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El Telégrafo
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Dos policías irán a la cárcel por agresiones a estudiante del colegio Mejía en 2014

Ángelo Ayol y sus padres al término de la audiencia.
Ángelo Ayol y sus padres al término de la audiencia.
Foto: María Elena Vaca / EL TELÉGRAFO
10 de abril de 2019 - 16:09 - Redacción Justicia

Al escuchar la sentencia, Ángelo Ayol tomó del brazo a su padre y lloró. "Al fin tengo justicia", dijo el joven que fue agredido por dos policías en 2014.

El tribunal penal de la Corte Provincial de Pichincha ratificó este miércoles 10 de abril la prisión para dos policías por el delito de tortura contra Ángelo, quien era estudiante del colegio Mejía.

Los jueces Eduardo Ochoa, Xavier Barriga y Carlos Figueroa no aceptaron la apelación de la prisión de 10 años para el policía David Altamirano por el delito de tortura, y de 5 años para el policía Fredy Fonseca por tortura por omisión.

El 17 de septiembre de 2014, Ayol, que en ese momento tenía 17 años, salió del colegio Mejía, en donde estudiaba en cuarto curso, y se dirigió a la parada del bus cuando fue confundido por manifestantes que protestaban por las reformas al Código de Trabajo. Recuerda que fue arrollado por una moto policial, luego pateado en la cara y perdió el conocimiento.

Según la abogada Pamela Chiriboga, los policías llevaron, esposado, a Ayol a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de La Basílica. En el trayecto le propiciaron golpes en la cabeza y en las costillas.

Ya en la UPC, lo pusieron en cunclillas y lo agredieron nuevamente. Incluso, un policía de apellido Guachamín, que murió años atrás, le raspó un esfero en la cabeza como un mecanismo de tortura para que diera su nombre.

En total, Chiriboga contó que tuvo 33 golpes y la afectación de uno de sus dientes. Por ello, la abogada detalló que en este caso se realizó una detención arbitraria, traslado ilegal a una UPC y la privación de la libertad de un menor de edad. Ayol estuvo detenido en la UPC desde las 18:45 y hasta las 22:00 en la Unidad de Flagrancias, en donde lo llevaron a un hospital por la gravedad de las heridas.

El juez ponente Eduardo Ochoa señaló que el Tribunal verificó la resolución de primera instancia de los jueces de Garantías Penales y encontró que "fue maltratado y hubo infinidad de lesiones".

Ochoa ratificó que al joven esposaron, lo neutralizaron y lo dejaron indefenso. Recordó que en el trayecto a la UPC siguieron maltratándole, "causándole un dolor innecesario". En el caso de Altamirano, dijo que fue quien entregó a Ayol en la UPC, según el testimonio del mismo policía Fonseca.

En cambio sobre Fonseca, el juez Ochoa señaló que en la UPC siguieron maltratando a Ayol con patadas en la cara y gas pimienta. Manifestó que Ayol pidió auxilio, pero que Fonseca no hizo nada para auxiliarlo, "cuando pudo remediar un sufrimiento innecesario".

El juez Ochoa no considero necesarias las disculpas públicas ni tampoco la notificación a la Policía para que sean dados de baja, pues considero que la sentencia por sí sola procede.

El joven agredido espera que esta ratificación de la sentencia en segunda instancia se convierta en un referente para que "nunca más un estudiante sea agredido".

Recordó el caso de Edison Cosíos, quien fue impactado por una bomba lacrimógena el 15 de septiembre de 2011, y permanece atado a una cama en estado vegetativo.

Bolívar Ayol, padre de Ángelo, también cree que con esta resolución obtienen justicia, pero no solo para el joven, sino para 260 estudiantes que ese día fueron agredidos. "Somos la voz de los sin voz, que nunca se vuelva a repetir".

Al final de la audiencia, Alicia Barros, madre de Ángelo, gritó: "Gracias señores jueces, a los seis años de sufrimiento por fin veo justicia". La mujer abrazó a su hijo y lloró. (I)

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