Olvera, el juez que supera los límites de la ceguera
En los pasillos que conducen a los juzgados adjuntos de la Familia, Niñez y Adolescencia, ubicados en el mezzanine de la Corte de Justicia del Guayas, la mayoría lo conocen. Su nombre figura entre los funcionarios más reconocidos que laboran en ese piso.
No solo representa a uno de los doce juzgados operativos en el lugar, sino que también se ha ganado el respeto de sus colegas al demostrar que puede desempeñar el cargo de juez pese a tener ceguera total.
A sus diez años, José Gustavo Olvera Barbotó, quien se convirtió el pasado 31 de octubre en el primer juez no vidente del Ecuador y el tercero en América Latina, quedó ciego a consecuencia de una enfermedad que afectó inicialmente (cuando tenía cinco años) su ojo izquierdo.
Sin embargo, la realidad a la que se enfrenta no ha sido impedimento para llevar una vida prácticamente normal, en la que lucha cada día para ganarse profesionalmente un espacio en la sociedad.
El juez Noveno de la Familia, Niñez y Adolescencia, de 34 años, habla sobre lo que significa para él romper esquemas en la Función Judicial al ejercer un puesto de tal importancia.
¿Cómo comenzó su problema de visión en la infancia?
Entre los cinco y diez años hubo varios eventos que finalmente provocaron una ceguera total. En un principio perdí la visión en el ojo izquierdo, que registraba una catarata, por lo que fui operado dos veces y a pesar de las intervenciones no se pudo recuperar. Entre los siete y diez años solo veía con el ojo derecho, el cual tenía una miopía elevada porque se esforzaba mucho.
¿Cuál fue la causa de su ceguera?
Tal vez hubo una predisposición familiar. Yo soy la única persona ciega en mi familia, pero hay otras con problemas visuales.
¿Por qué perdió la visión en el ojo derecho?
El hecho de tener un ojo con miopía hace que haya mucha tendencia a tener problemas en la retina. Lo peor era que en esa época (1987) no había médicos especialistas en el Ecuador.
El único que había estaba en Quito y él no tenía la tecnología que se requería para una operación de ese tipo. Por eso tuve que viajar a Bogotá donde fui operado con éxito y volví a ver. Lo malo fue que esa visión solo duró seis meses, porque se desprendió nuevamente la retina.
Durante el siguiente año pasé en tratamiento. Luego de la ida y vuelta, de estar en clínicas y pasar por operaciones, mi familia estaba gastada. Cuando llegamos a fin de año y nuevamente se me desprendió la retina, volverla a operar implicaba más riesgo.
Entonces, ¿qué decidieron?
Esperar un poco y esa decisión conllevó a que yo continuara con mi vida, que se había interrumpido durante ese año. Se consiguió un cupo en la escuela municipal para ciegos. Ahí terminé la primaria.
Aprendí a movilizarme solo con la utilización del bastón de orientación, a utilizar la máquina de escribir y muchas cosas más. Luego de eso seguí el colegio en un establecimiento cerca a mi casa. Allí, solo había ciclo básico, por lo que tuve que cambiarme a otro colegio (Academia Naval Guayaquil) que tuviera diversificado.
¿Alguna vez sufrió discriminación por parte de sus compañeros?
Siempre estuve consciente de que son muy duros, sobre todo los niños y adolescentes. Digamos que es parte de su evolución natural. Siempre estuve consciente de eso, lo cual me ayudó a enfrentar comentarios. Siempre fui con esa mentalidad abierta, dispuesto a comprenderlos para luego hacerles entender como debían tratarme.
¿Cómo le fue?
Bastante bien. Pude integrarme, en el colegio pude ser parte de las actividades educativas y deportivas.
¿Tengo entendido que incluso practicó taekwondo?
Sí, cuando estuve en ciclo básico. No seguí porque en el mismo plantel fue suspendida la disciplina debido a que el profesor se cambió de establecimiento. Después fue más complicado seguir. En la academia, en cambio, practiqué atletismo.
En la universidad, ¿por qué escogió jurisprudencia?
Fue algo que lo decidí en el momento de escoger la especialización de sociales en el colegio. De ahí decidí que hacia ello me enfocaría.
Derecho dentro de las carreras me parece que es una de las ramas más completas por la cantidad de conocimientos que se requiere. Y por el contacto social que se tiene.
¿Pensó en algún momento llegar a ser juez?
Lo pensé como parte de mi desarrollo como abogado, siempre sentí importante el hecho de cumplir todas las perspectivas que me podía dar la carrera, tanto en el libre ejercicio como en la función pública.
¿Qué tan difícil es defender a alguien cuando se tiene ceguera?
En principio tiene que haber una relación sincera entre el abogado y el cliente. Siempre con la verdad.
¿Qué tan útil ha sido el sistema braille en su profesión?
Con el tablero braille tomo notas para tenerlas por escrito. Por ejemplo, artículos que encuentro relacionados con un tema determinado. Entonces, los anoto en braille y ya tengo mi agenda.
También me ayudo con la computadora que tiene un programa sintetizador de voz y un lector de pantalla que me permite, a través de audio, conocer el contenido de los textos que reviso.
¿El mismo programa usaba en sus estudios universitarios?
No, todo lo conseguí con la ayuda de algunos amigos que me dieron la mano de forma incondicional. Eso también ha sido importante en mi vida, el haber encontrado gente muy abierta, colaboradora y atenta.
¿Cómo logró ingresar a la Función Judicial?
Asumí el 31 de octubre pasado el cargo de juez. Antes de ello, había presentado mi carpeta para que sea considerada en el banco de elegibles.
Realmente tuve la esperanza de que fuera considerado partiendo de que la actual Constitución de la República garantiza el ámbito de la inclusión.
Ahora las personas con discapacidad tienen mucha apertura. Es por ello que estoy consciente de todo el compromiso que he contraído.