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Pedro P., integrante de AVC, recibe reparación por torturas en 1985

Pedro P., integrante de AVC, recibe reparación por torturas en 1985
22 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

Pedro P. difícilmente olvidará los días y noches de tortura que vivió en su juventud. Más de tres décadas han pasado, pero cuando habla del tema se nota en su rostro la pesadumbre. El hombre, ya de cabello cano, suscribió un acuerdo de reparación material con las autoridades del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Culto, la Contraloría General del Estado y la Defensoría del Pueblo.

Su caso está narrado en el tomo 3 del informe de la Comisión de la Verdad. Ahí constan los nombres de quienes estuvieron implicados en la violación de sus derechos humanos.

“Lo que yo pido es que estos graves delitos de lesa humanidad sean judicializados para que no queden en la impunidad”.

El hombre, que era miembro de Alfaro Vive Carajo (AVC), relató en el informe que su tortura empezó en el Servicio de Investigación Criminal del Guayas (SIC-G) luego de que lo detuvieran como sospechoso del robo en el Banco de la Previsora, en 1985. “Había una piscina. Amarrado de pies y manos, y con una capucha, me empiezan a fondear en la piscina, me tiran por cuatro o cinco horas; igual al día siguiente. También me meten en un tanque con agua, de cabeza, y golpean afuera con un palo; sentía que los oídos me explotaban”.

Su narración continúa. Lo llevaron a una caballeriza. Ahí, según dijo, lo obligaron a que comiera el excremento de los caballos. Como no obtuvieron información lo guindaron de las muñecas con la cabeza hacia abajo y lo golpearon con el ‘detector de mentiras’, leyenda inscrita en el garrote.

La víctima relató que atrás del SIC, en el taller de los carros, lo siguieron golpeando. “Más tarde me llevaron encapuchado al sector de La Alborada o de Los Sauces y “comenzaron a hacer tiro al blanco conmigo, a disparar a los lados; uno piensa que nos van a matar. Ahí mismo me hicieron comer bombones, yo no sabía por qué; luego me enteré de que los bombones resecan la boca, entonces te abrían la boca y te echaban gas”.

Pedro P. recordó que permaneció alrededor de dieciocho días en Guayaquil. En ese lapso, allanaron su casa, pero solo encontraron libros de izquierda. Después lo trasladaron a Quito. Como en los interrogatorios “no lograron quebrarme, me llevaron a Quito, a Inteligencia Militar; no sé a dónde porque estaba encapuchado. Durante todo el trayecto recibí patadas y puñetes; cuando se detenía el carro cogían periódicos, me hacían acostar, los ponían alrededor mío, y los prendían: no me quemaron pero se sentía la candela. Ya en Quito, empezaron con la corriente eléctrica, otra vez el tanque; me hacían dormir en el suelo y en la madrugada me tiraban agua. Me pusieron corriente en los genitales. Hicieron un vídeo en el que yo salía con una capucha, decía que era miembro de AVC y que había participado en las violaciones de Camargo”.

Las interrogantes acerca de sitios de entrenamiento y del robo no cesaban, sumado a los maltratos.

Pedro P. estuvo en el SIC de Pichincha y luego fue ingresado a la Penitenciaría del Litoral.

Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, indicó que el acuerdo busca que no haya impunidad.

“Sé que esto no significa nada en comparación con los duros hechos que tuvo que vivir. Esperamos poder reparar el daño, es nuestro deber como Estado ecuatoriano. Este es el tercer acuerdo reparatorio, pero hay otros siete casos en revisión”. (I)

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