones se obtienen resultados que proporcionan datos relevantes y fundamentos graves que permiten presumir que el procesado es responsable de la infracción. Así, acusó a Andrade Tua en calidad de autor del delito.
Sentencia condenatoria
Más de un año ha pasado desde la captura del potencial violador en serie y el proceso judicial seguido por la violación de la niña de 13 años llegó a su fin con una sentencia condenatoria: 20 años de reclusión mayor especial. El Tribunal Quinto de Garantías Penales del Guayas resolvió emitir esa sentencia al considerar con certeza que el procesado actuó a sabiendas de que su conducta era antijurídica.
En cuanto al grado de participación de Andrade Tua, el juez ponente Edwin Logroño, miembro del órgano judicial, concluyó que el acusado tuvo el dominio del hecho ocurrido, ya que para conseguir su objetivo “empleó la manipulación emocional como engaño aprovechándose de la vulnerabilidad de las menores y en el caso específico de la niña de 13 años, lo que impide a la víctima un discernimiento claro entre el bien y el mal”.