Ocho meses tras el rastro de octogenario Corazón de Jesús Díaz
Aquel 10 de mayo de 2013, durante una reunión por el Día de la Madre, Corazón de Jesús Díaz Espinoza, de 84 años, hizo honor a su nombre y apellido. El patriarca les habló a sus hijas con el corazón y confesó que se sentía muy feliz y satisfecho por todos los días de esa etapa de su vida familiar.
Y como presagiando algo les manifestó que si algo le llegara a suceder, que cuando ‘la otra’ lo visite, que no se preocupen, que él estará muy bien.
Una semana después, el 18 de mayo, Jesús Díaz desapareció mientras realizaba sus habituales paseos por el sector de Pusuquí, vía Mitad del Mundo, en Quito.
Desde esa fecha su hija, Jimena Díaz, de profesión psicóloga, ha emprendido la búsqueda constante de su progenitor por distintas regiones del país. Ya recorrió Santo Domingo de los Tsáchilas, Pichincha, Tungurahua, Chimborazo, Imbabura y hasta Esmeraldas.
Ella describe a su padre como un hombre de carácter introvertido y muy independiente que siempre le ayudaba a su madre Rosa López, de 65 años, en los quehaceres de la casa. “No tenía problemas en cocinar, lavar o planchar. Una vez que terminaba todo, salía a pasear”, dijo.
Su hija afirma que su independencia se formó porque él se crió con sacerdotes a quienes no llegó a apreciar. Sin embargo, desarrolló una fe absoluta en Dios.
Al parecer su personalidad, de pocos amigos, fue una desventaja al momento de perderse, pues él no acostumbraba a hablar con extraños para pedir ayuda. Además, sufría de convulsiones epilépticas.
El 16 de mayo, dos días antes de que desapareciera, se hizo el último control neurológico en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), según su hija. “El doctor dijo que todo estaba normal”, comentó.
Para don Jesús Díaz, el salir a caminar por los alrededores de la capital era un hábito muy usual en su agenda desde hacía diez años, cuando se jubiló. “Mi papá laboró mucho tiempo en la empresa de agua potable, y nos contaba que por trabajo iba a las montañas; a él le gustaba caminar y jamás se había perdido”, expresó.
De las averiguaciones realizadas por Jimena Díaz en estos ocho meses se desprende que llegó hasta San Lorenzo, Esmeraldas. “Probablemente cogió mal el carro y llegó hasta esa ciudad, tal vez no pudo regresar porque la mayoría de choferes no lo querían llevar por ser de la tercera edad, y además ya no tenía dinero”.
Un conductor de transporte interprovincial y un guardia fueron las últimas personas que vieron a Jesús Díaz en San Lorenzo.
El chofer confirmó que lo hizo bajar para que tomase el bus correcto de regreso a Quito, mientras que el guardia mencionó que lo encontró en la terminal, pero el adulto mayor no recordaba nada.
De acuerdo con otras versiones, luego de Esmeraldas, testigos afirmaron haberlo visto en la provincia de Imbabura. Eso fue hasta junio de este año, esa es la última pista.
Jesús Díaz, es oriundo de Penipe, provincia de Chimborazo, y a pesar de que vivió en Quito casi toda su vida, jamás olvidó a su familia, en especial a sus tres hermanos que siguieron viviendo en esa localidad. A ellos, y de manera habitual, les llevaba dinero, víveres y medicinas.
De acuerdo con Jimena Díaz, a mediados de enero se tiene previsto que el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) realice una búsqueda exhaustiva por todo ese sector del río Intag y Guayllabamba con el fin de encontrarlo.