“La Policía se debe limpiar de los malos elementos”
El diseño de las políticas de seguridad y la enorme inversión para equipar a la Policía han generado una institución más fuerte y cada vez mejor preparada para defender a la ciudadanía de la delincuencia.
Próximo a cumplir 36 años de vida profesional, el comandante de Policía, Gral. Rodrigo Suárez, fue ascendido al grado de General Superior, la más alta designación de la institución (a la que ha accedido solo un oficial anteriormente, en 2002, el Gral. Jorge Molina), lo cual le permitirá mantenerse un año más al frente de la institución, que al momento tiene un 50% de credibilidad entre la población.
Su oficina, en el séptimo piso de un edificio ubicado sobre la avenida Amazonas, en plena área comercial del norte de la capital, tiene una pequeña ventana con vista al parque La Carolina. El despacho no es muy grande, al igual que su escritorio de madera color café, que luce impecable. Al lado derecho, sobre la pared, destaca un cuadro discreto con la imagen de la Virgen de Guadalupe. “La Morenita”, dice el oficial con sus ojos puestos en ella, antes de sentarse mientras se acomoda la chaqueta.
¿Qué diferencia tiene esta Policía con la que había cuando usted salió de subteniente en 1980?
Las diferencias son sustanciales, imagínese lo que era antes comandar una institución que en esa época, creo, era de 12 mil hombres, a lo que ahora es la institución pública más grande del país, con más de 43 mil miembros.
El propio sistema de trabajo es diferente, incluso por el marco legal actual, que le ha dado a la Policía el poder, no de fuerza sino de legalidad, de cómo se puede actuar ante un evento violatorio respaldado por la ley. ¿Cuál es el cambio más notorio?
Ha cambiado la concepción de la Policía, nosotros teníamos hasta hace poco una formación y doctrina más militarizada, que eran aspectos de formación, disciplina y también en cierto accionar, por las normas que obedecíamos. La Policía Nacional ahora es diferente, con una nueva tendencia de servicio a la comunidad; tenemos que ir acorde con el desarrollo del país, no puede la Policía quedarse estancada, debemos estar a la par. Antes, por ejemplo, no teníamos unidades de investigación de un delito específico, como la Unase o la UIAD, ahora hay grupos que cumplen una especificación en la investigación del delito de acuerdo con las necesidades que se presentan en las ciudades, lo cual ha sido un éxito; por ejemplo, la Unase que se dedica al secuestro, la UIAD al delito organizado, la UIH al contrabando y robo de combustibles, entre otras que trabajan en un solo tipo de delito. Y lo hacen muy bien.
¿A qué obedecen esos cambios?
Los cambios nacen de iniciativas internas. Como policías analizamos lo que está pasando; hoy, en ese análisis también incorporamos a la ciudadanía para identificar los delitos más próximos, los que ocurren en los barrios. En este sentido, tenemos un marco legal que nos permite crear cualquier grupo interno para que haga un trabajo específico cuando se requiera, como la nueva unidad que trabajará en los casos de los desaparecidos. Estamos actuando en el manejo específico de este tema; antes teníamos la información dispersada en las diferentes provincias, ahora ya estamos centralizando todos los casos para solventarlos mejor, tenemos todo el apoyo para desarrollar esta nueva unidad.
¿Todo esto se fundamenta en un nuevo modelo de gestión?
No podemos dejar de lado el nuevo modelo de gestión de la Policía Nacional, lo cual ha permitido que los policías ya no estén en los cuarteles grandes esperando qué hacer; ahora estamos en las UPC, tenemos allí espacios y territorios más reducidos, con un numérico de hombres y con los recursos que permiten que el policía pueda reaccionar más rápidamente. Cuando cualquier persona requiera del auxilio y el policía llega a su pedido en pocos minutos se cambia la percepción, eso hace que la ciudadanía confíe en que puede llamar a la Policía porque la tiene cerca. Es un modelo de desconcentración del servicio.
¿Cómo se ha integrado a la mujer en este modelo?
Nosotros respetamos la equidad de género, creo que fuimos una de las instituciones uniformadas pioneras en permitir el ingreso de la mujer a las filas policiales. En 1978 aceptamos las primeras oficiales, que fueron a formarse en Chile; luego, en el 83, a la Escuela Superior ingresaron las primeras mujeres. De ese tiempo para acá en toda convocatoria está garantizado el acceso femenino. Además, su aporte es muy importante en las diferentes unidades donde son asignadas, como las de investigación, Dinapen, Medio Ambiente, Antinarcóticos, hay muchos aspectos policiales que con la presencia de la mujer han logrado mejores resultados.
