Participación de menores en delitos es recurrente
Hace pocos días, la Policía reportó un asalto y robo a 40 pasajeros que viajaban hacia Quito, en un bus de la cooperativa de transporte Ecuador, en el que está involucrado un menor de 12 años que actuó junto con una banda organizada de adultos.
Algo similar ocurrió hace más de una semana, cuando la Policía Judicial del Guayas (PJ-G) capturó a otro menor de edad y a un adulto cuando trasladaban mercadería sustraída a un comerciante. De acuerdo con los casos conocidos por las autoridades e instituciones que trabajan con la niñez y adolescencia, en el país son recurrentes los delitos cometidos por menores de edad que forman parte de grupos liderados por adultos.
Pese a que no hay estadísticas oficiales que hagan un seguimiento a este fenómeno social, Marcelo González, jefe de la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) en Guayas, afirma que dichos hechos no son aislados. “Hay muchos menores de edad capturados con adultos”.
Explica que los jóvenes se suman a las bandas por inducción de los delincuentes mayores de edad, pero, aclara, también hay quienes se integran por su propia voluntad. “Hay adolescentes que están en pleno conocimiento de lo que hacen, incluso, luego se los vuelve a capturar como reincidentes”, añade.
Las estadísticas del año pasado de la Policía arrojan que, solo en Guayas, hubo más de un millar de adolescentes infractores detenidos por cometer distintos tipos de delitos (entre ellos menores de edad capturados con adultos).
La participación de tres menores, como brazos ejecutores de una banda de sicarios que cometieron al menos ocho crímenes violentos en marzo de 2010, puso en alerta a la Policía acantonada en Guayaquil, puesto que las investigaciones se habían visto en ese entonces truncadas al no establecer las andanzas de esos infractores.
Ramiro Mantilla, comandante del Distrito Metropolitano, indica que está preocupado porque la tarea policial se trunca al no poder descubrir las actividades ilícitas de los menores, incluso de los demás integrantes de las bandas delictivas, todas con adolescentes en sus filas.
Por ejemplo, señala que tras la captura de Adrián Andrade Nazari, alias “Pajarito”, requerido por la justicia como ejecutor de seis asesinatos, se supo que los tres menores que participaban con él cometieron varios crímenes y tenían en su poder las armas. Sin embargo, no fueron investigados, pese a que se supo que estaban vinculados a varios casos de sicariato, que están relacionados con el acaparamiento de territorios para el expendio de droga en Guayaquil y Durán.
La preocupación de Mantilla se refuerza con el relato de la fiscal Rocío Córdova, coordinadora de la Procuraduría de Adolescentes Infractores del Guayas. Ella menciona el caso de un joven de 16 años que por robar un teléfono celular a una persona le disparó, pero como la víctima no moría le golpeó la cabeza con una piedra hasta dejarla inconsciente. Pese a la saña con la que actuó, el adolescente fue aislado y la jueza de menores le impuso una medida socioeducativa de un año de internamiento institucional.
Favorecido por el Código de la Niñez y Adolescencia, que en su artículo 370 señala que lo máximo que un juez le puede imponer a un menor es un internamiento de 4 años, de los cuales cada día que certifique buena conducta se contará por dos (días). El joven infractor salió después de 6 meses.