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El Telégrafo
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Penitenciaría sometida a restauración

Penitenciaría sometida a  restauración
21 de diciembre de 2013 - 00:00

Tras 55 años de funcionamiento, la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, entró en un proceso de remodelación de su infraestructura, puesto que el Ministerio de Justicia tiene previsto habilitar en ese sitio nuevos pabellones para albergar a procesados por delitos menores.

Estos trabajos iniciaron este mes en varios de los pabellones desocupados por los internos, quienes fueron trasladados al nuevo Centro de Privación de Libertad Regional Guayas, construido a pocos metros del anterior, en el km 16,5 de la vía a Daule, y en donde, según el modelo de rehabilitación social, estarán las personas con sentencia en firme.

Los trabajos se realizan en 7 de los 24 pabellones de la cárcel, que hasta hace más de 5 décadas llevaban los nombres de Cuerpo Consular, Sol Naciente, Atenuado Alto, Atenuado Bajo, Renacimiento, Artesanos y Samaritano.

El jueves anterior, la expectativa en torno a que el presidente Rafael Correa recorrería la Penitenciaría, con el objetivo justamente de constatar el avance de la obra civil, aumentaba conforme transcurrían los minutos. No obstante, la espera no se extendió más allá de lo previsto porque el Primer Mandatario arribó puntual.

Eran las 10:00, cuando la conocida caravana de vehículos Grand Vitara y camionetas D-max con vidrios polarizados, guiada por motorizados de la Comisión de Tránsito, arribó al recinto penitenciario.

El primero que recibió al presidente, apenas bajó de uno de los vehículos, fue el coronel Orlando Jácome, jefe de Operaciones del Distrito Metropolitano de Policía de Guayaquil, quien en posición firme, y con la mano en la visera, le dio parte de la situación en los exteriores de la Penitenciaría, donde los agentes están a cargo de la seguridad.

Con injerencia a escala nacional, la Policía creó la Unidad de Contingencia Penitenciaría para reforzar la seguridad en los exteriores de los centros de rehabilitación social. Con este propósito, Claudio Guerra Carrera, jefe de esta unidad, indicó que cuenta con el apoyo de 1.100 policías, quienes colaborarán con el proceso de depuración, por lo cual se prevé que la institución del orden proporcione una infraestructura con todas las seguridades adecuadas.

En ese momento el sol quemaba y la temperatura pasaba los 36 grados centígrados.

Inmediatamente, Correa ingresó a las instalaciones del vetusto edificio saludando con un apretón de manos a varios de los presentes y a pocos metros del ingreso se encontró con la puerta del pabellón Cuarentena, en la que estaban aglomerados decenas de presos. Todos, que pugnaban por asomarse a la estrecha puerta de barrotes, profirieron gritos como ¡Estamos con usted, presidente! ¡Apóyenos presidente! lo que motivó que Correa hiciera una pausa y saludara de lejos con la mano en alto.

El ministro del Interior y ahora encargado de la cartera de Justicia, José Serrano; el ministro coordinador de Seguridad, Homero Arellano; el gobernador de la provincia, Rolando Panchana; y la subsecretaria de Rehabilitación Social, Ledy Zúñiga, acompañaban al Mandatario en el recorrido por los oscuros y malolientes pasillos que en tramos se tornaban insoportables.

Una vez más la caminata se detuvo por petición de Zúñiga para mostrarle al Presidente las condiciones en las quedó el pabellón Renacimiento. A través de los barrotes las autoridades vieron cúmulos de basura, tarrinas de comida, restos de alimentos, naipes rotos, colillas de cigarrillos, prendas, zapatos y colchones dispersos en medio de charcos con agua putrefacta, lo que evidenciaba que los reos dormían hacinados en el piso.

Un haz de luz aclaró un pasillo y al llegar, el Presidente vio por las rejas un patio lleno de hoyos y baches, y a varios metros se observaban manos que saludaban entre los barrotes, eran los más de 150 reos del pabellón B Alto, considerado como uno de los más violentos de la ‘Peni’.

En ese momento fue detenido el recorrido en medio del pasillo. Correa arrugó la frente y el entrecejo en señal de descontento al mismo tiempo que gesticulaba frente al ministro Serrano. Una breve discusión, que apenas duró unos 10 minutos, se desarrolló entre ambos por el tema de la clasificación de los reos de acuerdo con el grado de peligrosidad y la permanencia en pabellones según su situación jurídica (procesados y sentenciados).

Tras la debida aclaración de Serrano y recomendaciones de Correa, la jornada siguió su curso.

Más adelante saludó con los presos del B Bajo, quienes se quejaron con el gobernante, principalmente de la comida, a la que calificaron de mala y que les daban el mismo menú continuamente. Además del presunto maltrato de los guías.

La única área en la que ingresó Correa fue en Artesanos, donde fue guiado por una comitiva numerosa de empleados de los ministerios que allí intervenían. Ellos, sumados a los custodios, pugnaban más por prevalecer en la organización que en facilitar el trabajo a la prensa que fue convocada. El mandatario vio asombrado cómo se había acondicionado en la esquina de una celda una pequeña plataforma para bailes privados de ‘streap tease’.

Los funcionarios le explicaron que el sitio era destinado para la diversión de varios privados de libertad, principalmente, para caporales y mafiosos que serían los que manejaban el centro penitenciario.

Eso sumado a otras celdas en las que mostraban en las paredes letreros de ferreterías o tiendas, mientras que otras contaban con los boquetes para colocar un aire acondicionado o televisor, lo cual también sorprendió al Mandatario.

Finalmente, luego de una breve visita a las instalaciones del Centro de Privación de Libertad Regional Guayas, donde verificó los sistemas de vigilancia, Correa subió a una excavadora y con la asistencia de un operador de la empresa contratista, la manipuló con destreza, tomando en cuenta que esa maquinaria pesada tiene cuatro palancas direccionales. Un pedazo del muro del cerramiento de la antigua cárcel fue derribada por el gobernante que por momentos parecía que disfrutaba de ese oficio.

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