La Policía promete que el cerro Las Cabras será un lugar turístico
Un joven -de menos de 20 años- está desorientado y reposa sobre un viejo colchón asentado en una cama de madera deteriorada. Su cuerpo y la única pantaloneta -de diseño militar- que viste, lucen sucios y desgastados. No reacciona, aunque se da cuenta de que hay personas, algunas con uniforme policial, entrando intempestivamente por la parte posterior de la covacha donde habita.
En el lugar ha consumido droga durante los últimos días, tal vez meses, no sabe cuánto tiempo ha transcurrido. El ministro del Interior, José Serrano, habla con él y le promete que lo ayudará mientras le toca su enredado cabello negro.
El muchacho no pronuncia palabra, solo sigue sentado sin expresión. El funcionario le entrega una camiseta gris con el logo del Ministerio y el personal que lo acompaña lo ayuda a salir de la casucha, asentada en un montículo en el cerro Las Cabras, en Durán, Guayas.
Aunque es cerca del mediodía no hay ningún rayo de sol, algunas nubes negras anuncian que en pocas horas caerá una tempestad. Hace calor, parece como si un vapor se desprendiera del lodo de los callejones que se encuentran en el sector.
Algunas personas se asoman curiosas desde las ventanas de viviendas construidas desordenadamente. Visten ropas frescas y preguntan a los vecinos que salieron ante la presencia del Ministro y policías ¿qué pasa?, ¿qué van a hacer?
“Van a derrumbar la casa”, le responde uno, más con señas que con palabras. Elementos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), personal de servicio urbano de la Policía y agentes vestidos de civil empiezan a empujar las maderas y a unos 10 metros de distancia el director nacional de Antinarcóticos, Edmundo Moncayo, les grita que tengan cuidado con el techo de zinc que les puede caer encima.
Un vecino cuenta que los dueños de esa casa la abandonaron hace dos años, cansados de vivir en medio de la inseguridad, y desde ahí fue ‘invadida’ por microtraficantes que no solo la usaban para vender la droga, sino también para que los chicos tengan una guarida donde consumirla. Debajo de la cama donde estaba el muchacho, los agentes encontraron una maleta de color vino, con cientos de fundas nuevas que se usaban para dividir la sustancias en dosis individuales. La casa fue derribada a empujones, en menos de 10 minutos.
Los lugareños hablan temerosos, viendo a un lado y otro, como si estuvieran observándolos. “Ahí vendían droga”, dice un hombre de más de 60 años, que confiesa estar hastiado de tener miedo.
En Las Cabras, el punto más alto de Durán, habitan alrededor de 2.000 familias, quienes dicen viven atemorizados por la venta de estupefacientes. Los expendedores de las sustancias aprovechan las facilidades de escape y escondite por el sinnúmero de callejones y las 24 escalinatas del cerro.
Recuperación del espacio público
Tanya Varela, comandante de Policía de la Zona 8 de Policía, en los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón, le muestra al Ministro una de las escalinatas estrechas. Ésta se ubica a menos de 2 minutos de la casa de uno de los conocidos microtraficantes de la zona. Solo hay un faro al inicio de los peldaños.
“Hay que recuperar los espacios públicos. Haremos de este cerro un lugar turístico, vamos a iluminarlo. Habrá equipos policiales que estarán temporalmente y otros de forma permanente. Además, de ser necesario se ubicarán unidades móviles de Policía Comunitaria. La intervención será integral y se replicará en 180 puntos del país”, indica Serrano.
El ministro insta a los ciudadanos a que pierdan el temor y denuncien. “Ya tenemos identificadas a las 3 agrupaciones que operan aquí, que están lideradas por alias ‘Papucho’, ‘Llorón’ y ‘Ney’. El primero actúa en los sectores contiguos a la cancha deportiva, el segundo en las partes bajas del cerro; y el tercero, que fue detenido el año pasado, tomó el control en la zona ‘de la Virgen’. Ahora ‘La Pantera’ lo ha reemplazado”.
Una mujer aprovecha la presencia del representante y le expresa que en el cerro se registraron hasta violaciones, pero nadie denuncia por temor. “Nadie quiere que le hagan daño o amanecer quién sabe dónde. Mi hija tiene 5 años y no puede salir a jugar, no me gusta que vea a personas drogándose”.
El general Edmundo Moncayo dialoga con el coronel Marco Zapata y Guillermo Palacios, jefe y subjefe de la Unidad de Antinarcóticos de la Zona 8 de Policía, con quienes analiza las estrategias para realizar un control efectivo, pues hay muchos lugares propicios para ser usados por los microtraficantes.
Moncayo reveló que durante 2015, en 8 operativos ejecutados contra el tráfico para el consumo interno fueron capturadas 7 personas y decomisados más de 60 gramos de cocaína, 55 gramos de heroína y 11,7 gramos de marihuana.
Las autoridades continúan caminando. No se cansan de subir y bajar, no les importa el lodo, ni siquiera el hecho de tomar caminos de basura. Cada persona que sale de las casas de colores les expone sus quejas.
La mayoría de habitantes coincide en que tienen miedo y que en los últimos años han observado cómo los microtraficantes se adueñaban de los espacios públicos.
Poco antes de llegar a una explanada donde se reunieron con más habitantes de la zona, con quienes compartieron un almuerzo popular, los agentes descubrieron que 3 jóvenes llevaban dosis de droga en los bolsillos.
“Nosotros queremos rehabilitarnos. Ayúdennos”, expresaron como niños asustados. Metros más abajo está el punto final del recorrido, una cancha de uso múltiple cubierta con carpas blancas.
Allí el personal sirve fritada para las autoridades y para los demás invitados un plato de pollo al jugo, arroz verde y ensalada de papa con cebolla y mayonesa.
Hace unas 5 décadas en ese lugar había piscinas techadas donde se almacenaba el agua para abastecer a las locomotoras a vapor que salían desde la estación del Ferrocarril de Durán hasta Quito.
Los niños las usaban para bañarse y se imaginaban que los desfogues eran toboganes. La finalidad de las acciones policiales es justamente que los pequeños puedan volver a salir y jugar sin miedo, como antes. (I)