Un plan de seguridad familiar es clave contra el secuestro
Daniel (nombre protegido) siempre se sentía seguro. Salía tranquilo de su casa, al norte de Quito, publicaba todo lo que hacía en redes. Había escuchado del secuestro, pero no imaginó que él podía ser una víctima, hasta que unos desconocidos se lo llevaron a la fuerza cuando esperaba el transporte para ir al colegio.
El secuestro en Ecuador es una realidad. En el 2017, hubo 43 casos en el país, según la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase) y la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Desapariciones, Extorsión y Secuestros de Personas (Dinased).
De ellos 15 aún se encuentran en investigación. Las ciudades donde más plagios ocurrieron fueron Quito con 26 y Guayaquil con 16. Mientras que en Ibarra hubo uno.
Pero no todos los secuestros son iguales. La ONU identifica 9 tipos: exprés, extorsivos, políticos o ideológicos, entre grupos delictivos, vinculados a disputas domésticas, con fines de explotación sexual, simulados, virtuales y para la venta de la víctima a un grupo delictivo.
En Ecuador son más frecuentes los económicos, como los exprés, en los que los secuestradores buscan una recompensa monetaria inmediata.
El caso de Daniel fue extorsivo económico. Él estuvo un mes encerrado, pero le dejaban jugar videojuegos. Después de su liberación sus padres decidieron irse del país. También están los secuestros sociales cuya razón principal puede ser la venganza y los de carácter doméstico. Por ejemplo, el de la niña, de 12 años, embarazada y plagiada en Sucumbíos presuntamente por el hombre, de 23 años, que la violó.
Este año también el país vivió 2 casos de extorsión criminal para presionar al poder político: El primero fue el secuestro y asesinato del equipo periodístico de diario El Comercio. El segundo fue el de Óscar Villacís y Katty Vanessa Velasco. Todos fueron asesinados.
Cada tipo de secuestro tiene sus propias características y complejidades. Pero para expertos, el éxito de un rescate depende en gran parte de la negociación. Por eso es necesario “avisar a la Policía en el instante en el que el familiar está secuestrado. De esa manera se lleva mejor el caso y hay posibilidades de recuperar al ser querido con vida”, dice el exjefe de Inteligencia, Mario Pazmiño.
Las empresas de seguridad privada pueden ser un apoyo para estas investigaciones.
Paulo Morocho, gerente de Agentes Privados Moch, sostiene que han participado en varios casos de plagios, pero solo reciben a esos clientes después de que ellos denuncien en la Policía porque su trabajo sirve para ampliar la información que ayuda a los uniformados.
“Las personas a veces nos cuentan detalles que no les dan a la Policía por la presión. Siempre pedimos a los clientes que entreguen nuestros informes a los agentes encargados del caso”, dice.
Durante la investigación es clave descubrir de dónde escapó la información que sirvió a los plagiadores. En la mayoría de casos los raptos ocurren al llegar o salir del hogar, al dejar reuniones sociales, en la noche, o en las carreteras. Uno de los consejos de Pazmiño es colocar localizadores GPS en vehículos, en los celulares y cambiar las rutinas diarias.
Él explica que el secuestrador se enfoca en la persona y recopila la mayor cantidad de información de ella y de su familia por un tiempo estimado de 2 meses. “La mayoría de datos la obtiene a través de las redes sociales que es donde, en la actualidad, ponemos todo”, señala.
Hoy la información personal se consigue fácilmente en las redes sociales. Los usuarios postean fotos, lugares que visitan, actividades que realizan, hasta relaciones sentimentales o familiares en Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat y WhatsApp. Todo esto es un valioso material para los secuestradores.
José Rivera, consultor de estrategias digitales, recomienda tener dos perfiles en las redes, uno de trabajo y otro privado, más personal, solo para familia y amigos cercanos. “Hay que tener un plan de uso y seguridad de cada uno de los miembros del hogar”, dice Rivera.
Según él, los usuarios tienen que usar las opciones de privacidad para seleccionar quién mira el contenido como fotografías, estados en vivo y ubicaciones. Y, fundamentalmente, los padres de familia tienen que vigilar y poner reglas a sus hijos sobre qué publicar en sus perfiles.
Estos consejos de seguridad sirven en el núcleo familiar. Pero Fernando Carrión, analista de seguridad ciudadana, señala que el Estado debe dar garantías para que las personas puedan movilizarse en el territorio.
Lo mismo piensa el catedrático Lautaro Ojeda, quien sostiene que la violencia social en general es un problema que “no ha sido enfrentado de manera estructural en el país, con recursos y personal preparado”. (I)
Las cifras
Estadísticas 2017
Según la Unase y la Dinased, desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2017 hubo 31 casos de secuestros extorsivos, exprés y de comunidades indígenas. 2 casos de simulación y 10 casos de tentativa de secuestros en el país.
43 casos de secuestros se detectaron en 2017 en Ecuador. Se resolvieron 28 y 15 se investigan.
Casos por ciudad
26 secuestros se registraron en la ciudad de Quito. En Guayaquil hubo 16 y 1 en Ibarra. Asimismo, se detuvo a 73 personas por secuestro, a 19 por simulación y a 205 por extorsión. (I)
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“Siempre recordaremos a Katty con su alegría”
Soñaba con criar a su niña Valentina, por eso vino de Guayaquil a vivir a Santo Domingo, para llevarla todos los días a la escuela, pero eso ya no va a pasar nunca.
Lo último que supe de mi prima Katty Vanesa fue que había salido de paseo en moto con su novio. No conocíamos a Óscar.
Pero ella se veía muy feliz desde que nos comentaba que estaba en una relación con él.
Bueno, ella siempre estaba feliz, era una niña muy amiguera. En febrero cumplió sus 20 años. Y recién se había graduado de Contabilidad. Todos le decían: “Cococha”. Era muy alegre, le encantaba bailar, divertirse, era buena persona; ella no le hizo daño a nadie y no merecía morir así. Salió de su casa el 11 de abril. Le escribí varias veces para saber cómo estaba, pero no contestó.
Pensamos que estaba sin señal. Después, el día 17, vimos el video que fue subido a internet y publicado en las noticias. Verla así me dejó muy mal. Los habían secuestrado. No sabíamos ni sabemos por qué. No quise pensar en lo que ella estaría sufriendo, lejos de su hijita, de 4 años, sin saber cuándo la volvería a ver. Desde que supimos del secuestro hasta hoy hemos vivido momentos muy difíciles.
En este caso no sabíamos qué esperar de las autoridades, pero imaginamos más. Hasta ahora nunca nos dieron las respuestas que como familiares necesitábamos. Con la mamá de Katty y sus hermanas tuvimos que dejar nuestros empleos, como ayudantes de cocina, para buscar información y ayuda por nuestros propios medios.
Finalmente, el 3 de julio nos dijeron que habían encontrado los cuerpos. Un día después, una delegación de aquí nos llevó a Colombia para los exámenes y para poder identificarlos.
Mi relación con Katty siempre fue muy buena. Nos queríamos mucho. Ahora, Valentina es lo único que nos queda de ella. Al momento está con la abuelita, pero no sabemos hasta cuándo porque el papá se la quiere llevar. La niña, en su inocencia, sí sabe lo de su mamita y pasa triste.
Geovana Velasco