Tannya Varela, general de Policía y Jefa de Estado Mayor
"Soy una madre, una esposa y una policía orgullosa y feliz"
Es la primera Jefa de Estado Mayor de la Policía Nacional y una de las tres generales de la historia de este país. Tannya Varela conversó con este diario sobre los dos roles más importantes de su vida: el de madre y el de la mujer policía con la más alta jerarquía en esa institución.
Hoy es el Día de la Madre. Usted es mamá de tres hijos, pero también general de Policía. ¿Cómo combina ambas tareas? ¿Su cargo le resta tiempo para estar más en familia o no?
Me han apoyado siempre para continuar sirviendo a mi país, dejándoles lo único que considero invaluable: un legado de servicio, honestidad, responsabilidad y amor por mi profesión, el ser una policía. Ser madre y policía no es fácil pero, cuando existe una organización familiar, todo se puede. Mi familia es el pilar fundamental de mi vida, siempre me han impulsado para continuar construyendo mi profesión, que me ha permitido ser cada día una mejor persona. Sí me resta tiempo, más de lo que se pueden imaginar, pero lo he sabido sobrellevar y me considero una mamá al 100%. Amo a mi familia y agradezco a Dios por haberme bendecido de esta manera. Soy una madre, una esposa, una policía orgullosa y feliz.
¿Su esposo e hijos se quejan de su trabajo y preferirían que usted tenga otra profesión?
Mi esposo no, pues él también es policía y conoce de mi profesión, así me conoció y es quien más me apoya; es mi soporte, es mi felicidad.
Siento que les hice falta a mi hijos en algún momento de su vida y eso lo llevaré en mi corazón, pero me queda la tranquilidad porque ellos saben lo que su madre ha hecho para alcanzar los objetivos planteados. No ha sido fácil, sino una lucha constante para demostrar preparación y trabajo.
¿Cómo ha llevado todos estos años el uniforme y el cuidado de su familia? ¿Alguna vez ha tenido problemas en su casa o en su oficina por esa doble tarea?
Con orgullo, amor, responsabilidad, pues mi uniforme se ha convertido en un símbolo de esperanza a quien lo necesita y a quienes he servido día a día. Hemos tenido problemas, como en todas partes, pero todos tienen solución. En mi casa hemos tratado que mis hijos aprendan a vivir con mis horarios, pues no siempre compartimos una Navidad, un Año Nuevo o un feriado, quizá es lo que más les costó.
En mi trabajo he sabido sobrellevar muy bien, he cumplido con lo que me corresponde, me he organizado siempre y eso ha sido parte de mi éxito.
Generalmente, el trabajo de las madres es extenuante y sin horarios, con su profesión también ocurre lo mismo. ¿Cómo salir ilesa y cumplir con ambas tareas?
Efectivamente, el trabajo de una mujer, y sobre todo de una madre, es extenuante, nunca acaba. Si salgo del trabajo con mi jornada cumplida, inicio otra en casa, pero lo hago con mucho amor. Me encanta estar en mi casa, con mi familia; atenderlos, cuidarlos y hacerles sentir cuánto los amo.
El país vive en medio de la emergencia sanitaria, económica y social, ¿cómo ha afectado eso a las mujeres?
Está emergencia nos ha dejado a todos una gran cicatriz. Nadie estaba preparado para algo así, pero también nos está dejando grandes lecciones de vida: la primera y la más importante es que solo juntos podemos lograrlo. La segunda es que con disciplina, orden y responsabilidad tendremos menos consecuencias que lamentar. La tercera, hemos aprendido a valorar lo que no tiene precio, un abrazo, compartir momentos con amigos y familia. El dinero con esta epidemia no tenía valor y con esto aprendimos a que la fe y la esperanza no se pueden perder jamás.
Usted es general y la primera mujer en ocupar el cargo de Jefa de Estado Mayor en la Policía Nacional. ¿Fue difícil llegar al máximo grado en la Policía? ¿Se vio enfrentada a obstáculos en su carrera o no?
La Policía ha tenido tres generales mujeres, al momento, soy la única, pero mis compañeras dejaron un gran legado y camino a seguir. Ser la Jefe de Estado Mayor es una gran responsabilidad, compromiso y orgullo. Alcancé una meta, no solo en mi vida personal sino en la institucional. Seguiré construyendo una historia que dejará una huella para muchas mujeres que continúan su carrera. Tuve retos, más que obstáculos; sin embargo, estaba segura de que podía alcanzarlos. Romper esquemas, sobre todo machistas, no fue fácil, pero la vida cambia y también mi institución. Hoy es una realidad la inclusión de la mujer en la Policía Nacional.
¿Usted es una policía de acción o de escritorio? ¿Ha sentido miedo cuando se ha enfrentado a situaciones peligrosas?
No existen generales de escritorio, todos trabajamos para mejorar la convivencia ciudadana, y eso solo se consigue cerca de la comunidad. Aprendemos de ellos y su convivencia, conocemos sus problemas y encontramos las mejores soluciones para alcanzar una verdadera paz social. Me identifico mucho con el trabajo comunitario, y eso también conlleva riesgos.
El miedo es algo que sentimos todos en determinados momentos. Pero ese mismo miedo nos vuelve más cautos y ayuda a protegernos mejor. El peligro está en todas partes pero, a diferencia de otras personas, nosotros nos preparamos para enfrentarlo.
Uno de los graves problemas de este país es la violencia contra la mujer, que se ha incrementado en la pandemia. ¿Usted cómo mira el tema y qué puede hacer desde su ámbito profesional?
Si antes existían casos de violencia contra la mujer, hoy muchas de ellas tienen que convivir con su agresor sin tener la oportunidad de pedir auxilio. Más de 10.000 llamadas de auxilio se han recibido en el ECU-911 desde el 1 de enero hasta la fecha. Esto es parte de una realidad y de un verdadero problema social.
Como Policía Nacional, a través del Devif, hemos activado el sistema de alertas tempranas (SAT), levantamos información sobre las víctimas priorizadas para la atención que requieren en estos casos y que se sientan protegidas y más seguras. Además, hemos generado información, a través de redes sociales, para que conozcan cómo pueden solicitar ayuda ante cualquier hecho de violencia.
El día de su posesión usted dijo: “Soy una policía de corazón, amo mi profesión, llevo 19 años trabajando en Guayaquil, conozco bien el territorio”.
Me viene a mi mente el momento que me hacía cargo de la Zona 8, como comandante. Trabajamos muy fuerte, tuve un compromiso con mi gente, me esforcé mucho por conseguir el objetivo planteado. No puedo decir que se logró una paz absoluta pero sí que con el trabajo fortalecido avanzamos en la construcción de una ciudad mejor. Tenemos que seguir trabajando, por supuesto, no tenemos que darle tregua a la delincuencia, y seguiremos sirviendo a nuestro país.
Guayaquil es una ciudad compleja. Hay indisciplina y machismo. En esas circunstancias, ¿cómo se desarrolla su trabajo?
Guayaquil es una ciudad de oportunidades, maravillosa, turística, y su gente que con su alegría marca la diferencia. Hay machismo como en todos lados, todavía hay esos rezagos, pero lo iremos eliminando cuando la mujer deje de tener miedo y diga: “Basta... aquí estoy dispuesta a ser una mujer triunfadora y exitosa”. Mi trabajo lo he desarrollado siempre de manera positiva, rodeada de un gran equipo. Tengo los mejores recuerdos de mi comando en Guayaquil, siempre estará en mi corazón y nunca escatimaré lo más mínimo por seguir aportando en mejorar su seguridad. (I)