Javier Ortega, el periodista que no dejó puntos suspensivos
Teníamos 24 y 23 años cuando llegamos por primera vez a Grupo El Comercio, en el sur de Quito. En la mañana rendimos pruebas y en la tarde recibimos un taller de periodismo. Nos sentamos uno junto al otro, como lo hacíamos en la Universidad Politécnica Salesiana, mientras Rubén Darío Buitrón nos daba ciertos datos para armar una nota.
Veía la emoción con la que ensayabas titulares y leads. Me regresaste a ver y me dijiste: “Apura, ve. (...) ¡Sería impresionantemente impresionante trabajar aquí!”. Quienes te conocieron deben leer esa última frase con el acento que ponías al decirlo. Me reí y con menos expectativas respondí: mira cuántos somos, más de 15 y solo hay vacantes para 4.
Dos días después de esa jornada nos llamaron a ambos. Te integraste como pasante a Últimas Noticias, o “Ultimitas corazón”, como le decías, y yo, a la sección Quito de El Comercio.
Ahí empezó una de las mejores etapas de nuestras vidas. Encontramos en el periodismo el amor y la pasión que solo entienden quienes viven día a día el oficio, los reporteros de calle... Aprendimos a gastar suela, a colarnos en conversaciones de colegas que ya se las sabían todas para empaparnos de algún caso.
Éramos nuevos, pero tuvimos papás que no nos dejaron pagar piso. Esteban Ávila, quien te entrevistó, aún se acuerda de ese día. Llevaste unos escritos de cine (deberes de la ‘U’ que te los tomabas muy en serio). Tenías un blog dedicado al séptimo arte.
Santiago Guerrero, actual editor de Bendido Fútbol te dio las primeras pautas para cubrir ligas barriales. Todo pasante que se integraba a Últimas... se encargaba de esas coberturas. Junto a Eduardo Terán, fotógrafo, y JC Díaz, conductor, conociste las canchas de Guajaló, San Roque, Calderón y el Valle de Los Chillos.
El tiempo transcurrió y nuestra pasantía de 6 meses concluyó. Nos la renovaron por otro semestre y al término de ese periodo, Carlos Mora, editor del diario capitalino, anunció tu contratación. Dejaste de lado las barriales para encontrarte con la fuente que cubriste el resto de tu vida.
Fue ahí donde se forjó tu amistad con Francisco Lasso, reportero de Seguridad de La Hora, y como todo periodista que se jacte de serlo vivieron -corrijo, vivimos- la bohemia en la misma proporción que amamos el oficio.
2012 fue un año glorioso y decisivo. Con tu gol, el único del partido, Últimas Noticias se coronó campeón. El festejo fue grande y desde ahí se instauraron los partidos de los jueves en el diario y posteriormente los miércoles en el Valle, sector en el que vivías.
Ahí compartiste cancha con tu vecino Pancho, como le decimos de cariño a Francisco. Entre los recuerdos que ambos mantenemos de tu apoyo como amigo coincidimos en uno: nuestros divorcios, ahí estuviste para ambos.
Cuando digo que 2012 fue decisivo es porque ese año pasamos a las ligas mayores. La sección Seguridad y Justicia de El Comercio. Ahí tu mentor, como lo decías, fue Geovanny Tipanluisa. La primera apertura que escribiste fue sobre un conflicto de migrantes.
Terminaste tu texto a las 19:00 de un viernes y te acercaste “al jefe” como te referías a nuestro editor para que la revisara. Geovanny, prolijo como él solo, la leyó y se quedó con ciertos vacíos que te los expuso y debían resolverse ese momento.
Regresaste a tu computadora para completar la información. Ese día Geovanny y tú salieron de la redacción a las 02:00. Batieron el récord.
Los siguientes viernes fueron más llevaderos, pues “cachaste de una” las exigencias del editor. Lo hiciste tan bien que te convertiste en ‘el segundo a bordo’. Cada vez que Geovanny salía de vacaciones te quedabas al frente de la sección. Tus textos eran nítidos. Llenos de datos.
“Nunca metía labia, solo información precisa”, recuerda tu editor. Desde 2013 realizaste 11 viajes a la frontera norte. El penúltimo fue en compañía del lente de Patricio Terán, autor de la imagen que acompaña este texto.
Tu papá, también fotógrafo, antes de migrar a España en 1999, reconoce que eras muy observador. Con eso coinciden tu mamá y tus hermanos. Ellos y nosotros estamos a la espera de tu cuerpo para cerrar este ciclo. La familia optará por la cremación y tus cenizas se colocaran en tu cuarto, junto al retrato de Messi.
Alguna vez hablamos del futuro. Querías ser docente. Nuestra profe de Lingüística, Catalina Álvarez, asegura que hubieses hecho un gran trabajo con los futuros profesionales. Bromeabas conmigo por aún no graduarme. Decías que serías mi tutor de tesis. Volví a la ‘U’, Javi, quería que lo sepas. (I)