Actualmente las oficiales más antiguas con el grado de Coronel van para los tres años, varias de ellas ya son comandantes de unidades; tenemos una coronel jefa de Quitumbe, otra es comandante en el centro de Guayaquil, otra del Cuartel Modelo, hay directoras de escuelas de formación, están en una etapa de asumir cargos de mando directo... Entonces, muy pronto habrá mujeres con el más alto grado también. Creo que en un par de años ya habría mujeres calificadas para ascender a general. En la institución policial quien tiene la aspiración podrá llegar a lo más alto.
¿Cómo maneja la institución el tema de los derechos humanos?
Tenemos un sistema en el cual, de forma periódica, se dan cursos de uso progresivo de la fuerza, que tiene que ver también con el respeto a los derechos humanos, al igual que en la etapa de formación recibimos capacitaciones al respecto; al estudiar la Constitución, el Código Penal y otros cuerpos legales, el policía sabe cuál es el límite. Cuando se ha requerido información sobre este tema, no hemos tenido ningún inconveniente en colaborar con los organismos de derechos humanos o cualquier entidad interesada. A la Policía le hace bien depurarse.
A nosotros, como policías, nos hace bien el separar a los miembros que se apartan del mandato constitucional, los ciudadanos requieren el servicio de una institución confiable y lo seremos siempre y cuando respetemos los derechos humanos, que -además- es parte del juramento que hacemos frente a nuestras familias cuando nos graduamos de policías. Tenemos mecanismos legales para identificar a los malos elementos. No es una tarea muy grata, pero debemos identificar a aquellos que se apartan de la misión.
La Policía tiende a tecnificarse con la implementación de nuevos laboratorios, unos ya operativos y otros que están por terminarse, ¿cómo están preparándose?
Tenemos oficiales formados que van liderando esas especificaciones técnicas y de acuerdo con las necesidades de la utilización de equipos más modernos; en caso de no contar con algún especialista tendremos que capacitar a nuestro personal, pero existen muchos oficiales expertos en diferentes áreas de la ciencia que se han especializado en el exterior, eso ha permitido, incluso, que unidades como el SIAT capaciten a policías de otros países, como México, Panamá y Guatemala.
En el tema de las drogas también se ha cambiado la estrategia, ahora se ha incluido al microtráfico...
Hemos puesto la mirada al interior de nuestro país en la lucha contra el microtráfico, ya que genera a su alrededor una serie de delitos, como la usura, el sicariato, la amenaza; incrementa la violencia de las pugnas por territorios ganados para la venta, en esto se está enfocando también la unidad antinarcóticos. Pero es necesaria la colaboración de la ciudadanía con sus denuncias, cualquier información seria que se recibe se toma en cuenta y ayuda mucho en la lucha contra la delincuencia.
¿Cómo funciona el modelo de desconcentración?
El Gobierno ha hecho un enorme esfuerzo para dotar a la Policía Nacional de todo lo necesario para la lucha contra la inseguridad, y estamos respondiendo con trabajo. Queremos consolidar el modelo de gestión operativa, que obedece a la ley del Cootad (Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización), en el sentido de dividir en zonas, subzonas, distritos, circuitos, subcircuitos; una distribución más pequeña de territorio que se entrega a la responsabilidad de grupos de hombres con recursos logísticos, que deben responder por lo que suceda en su zona.
¿Se seguirá desarrollando ese esquema?
Ese modelo hay que seguir consolidándolo. Hay la proyección para que hasta 2017 la Policía cuente con 57 mil hombres. También consolidaremos a las unidades de investigación, sin olvidarnos de velar por el bienestar de los policías, que son seres humanos, ciudadanos que conviven en esta sociedad.
Una consolidación basada en la planificación...
En efecto. Una de las direcciones que más impulso tiene es la de operaciones, donde se ha centralizado un comando general que permite conectarse en tiempo real con todas las unidades del país; actualmente cubrimos el 90% del territorio. Operaciones es el eje que planifica incluso la necesidad de personal, esto ha mejorado la distribución y optimizado el recurso humano en el país. En este centro, que cubre dos pisos del edificio de la Comandancia, se analizan las tendencias delictivas y se hacen los análisis macro para señalar las políticas de seguridad a nivel nacional y, al mismo tiempo, local. El mejoramiento de las comunicaciones ha sido fundamental para este trabajo.
En ese sentido, ¿ayudará a la Policía la aprobación del Coescop que discute la Asamblea?
Una comisión del Ministerio de Seguridad ha socializado el tema al interior de la Policía en varias provincias, creemos que el mayor provecho para nosotros va a ser el recurso humano cuando recibamos todo ese contingente que al momento está dedicado a otro tipo de seguridad; el contar con esos 1.200 policías, incluso, podría ayudar a tener un mejor horario de trabajo. También hay que destacar que las condiciones económicas de los policías han mejorado en los últimos años.