Todo es piedra, tierra y lodo a la hora de transitar por la cooperativa San Francisco, en el sector de Pascuales. En esta zona agreste la administración municipal aún no asfalta las vías. Muchos pueden acceder a pie o en carro a varias calles, pero en otras es casi inaccesibles transitar.

Esta situación dificulta a la Policía Nacional realizar un efectivo patrullaje preventivo en vehículos, por lo que la intervención de la Policía Montada fue la mejor opción para  ejercer presencia policial y seguridad en estos puntos.
Así lo manifiesta Ernesto Basantes, jefe de la Unidad de Equitación y Remonta de la Policía “Santiago de Guayaquil” (UER-G), quien explica que las funciones de la dependencia no solo se limitan a patrullar lugares remotos y de difícil acceso, sino también a brindar seguridad en eventos de concurrencia masiva.

Luego de la capacitación respectiva, los uniformados y caballos pertenecientes a la unidad policial están preparados para patrullar y recorrer sitios donde la presencia del público sea mayoritaria, esto es en eventos (deportivos y conciertos) y lugares turísticos, como sucedió en el último feriado de fin de año, cuando seis equinos fueron llevados a la Península de Santa Elena.

El jefe policial indica que los uniformados a caballo, a más de dar seguridad en estadios y espectáculos, apoyan a sus compañeros para desintegrar manifestaciones.

Por eso, es común ver las acémilas en los desalojos y en el  control externo de la Penitenciaría del Litoral, donde se aglomeran aproximadamente 3.000 personas durante los días de visita: miércoles (conyugal), sábado y domingo.

Ronny Flores, oficial de la UER-G, dice que esta es una labor que se realiza siempre respetando los derechos humanos para poder tomar procedimientos adecuados. “Siempre se corren peligros. Luego de un partido de fútbol, por ejemplo, los hinchas le lanzaron una piedra a un caballo y perdió su ojo izquierdo”.

Los 46 caballos -de raza criollo argentino con los que cuenta la unidad- han sido entrenados para que participen en labores operativas, sesiones de equinoterapia, en demostraciones de gimnasia de jinetes y en desfiles que se llevan a cabo en diferentes localidades del país.

Carlos Aguirre, jefe del Comando Provincial de Policía Guayas Nº 2, señala que es importante resaltar la labor de esa unidad, puesto que aparte de sus funciones para precautelar la seguridad, como es su naturaleza, está al servicio de las personas con capacidades especiales con el servicio de la equinoterapia.

Basantes explica que tienen previsto incrementar tanto el número de personal (actualmente son 52 policías) como de caballos, para que las labores de seguridad se extiendan a otras áreas, no solamente al control de espectáculos y sitios turísticos de la urbe. “Aspiramos a crecer logísticamente, de esta manera nuestro accionar se verá reflejado en otras labores”, añade.

Sin embargo, la UER-G no tiene infraestructura propia y arrienda las instalaciones  (valor no fue revelado) al Club Ecuestre La Herradura, situado en el km 10,5 de la vía Durán-Yaguachi. Al referirse a ese tema, el oficial señala que el  Ministerio del Interior tiene programado incluir en el parque Los Samanes (plan Guayaquil Ecológico) un área destinada a la UER-G.

Otra de las falencias con las que cuenta la Policía Montada, tanto en Guayaquil como en Quito y Cuenca, donde están asentadas las unidades, es la falta de un criadero de ganado caballar, para que la institución pueda realizar la óptima reproducción de los ejemplares.

La UER-G tiene 46 caballos: 20 son operativos y para cualquier actividad policial, 5 para equinoterapia y el resto son yeguas madres y potros que, a partir de los 3 años, se los comienza a entrenar.

Basantes argumenta que la decisión de crear esta  unidad policial para resguardar los eventos y disipar las manifestaciones y actos vandálicos es porque “un policía a caballo representa el servicio de entre treinta y cincuenta policías a pie”. Esto se debe al impacto psicológico que refleja el caballo en las personas.