A Martina (nombre protegido) desde los 4 años no le gustaban los juegos tradicionales con sus primos.

Cuando estaba con ellos, les pedía que le toparan sus partes íntimas. También les acariciaba a ellos sus órganos genitales.

A más de uno no les gustaban esos juegos y avisaron a sus padres. Una de sus tías acudió a un curso de educación sexual, en donde le explicaron que esos comportamientos no eran correctos y que Martina podía ser víctima de abuso sexual.

El 22 de febrero de 2017, la niña, en ese momento de 7 años, le contó todo a su madre María (nombre protegido).

Germán O., su padre legal, la obligaba, desde los 4 años, a mirar películas pornográficas y replicar ese comportamiento que observan en la televisión.

María trabajaba más de 15 horas en un almacén de venta de ropa; luego se cambió a una comercializadora de cosméticos, pero le tocaron turnos en la noche y descansaba de día. Germán O. no trabajaba.

Su hija quedaba al cuidado de su padre legal, que aprovechaba estas ausencias para abusar de ella.

La tenía amenazada de que le pegaría si decía algo. Por eso y sin entender qué pasaba, calló todo.

Germán O. ya no vivía con ella hacía un año. Pero, Martina tenía miedo, se desesperaba y lloraba.

Los informes médicos legales confirmaron un desgarre anal de la pequeña. El 23 de febrero, la mujer presentó la denuncia.

El caso está en fase de juzgamiento. El lunes se suspendió el juicio porque no fueron los testigos del procesado.

Mayra Tirira, abogada de Martina, espera que la diligencia se retome hasta el 31 de enero, porque ese día vence la prisión preventiva. Y el imputado saldría en libertad.

Germán O. podría quedar en libertad si el juicio no se reanuda hasta el 31 de enero. (I)